El telescopio espacial James Webb acaba de ofrecer una de las imágenes más desconcertantes de Saturno en lo que va de década. Durante diez horas de observación continua, un equipo internacional de investigadores detectó en la atmósfera superior del planeta estructuras nunca vistas en el sistema solar: unas formaciones oscuras similares a cuentas que flotan en la ionosfera, y un patrón estelar asimétrico que se despliega cientos de kilómetros más abajo, en la estratosfera.
Lo más llamativo es que estas dos estructuras, a pesar de estar separadas por medio millar de kilómetros, parecen guardar una misteriosa alineación. Mientras las cuentas oscuras se desplazan lentamente dentro de las auroras polares, el patrón estelar muestra cuatro brazos que se extienden desde el polo norte hacia el ecuador, justo en la vertical del famoso hexágono que desde hace décadas intriga a los astrónomos.
La técnica detrás del descubrimiento
Para detectar estas anomalías, el equipo empleó el espectrógrafo de infrarrojo cercano del Webb, centrado en los iones de hidrógeno H₃⁺ y las emisiones de metano. Estos compuestos actúan como trazadores de la actividad química y energética en la atmósfera. Los científicos esperaban observar emisiones difusas en bandas amplias, pero en su lugar encontraron patrones finos y persistentes.
La comunidad científica ya había descrito la dificultad de estudiar las capas altas de Saturno con telescopios terrestres o misiones previas, debido a la debilidad de sus emisiones. El Webb, con su sensibilidad sin precedentes, ha permitido por primera vez visibilizar estas estructuras en detalle.
Implicaciones para la dinámica planetaria
Para los expertos, los "beads" podrían deberse a interacciones complejas entre la magnetosfera del planeta y la atmósfera en rotación, mientras que el patrón estelar apuntaría a procesos desconocidos en la estratosfera, quizá ligados al hexágono. El hallazgo fue descrito como "completamente inesperado" por Tom Stallard, líder del estudio.
Más allá de la sorpresa, el hallazgo tiene más implicaciones. Si efectivamente existe un vínculo entre las capas más altas y las tormentas profundas de Saturno, estaríamos ante un mecanismo inédito en la dinámica planetaria. Este acoplamiento vertical podría ayudar a explicar cómo se distribuye la energía en los gigantes gaseosos y hasta qué punto las auroras polares influyen en la circulación atmosférica global. De confirmarse, abriría nuevas vías para comprender no solo a Saturno, sino también a Júpiter y exoplanetas de características similares.
El momento no puede ser más oportuno: Saturno atraviesa su equinoccio, un fenómeno que se repite cada 15 años terrestres y que provoca grandes cambios estacionales.