Resulta difícil encontrar hoy a alguien que no haya oído hablar de ChatGPT. El chatbot de OpenAI se ha instalado en la vida diaria de millones de personas, tanto en lo personal como en lo profesional, hasta convertirse en una de esas herramientas omnipresentes que generan fascinación y suspicacia a partes iguales. Una inteligencia artificial que se ha convertido en un fenómeno cultural y tecnológico que, como ha ocurrido con buscadores o redes sociales en el pasado, vive bajo el escrutinio constante de críticos, reguladores y usuarios.
La semana pasada, OpenAI dio un paso más con el lanzamiento de GPT-5, la nueva iteración de su modelo estrella. Sin embargo, lejos de ser un despliegue tranquilo, el estreno ha estado marcado por dudas, críticas y una sensación de improvisación que no ha pasado desapercibida. Sam Altman, CEO de la compañía y figura central en la narrativa de la inteligencia artificial en Silicon Valley, no ha tardado en salir al paso. En una conversación con The Verge, reconoció errores y al mismo tiempo celebró cifras récord.
Sam Altman reconoce sin rodeos el desastre del estreno de ChatGPT 5: "Asumo que cometimos un grave error"
"Creo que nos equivocamos muchísimo en el lanzamiento", admite Altman sin rodeos. Su reflexión, no obstante, contrasta con los datos: "el tráfico de nuestra API se duplicó en 48 horas y sigue creciendo. Nos hemos quedado sin GPU. ChatGPT ha alcanzado un nuevo récord de usuarios cada día. A muchos usuarios les encanta el selector de modelos", indicaba el ejecutivo.
Un éxito arrollador en términos de adopción, empañado por los problemas logísticos y las reacciones de una comunidad que, en muchos casos, esperaba una transición más cuidadosa. El directivo también señaló un fenómeno interesante: la relación emocional que los usuarios establecen con la herramienta.
"Hay personas que realmente sintieron que tenían una relación con ChatGPT, y otras que hemos tenido en cuenta y en las que hemos reflexionado", comentó. "Y luego hay cientos de millones de personas que no tienen una relación parasocial con ChatGPT, pero que se acostumbraron a que les respondiera de cierta manera, validara ciertas cosas y les brindara apoyo en ciertos aspectos", comentaba al respecto. Una observación que pone sobre la mesa la dimensión más humana —y quizá inquietante— de un asistente digital convertido en confidente, tutor o compañero invisible.
De cara al futuro, Altman se muestra ambicioso. "Muy pronto, miles de millones de personas hablarán con ChatGPT cada día. Somos el quinto sitio web más grande del mundo ahora mismo. Creo que vamos camino de ser el tercero. Después, la cosa se pone más difícil. Que ChatGPT sea más grande que Google es realmente difícil", puntualiza.
Un pronóstico que evidencia tanto la confianza de OpenAI como el pulso abierto por el dominio de la red. Si algo deja claro este episodio es que el desafío de OpenAI no es únicamente técnico —la escasez de GPU lo demuestra—, sino también cultural: ¿cómo se gestiona la actualización de un producto que ya no es una herramienta experimental, sino un servicio cotidiano para cientos de millones de personas? GPT-5 marca un punto de inflexión, y aunque su estreno haya sido accidentado, el futuro de ChatGPT parece más grande y, a la vez, más complejo que nunca.