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Un estudio estimó que una montaña podría alcanzar 45.000 metros pero la Tierra lo impide: el límite está en 9000 metros

Aunque el Everest continúa elevándose milímetro a milímetro, la ciencia confirma que la Tierra tiene un techo natural: ninguna montaña podrá jamás superar los límites impuestos por la gravedad.

El monte Everest, con sus imponentes 8849 metros sobre el nivel del mar, sigue creciendo lentamente, apenas unos milímetros al año. Este ascenso casi imperceptible ha fascinado durante décadas a geólogos y exploradores, aunque la ciencia ya tiene clara su frontera: por mucho que la montaña más alta del planeta siga elevándose, jamás podrá alcanzar alturas imposibles. En los años 80, un estudio teórico estimó que, bajo las condiciones ideales, una montaña podría llegar a los 45.000 metros. Sin embargo, en la Tierra, eso es físicamente inviable.

El límite geológico: a partir de los 5000 metros, la roca se vuelve plástica y deja de crecer

Haakon Fossen, profesor de geología en la Universidad de Bergen, explicó a ScienceNorway que "las montañas no pueden ser mucho más altas que las que existen ahora". La razón se encuentra en las entrañas del planeta: a partir de los 5000 metros de altitud, la presión interna es tan grande que la roca pierde su rigidez, volviéndose plástica y deformable. En otras palabras, las montañas literalmente se hunden bajo su propio peso.

El Himalaya, el sistema montañoso más monumental del planeta, nació hace unos 50 millones de años cuando las placas tectónicas de India y Eurasia chocaron violentamente. Durante los primeros 15 o 20 millones de años de esa colisión, las fuerzas geológicas levantaron las cumbres más altas de la Tierra. Pero, como señala Fossen, llega un punto de equilibrio: cuanto más crece una montaña, mayor es la presión que sufre desde abajo.

El Everest y el K2 son, en realidad, anomalías. "El proceso es parecido al de una masa de pan que se hincha sobre una mesa", explica el geólogo. Por eso, la mayoría de las cumbres del Himalaya rondan los 5000 metros, mientras que los colosos que superan los 8.000 son excepciones fruto de una combinación muy precisa de fuerzas tectónicas y condiciones ambientales.

"La placa tectónica genera la altura, pero también tiene sus límites"

Hannah Pomella, del Instituto de Geología de la Universidad de Innsbruck, añade que "la tectónica genera la altura, pero también tiene sus límites". Los glaciares, el viento y las lluvias actúan como escultores implacables, erosionando cada centímetro ganado por el empuje de la corteza terrestre. "El agua, en cualquiera de sus formas -hielo, nieve o lluvia-, es el verdadero límite natural del crecimiento de las montañas", apuntaba Rachel Headley a la BBC.

Y cuando las cumbres alcanzan un punto crítico de inclinación, la gravedad dicta sentencia: se derrumban. Aurora Elmore, especialista en geología, resume así el ciclo eterno de los gigantes del planeta. "La Tierra construye montañas, pero también las destruye, una y otra vez".