Seguro que los conocéis. Simón Pérez y Silvia Charro no aparecieron de la nada. En 2017, un vídeo aparentemente inocente sobre hipotecas a tipo fijo —un consejo sensato, por cierto— se volvió viral por razones ajenas al contenido financiero. Aquel vídeo, viral y catapultado por las redes, se convirtió documento audiovisual capturaba algo más que argumentos económicos: sus gestos erráticos, miradas perdidas y pausas inusuales hablaban otro lenguaje.
El del desfase. La pareja parecía más salida de una rave que de una asesoría. Y España entera asistía al nacimiento de un fenómeno.
De aquel vídeo surgieron Simón y Silvia, dos personalidades de internet que hacían gala de un aura extraña: estaban colocados, sí, pero también tenían formación y daban consejos relativamente lógicos y documentados.
Eran economistas. Profesores. Y, de pronto, acabaron desempleados, arruinados por su vida de excesos y convertidos en fenómeno viral involuntario. En estos momentos están dando un espectáculo sin igual en internet y media España está siguiendo sus atribulados y decadentes directos.
El descenso de Simón Pérez y Silvia Charro: de las hipotecas fijas al abismo del directo extremo
Lo cierto es que tras el golpe de fama, lo intentaron. Mudanza a Galicia, retos virales en YouTube a cambio de donaciones, confesiones a Cáñamo sobre sus adicciones, intentos de recuperar la dignidad a través de la asesoría. Fundaron Neotecalia.
Simón bebe de un tupper ante la ausencia de vasos limpios. Cada día más animal, cada día menos humano. pic.twitter.com/zB1geAFBO7
— SS-DesConexion (@afectadosPorSS) March 23, 2025
Nadie les tomó en serio. Hasta que dieron el salto empresarial más surrealista de su biografía: Green Capital. Una compañía de derivados del cannabis en Macedonia del Norte, con la que recaudaron más de un millón de euros de casi un centenar de socios. El sueño de trasladar el cultivo a España murió con las deudas y las denuncias. Y algo más se quebró entonces.
Simón es todo un filósofo: "Lo mejor es no pensarlo peña"
— SS-DesConexion (@afectadosPorSS) April 6, 2025
... y la impresora voló. pic.twitter.com/cY0G6dcAvs
Hoy, Simón y Silvia viven en directo su propio Trainspotting. Twitch (cerrado varias veces), Instagram Live, canales alternativos. La descripción de sus vídeos y andanzas roza lo delirante. Han hecho de todo. Simón se fuma pasta base en pantalla, lanza microondas por la ventana, apuesta dinero que no tiene y pide armas "por si acaso". Su compañera, Silvia, observa, ríe o calla. Sus seguidores —más de 30.000— no son fans: son titiriteros. La pareja, convertida en reality ambulante, se somete a cada reto con la desesperación de quien no ve salida. El resultado está siendo dantesco.
Tremendo documento gráfico.
— SS-DesConexion (@afectadosPorSS) March 23, 2025
(contexto) Simón lleva solo, fumando cocaína un día entero. Ha destrozado una tele, el suelo está lleno de basura y la mesa llena de ceniza y latas de monster.
ChuSSa analiza como un CSI la habitación... Su cara lo dice todo. Tampoco eres mejor, amiga. pic.twitter.com/B26hicnH1n
El caso de Simón y Silvia no es una caída. Es más propio de una suerte de performance inacabada. Un experimento trágico que revela hasta qué punto la viralidad puede devorar a sus propios hijos.