La Content Overseas Distribution Association (CODA) —que agrupa a grandes titulares japoneses como Bandai Namco, Square Enix, Toei, Aniplex/Sony Music, Kadokawa y Studio Ghibli— ha remitido una petición formal a OpenAI para que cese el entrenamiento de Sora 2 con obras protegidas de sus miembros sin permiso previo.
CODA alega que el modelo genera clips "que se asemejan estrechamente" a personajes y estilos de IP japonesa, lo que, bajo la ley nipona, podría constituir infracción si el uso no fue autorizado de antemano. La entidad publicó su escrito el 27–28 de octubre de 2025, tras la salida de Sora 2 a finales de septiembre. La fiebre por esta imitación es tal que el propio Sam Altman, CEO de OpenAI, tiene una foto de perfil imitando ese estilo.
El gobierno japonés ya había intervenido semanas antes: la Oficina del Gabinete pidió a OpenAI que solicitara permiso a los titulares para evitar que Sora 2 replicase personajes de anime y videojuegos en sus vídeos. La solicitud oficial se enmarca en la oleada de piezas generadas con IP japonesa tras el lanzamiento de Sora 2, que desató críticas sobre la insuficiencia de los mecanismos de control. Medios locales e internacionales recogieron que Tokio quiere un modelo "opt-in" —permiso explícito—, no un "opt-out" retroactivo.
Tokio pide permisos previos; la industria cierra filas
OpenAI, por su parte, comunicó a estudios y agencias poco antes del lanzamiento que dispondrían de un sistema de exclusión (opt-out) y, tras la polémica, su consejero delegado Sam Altman planteó añadir controles más granulares y explorar fórmulas de monetización/revenue-share para derechohabientes. En su blog, Altman admitió "casos límite" que se cuelan y prometió iterar el "stack" de protección, mientras reportes de Reuters y The Guardian describían el enfoque de opt-out y el compromiso de bloquear usos no autorizados de personajes.
Ahí está el choque jurídico central: CODA sostiene que, bajo el derecho de autor japonés, el uso de obras para entrenamiento de IA requiere permiso previo; un sistema de objeción posterior no evita la responsabilidad por infracción. Por eso su carta exige dos cosas: (1) que no se utilicen contenidos de sus miembros para el entrenamiento de Sora 2 sin autorización y (2) que OpenAI responda con diligencia a reclamaciones por outputs presuntamente infractores. Varios medios —The Verge, GameSpot, GamesRadar, Automaton— han detallado el contenido de la misiva y la lista de miembros firmantes.
Asimetrías de IP y presión política en Japón
El contexto político ayuda a entender la presión: parlamentarios como Akihisa Shiozaki han señalado la aparente asimetría de Sora 2 al bloquear ciertas IP norteamericanas mientras proliferaban clips con Pokémon, Mario, One Piece, Dragon Ball o Kimetsu, algo que consideran "un problema serio" si no media autorización. En paralelo, empresas y gremios nipones ven Sora 2 como un caso de estudio sobre entrenamiento (training) y generación (inferencia), dos planos legales aún en disputa internacional.
¿Qué viene ahora? Si OpenAI migra a un régimen opt-in real para personajes y estilos protegidos —como ha sugerido Altman—, disminuiría el riesgo legal en Japón, pero quedarán preguntas sobre entrenamiento pasado, toma de datos, auditorías y compensación. Por ahora, el mensaje de Tokio y de CODA es cristalino: la licencia previa no es negociable y los arreglos de "takedown" o exclusión ex-post no bastan bajo su marco normativo.