La momia más famosa de Perú, conocida como "Juanita" o la " Doncella de Hielo de Ampato" (víctima de sacrificios infantiles), ha recibido un rostro en vida gracias a un equipo internacional de arqueólogos polacos y peruanos y el escultor sueco Oscar Nilsson.
Esta adolescente inca, sacrificada hace más de 500 años en un ritual en la cumbre de los Andes, fue descubierta por el antropólogo estadounidense Johan Reinhard en 1995. La presentación de un busto hiperrealista en silicona de la joven, exhibido en el Museo Santuarios Andinos de la Universidad Católica de Santa María en Arequipa, representa un avance significativo en la reconstrucción facial en 3D, con características como pómulos pronunciados, ojos negros y piel bronceada, según un comunicado de la universidad.
Proceso multidisciplinar de reconstrucción
La reconstrucción escultórica de Juanita es un hito que combina arte y ciencia. Se basó en imágenes digitales, resultados de ADN y datos científicos, permitiendo a Nilsson aplicar la técnica de Manchester y utilizar marcadores de profundidad del tejido basados en las medidas del cráneo.
Este proceso reveló características faciales típicas de la zona altoandina, como las mejillas altas.
El proceso de reconstrucción facial se inició con la obtención de una réplica del cráneo de Juanita, seguido por un exhaustivo trabajo de 400 horas por parte de Nilsson. La bioarqueóloga polaca Dagmara Socha del Centro de Estudios Andinos de la Universidad de Varsovia jugó un papel crucial en este proceso. Se utilizaron técnicas forenses avanzadas, incluyendo el método de reconstrucción facial de Manchester, junto con tomografías del cuerpo, estudios de ADN, y análisis de características etnológicas, para recrear con precisión el rostro de la joven.
Sacrificios infantiles
Los estudios antropológicos indican que Juanita fue sacrificada entre 1440 y 1450 d.C., a una edad de entre 13 y 15 años. Tenía una estatura de 1,40 metros y un peso de 35 kilos. La causa probable de su muerte fue un fuerte golpe en el occipital derecho, revelado por una hemorragia intercraneal detectada en una tomografía computarizada realizada por investigadores de la Universidad Johns Hopkins. Además, se descubrió que horas antes de su muerte había consumido vegetales, y practicaba actividades típicas de los Andes, como el mascado de hojas de coca y la ingestión de una bebida fermentada de maíz.
El descubrimiento y estudio de Juanita también arrojan luz sobre la Capacocha, un importante ritual del imperio del Tawantinsuyu, en el que se realizaban ofrendas de solicitud o gratitud al sol. Durante este rito, los niños eran sacrificados en la cumbre de los volcanes como ofrenda a los dioses, acompañados de ofrendas como miniaturas de cerámica y metales preciosos. Según la creencia inca, los niños ofrendados no morían, sino que se reunían con sus antepasados, observando desde las cumbres de las montañas. La reconstrucción de Juanita no solo resucita su imagen sino que también brinda una comprensión más profunda de las prácticas culturales y religiosas de los incas.
