La muerte del papa Francisco, que acaba de fallecer a sus 88 años, marca un antes y un después no solo para los millones de fieles católicos que lo siguieron durante su pontificado, sino también para el curso histórico de una Iglesia que, durante su mandato, vivió aperturas significativas en temas de justicia social, medioambiente y diálogo interreligioso.
Una película premonitoria
En medio del duelo y los homenajes al papa que desafió a la curia conservadora y clamó por una Iglesia “pobre para los pobres”, surge una obra cinematográfica que, casi con carácter premonitorio, se convierte en una herramienta reveladora para entender el intrincado sistema por el que se elegirá al próximo sucesor de Pedro. Se trata de Cónclave, la película dirigida por Edward Berger y estrenada en 2024, basada en la novela homónima de Robert Harris. Más que un thriller político o un drama religioso, es una mirada aguda, pausada y humanamente matizada sobre el proceso que, más allá de las túnicas y la solemnidad de la Capilla Sixtina, pone de manifiesto el poder, las alianzas y las tensiones que conviven en el corazón mismo del Vaticano.
El misterio de la fumata blanca
La historia sigue los pasos de un cardenal ficticio, interpretado por Ralph Fiennes, que se ve envuelto en un cónclave lleno de secretos, ambiciones personales y dilemas morales. Lo fascinante es cómo la película logra capturar no solo el ritual —las votaciones, la clausura, la fumata blanca— sino también la psicología de unos hombres que, encerrados bajo los frescos de Miguel Ángel, deben discernir la voluntad divina en un contexto de presiones políticas, agendas ideológicas y, a veces, incluso pecados ocultos.
La interpretación de Stanley Tucci y el guion meticulosamente documentado han hecho que el filme se haya ganado un lugar entre las obras más destacadas del último año, con nominaciones en festivales internacionales y el reconocimiento de parte de la crítica religiosa, que ha alabado su fidelidad a los protocolos reales del Vaticano. La película no da respuestas, pero sí plantea las preguntas adecuadas: ¿Qué significa el poder en una institución que se proclama guía moral? ¿Cómo se equilibra la fe con la política? Y sobre todo, ¿qué clase de hombre debe ser hoy el Papa?.
