Se ha consumado el fracaso en el estreno de una las grandes producciones de streaming. The Witcher regresó a Netflix envuelta en una tormenta imposible de disimular. La sombra de Henry Cavill sigue pesando sobre la saga, y el debut de Liam Hemsworth como Geralt de Rivia no ha conseguido disiparla. El relevo, motivado por las ya célebres "diferencias creativas" entre Cavill y el equipo -una forma elegante de decir que la serie se alejó demasiado de las novelas de Andrzej Sapkowski-, marcaba un punto de no retorno para la producción.
Pero Netflix ha luchado por la saga. La plataforma no solo lanzó la cuarta temporada, sino que ya tiene lista una quinta y última, actualmente en posproducción, como intento de cerrar por todo lo alto una adaptación que, desde hace tiempo, se tambalea entre la ambición y el desencanto. No les ha salido bien.
‘The Witcher’ se hunde con su Temporada 4: el antiguo fenómeno de Netflix pierde fuelle y firma su mayor desplome en audiencia
El problema es que ni el estreno más esperado puede esconder la caída libre. Aunque The Witcher debutó encabezando el Top 10 diario, el balance semanal ha sido un jarro de agua fría: entre el 27 de octubre y el 2 de noviembre, la serie apenas alcanzó 7,4 millones de visualizaciones, quedando por detrás de Nadie quiere esto, que registró 9,4 millones en su segunda semana.
El contraste con la temporada anterior es devastador. En verano de 2023, la tercera tanda de episodios sumó 15,2 millones de visionados en el mismo periodo. En otras palabras, The Witcher ha perdido más de la mitad de su audiencia en apenas un año. A eso se suma el desplome de sus valoraciones, que arrastra consigo la credibilidad de un universo que Netflix nunca ha sabido aprovechar del todo.
La marcha de Cavill fue más que un cambio de reparto: fue el último hilo que mantenía conectados a los fans con la esencia original de la saga. Su entusiasmo por los libros y los videojuegos era el ancla de una serie que ahora navega sin rumbo. Hemsworth cumple, pero la comparación es inevitable, y la vendetta del público contra el equipo creativo pesa más que nunca. Si la cuarta temporada era la oportunidad para redimirse, lo cierto es que el hechizo se ha roto.