Arabia Saudí está llena de grandes proyectos. Entre gigantescos rascacielos y una apuesta por las infraestructuras en el ámbito ferroviario. ¿Quién no ha pensado en conducir durante horas sin mover el volante ni un milímetro? Pues algo así es la Highway 10 de Arabia Saudí. En un mundo lleno de carreteras que serpentean entre montañas, este asfalto se empeña en lo contrario: mantenerse absolutamente recto.
No es casual que ostente un récord Guinness. Su tramo más célebre, 240 kilómetros de línea pura, no ofrece curvas, desniveles ni variaciones en un paisaje que se repite sin descanso.
La autopista más recta del planeta: 240 km lineales, 80 km/h para camiones y un reto psicológico monumental
Aunque la Autopista 10 se extiende a lo largo de 1480 kilómetros desde Ad Darb hasta la frontera con Emiratos Árabes Unidos, su fama se concentra entre Haradh y Al Batha. Ese segmento fue concebido originalmente como una vía exclusiva para el rey Fahd, un corredor privado para atravesar cómodamente el desierto. Con el tiempo, sin embargo, pasó de ser un lujo real a convertirse en una infraestructura esencial para el transporte de mercancías entre el corazón saudí y los Emiratos.
La clave de su rectitud, paraíso para fotografías, vídeos y documentales especiales, está en el terreno. La carretera atraviesa el vastísimo Rub' al Khali, también llamado el Cuarto Vacío, un océano de arena sin montañas, cauces ni barreras naturales que obliguen a desviar el trazado. Es uno de los pocos lugares del planeta donde se puede dibujar una línea en el mapa y convertirla en asfalto sin mayor complicación. Hoy la autopista está completamente pavimentada y ofrece dos carriles por sentido, un diseño pensado para soportar un flujo constante e intenso de camiones.
La normativa de velocidad varía en función del vehículo. Los turismos pueden llegar a los 120 km/h -en algunos puntos incluso se permitió elevar el límite a 140 km/h a partir de 2018-, mientras que autobuses y camiones deben conformarse con 100 y 80 km/h, respectivamente. En teoría, la rectitud del tramo permitiría ritmos más altos pero las autoridades, en la práctica, han creído que los transportes con la carga más elevada deben evitar exprimir el acelerador y ser más cautos, sobre todo por el cansancio acumulado y la implementación de sistemas de conducción de crucero.
Conducir aquí parece fácil hasta que el entorno demuestra lo contrario. La falta absoluta de estímulos visuales convierte el trayecto en un reto mental. La somnolencia aparece antes de lo esperado y la atención se diluye entre dunas y parajes desérticos idénticos. A ello se suma un peligro tan cotidiano como imprevisible: los camellos que irrumpen en la calzada sin previo aviso. No sorprende que esta autopista figure en la web de Dangerous Roads.
Para combatir la fatiga del conductor, el Ministerio de Transporte y Logística ha dotado a la Highway 10 de arcenes asfaltados, marcas reflectantes, barreras de protección, señalización direccional y avisos constantes. En un trayecto con tan pocas referencias visuales, cada indicador se convierte en una especie de ancla para mantener la atención.
Hay otras carreteras similares. Antes de que esta vía saudí se llevara el título, la mítica Eyre Highway australiana presumía de un tramo impecablemente recto de 146 kilómetros sobre la llanura de Nullarbor. Aunque más corta, continúa siendo una de las experiencias más surrealistas del continente. También figuran entre las grandes rectas del mundo carreteras como la ND-46 en Dakota del Norte o fragmentos eternos de la Ruta 40 argentina, ejemplos de que la monotonía al volante no es patrimonio exclusivo del desierto árabe.