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Jensen Huang, CEO de Nvidia, sobre los empleos que sobrevivirán a la IA: 'Podrían llegar a ganar 100.000 euros al año'

'ChatGPT no puede reparar una cañería rota o un cable pelado, y eso hay que tenerlo muy claro', señaló uno de los hombres más poderosos y ricos del mundo.

Jensen Huang no habló de chips ni de data centers, sino de fontaneros, electricistas y carpinteros. El consejero delegado de Nvidia, símbolo de la fiebre de la IA, defendió que "la próxima generación de millonarios" —especialmente en EE. UU.— saldrá de oficios manuales cualificados. El razonamiento es sencillo y, a la vez, contracorriente: mientras la automatización y los agentes de IA aceleran en tareas digitales y repetitivas de oficina, el trabajo físico situado< —entrar en una casa, diagnosticar una avería real, manipular instalaciones con normativa y riesgos— es difícil de sustituir y cada vez más escaso por razones demográficas (jubilaciones masivas) y vocacionales (años de desafección hacia la FP).

De fondo late una idea contundente que Huang resumió en una frase con pegada mediática: "ChatGPT no puede reparar una cañería rota ni un cable pelado". La tesis no es nueva en economía del trabajo, pero que la formule el ejecutivo que más se beneficia del boom de la IA la hace especialmente llamativa. Desde hace una década, los análisis de automatización distinguen entre tareas cognitivas estandarizables y labores físicas no rutinarias, intensivas en contexto y resolución de problemas in situ.

El resultado es una inflación salarial asimétrica: donde la demanda sube y la oferta de profesionales baja —mantenimiento eléctrico, climatización, fontanería, instalaciones fotovoltaicas—, los honorarios escalan. Huang pone cifra orientativa —"100.000 dólares al año" en EE. UU.— y, en España, empresarios como José Elías vaticinan tarifas de "50, 60 o 200 euros la hora" en ciertos nichos. No es sólo el tornillo: es el desplazamiento, el diagnóstico, la certificación y la responsabilidad civil que conllevan.

Oficios en escasez y salarios al alza

El auge de estas tarifas, si se consolida, tendrá efectos de segunda ronda. Primero, empuja a revalorizar la Formación Profesional y las academias técnicas con certificaciones reconocibles (electricidad BT/MT, instalador de gas, climatización, fibra/telecos), y obliga a acelerar el relevo generacional. Segundo, incentiva la especialización dentro de los propios oficios: quien domina fotovoltaica residencial, cargadores de vehículo eléctrico, domótica o bombas de calor dicta agenda y precio. Tercero, puede comprimir márgenes en la construcción y la rehabilitación, donde la mano de obra técnica ya es el cuello de botella de muchas obras y ayudas públicas se quedan en papel por falta de instaladores habilitados.

Conviene, no obstante, separar titular y realidad. La palabra "millonarios" opera como hipérbole para describir carreras con rentas altas y gran demanda, pero no convierte automáticamente cada oficio en una mina de oro. Hay costes invisibles: autónomos con furgoneta, herramientas, seguros, cotizaciones, formación continua, guardias y urgencias; empresas que adelantan materiales y sufren morosidad; picos y valles estacionales. Además, la IA tampoco es irrelevante en estos trabajos: ya asiste en presupuestos, rutas, inventarios, manuales aumentados y diagnosis con visión por computador. La diferencia es que, al menos por ahora, la última milla —la intervención física responsable— sigue siendo humana.

Reconversión y marco para España

Para España, donde las oficinas públicas y privadas miran a la IA para ganar productividad, el mensaje tiene una derivada social: si parte del empleo administrativo se reconfigura o reduce, los oficios técnicos pueden absorber demanda siempre que exista una vía rápida y digna de reconversión. Esto implica becas y módulos intensivos, homologación de competencias, prácticas pagadas y campañas que desmonten el estigma que durante años arrinconó a la FP. También exige clarificar marcos regulatorios y simplificar licencias, porque de poco sirve formar instaladores si los expedientes se encallan durante meses.

En síntesis, Huang no está pronosticando el fin del trabajo, sino un corrimiento de placas: más automatización en lo digital de rutina y más valor —y precio— en lo manual cualificado, situado y responsable. Quien lea "millonarios" puede quedarse en el eslogan; quien lea "escasez + alta demanda + barreras de entrada" verá una agenda de país: orientar talento hacia oficios técnicos, dignificar sus condiciones y aprovechar la ola de electrificación y mantenimiento que nos viene encima. La IA no arreglará tu fuga; como mucho, te ayudará a encontrar antes a quien sí sabe hacerlo —y a pagar lo que vale.