Jeff Bezos llevaba cuatro años apartado del día a día de cualquier empresa… hasta ahora. El fundador de Amazon ha decidido volver al frente de batalla con Project Prometheus, una nueva compañía de inteligencia artificial tan bien financiada como hermética. Según adelantó The New York Times, la startup nace con unos 6.200 millones de dólares bajo el brazo, una cifra que la coloca directamente en la liga de las grandes incluso antes de lanzar un solo producto. No es un simple experimento de millonario aburrido: es, en la práctica, el regreso de Bezos a un puesto ejecutivo de máximo nivel y una declaración de que la próxima gran batalla tecnológica se jugará en la frontera entre la IA y el mundo físico.
A diferencia de otras firmas centradas en chatbots y texto, Project Prometheus apunta a lo que sus impulsores llaman la "economía física": usar modelos de IA para diseñar y fabricar ordenadores, coches, naves espaciales y otros sistemas complejos. Es decir, menos prompts y más planos, fábricas y talleres. La idea es que algoritmos entrenados con datos de laboratorio, simulaciones de física y grandes volúmenes de ingeniería puedan optimizar desde la forma de un chip hasta la estructura de un fuselaje. En ese contexto, la proximidad intelectual con Blue Origin, la empresa aeroespacial de Bezos, es evidente: si la IA consigue abaratar y acelerar el desarrollo de hardware, el beneficio se extiende tanto a la informática como al espacio.
El nuevo cuartel general de Bezos
Bezos no estará solo al mando. Project Prometheus tendrá un modelo poco habitual: dos co-CEOs. El otro es Vikram "Vik" Bajaj, físico y químico con una larga trayectoria en la intersección entre biotecnología, datos masivos e innovación: fue directivo en Google X, cofundó Verily (la rama de ciencias de la vida de Alphabet) y ha pasado por fondos como Foresite Capital, además de impulsar la biotech Xaira Therapeutics. Sobre el papel, Bezos aporta la visión estratégica y el músculo industrial; Bajaj, la experiencia de convertir ciencia puntera en productos reales. Es la primera vez desde que dejó Amazon en 2021 que el magnate acepta un rol operativo tan expuesto.
El dinero y el talento apuntan a lo mismo: esto no es una start-up de garaje. Con cerca de 100 empleados fichados —muchos procedentes de OpenAI, DeepMind, Meta o Google, según avanzan varios medios—, Prometheus se ha construido comprando tiempo y cerebros de golpe. En un mercado en el que los grandes modelos de lenguaje están consumiendo cantidades obscenas de capital, levantar 6.200 millones desde el minuto cero no solo sirve para pagar nóminas: también envía el mensaje de que Bezos pretende estar en la mesa donde se decida la próxima generación de infraestructura tecnológica, no mirando desde la grada.
Prometeo, la burbuja y el fuego nuevo
La elección del nombre tampoco es casual. Prometeo es el titán que robó el fuego a los dioses para dárselo a los humanos, un mito que Silicon Valley adora porque condensa la idea de tecnología como poder transformador… y potencialmente peligroso. Bezos, de hecho, lleva semanas advirtiendo que la IA está en una "burbuja industrial": un momento de euforia inversora en el que se financian buenas y malas ideas por igual, con valoraciones hinchadas, pero cimentado sobre una tecnología que considera "real" y llamada a cambiar todas las industrias. Project Prometheus encaja a la perfección en ese relato: un proyecto carísimo en mitad de la fiebre, que confía en salir vivo cuando el mercado se enfríe.