“Si corremos como Naruto, las balas no nos alcanzarán”. Lo que empezó en Facebook como una sátira se convirtió en un fenómeno viral con más de dos millones de personas confirmando asistencia para invadir la instalación militar más misteriosa de Estados Unidos.
Ahora, recupera este delirio colectivo en Fiasco total: Asalto al Área 51, nuevo episodio de su antología documental centrada en fracasos virales contemporáneos.
Dirigido por Jack Macinnes (Leaving Afghanistan), este nuevo capítulo sigue la estela de títulos como El crucero de la caca o La tragedia del festival Astroworld para bucear en las consecuencias inesperadas de un simple meme. El evento, fijado para el 20 de septiembre de 2019, prometía asaltar pacíficamente la base aérea de Nevada en busca de vida extraterrestre. En la práctica, solo unas 200 personas se atrevieron a acercarse a la entrada tras las advertencias del ejército, aunque el total de visitantes rondó los 1.500.
Una historia de frikis, alien sexys y turismo exprés
El documental no solo explora el absurdo del intento de “asalto” sino también la ola de oportunidades comerciales que desató. Desde festivales como Alienstock (inicialmente en Rachel, luego trasladado a Las Vegas) hasta camisetas de “I survived Area 51”, la región desértica vivió un breve pero intenso boom turístico. Hubo incluso un dress code no oficial: asistir disfrazado de alien sexy.
El filme también rescata momentos esperpénticos como la detención de los youtubers holandeses Ties Granzier y Govert Sweep, o de varios asistentes ebrios que confundieron las puertas de la base con un baño público. Todo ello trufado con material de archivo y entrevistas a organizadores, participantes y expertos en cultura digital.
Entre la sátira y el experimento sociológico
Aunque Asalto al Área 51 tuvo un tono abiertamente humorístico, el documental no pierde de vista su dimensión sociológica. Según los autores, el evento anticipó fenómenos como las acciones colectivas basadas en memes, los límites entre broma y acción política, y el poder de las redes para movilizar en tiempo récord a miles de personas en el mundo real.
Además, se recupera el testimonio del cómico Matty Roberts, creador del evento original, quien se vio obligado a desvincularse públicamente tras temer que la sátira pudiera desembocar en un incidente real. La película también conecta con la historia más profunda del Área 51 y sus vínculos con la ufología, incluyendo referencias a figuras como Bob Lazar, que aseguraba haber trabajado con tecnología alienígena en la base.
