Análisis de Super Rude Bear Resurrection (PS4, PC)
No son pocos los juegos de plataformas que hacen de la muerte una constante para picarnos y retarnos, de modo que queramos seguir intentándolo una y otra vez hasta superar esa fase que tanto se nos resistía. Algunos títulos han conseguido hacer de esto todo un arte al saber plantear situaciones originales, muy variadas y mecánicas de juego únicas en las que nuestra habilidad y reflejos lo son todo.
Sin embargo, no todos los lanzamientos que se producen de este tipo saben entender tan bien el concepto y acaban pecando de un diseño de niveles muy mejorable y repleto de momentos de puro ensayo y error, restando así importancia a los reflejos y a la habilidad en favor de la memorización de la fase, lo que suele traducirse en varias muertes gratuitas en las que el usuario no ha tenido mucho que hacer.
Super Rude Bear Resurrection, el nuevo juego independiente de Alex Rose que hoy analizamos, cae en este mismo error y su obsesión por hacer las cosas difíciles no siempre se ven traducidas en una experiencia de juego justa y divertida, aunque al menos es consciente de ello y ha sabido paliarlo haciendo de la propia muerte una forma de avance. Pero vayamos por partes.
Como decimos, estamos ante un juego de plataformas bidimensional en el que tenemos que superar una serie de niveles llegando a la meta de cada uno. Para ello, nuestra principal arma será el botón de salto, por lo que tendremos que aprender a calcular los saltos al milímetro para esquivar los cientos de peligros y trampas que hay repartidos por el escenario, las cuales nos matarán con tan solo rozarlas.
También podemos controlar a una especie de ser volador que no parará de comentar nuestras jugadas y de hacer bromas con cada una de nuestras muertes para disparar un rayo láser que nos será útil en determinadas situaciones, aunque aquí lo principal es saltar y pegarnos a las paredes para impulsarnos contra ellas al más puro estilo Mega Man X, una mecánica que también podremos usar en nuestro favor para escalar a posiciones elevadas.
Sin embargo, el elemento más original del juego y el que más lo diferencia de sus competidores es el hecho de que nuestros cadáveres se mantienen en el sitio en el que nos matan, pudiendo usarlos como plataformas que nos sirvan como zonas seguras en nuestros próximos intentos. Por ejemplo, si morimos sobre una plataforma con pinchos, nuestro anterior cuerpo tapará parte de este peligro mortal, pudiendo saltar sobre él para evitar que nos maten una segunda vez.
De este modo, si una situación la vemos muy complicada (y ya os avisamos que encontraréis bastantes de este tipo), podemos empezar a morir en zonas estratégicas para facilitar nuestro avance, un detalle que nos ha gustado bastante y que consigue suavizar los problemas de diseño que tienen muchas de las fases que tendremos que superar.
Los niveles no es que sean malos como tal, pero carecen de nuevas ideas y nos retan con situaciones y peligros que hemos visto ya cientos de veces en el género. Además, también adolecen de cierta falta de variedad, por lo que el título cae en la monotonía en poco tiempo, por muy tensos y concentrados que estemos en no morir.
Pero nuestra mayor queja radica en lo mucho que recurren al ensayo y error, obligándonos a dar saltos de fe y enfrentándonos a momentos en los que no se nos da opción alguna a que podamos reaccionar a menos que sepamos qué es lo que tenemos que hacer, lo que puede resultar en situaciones muy frustrantes.
Las fases, tal y como podréis suponer, son muy difíciles, por lo que incluso sabiendo lo que tenemos que hacer y abusando del sistema de cadáveres tendremos que esforzarnos al máximo para superarlas, algo que le sienta muy bien al mantener el nivel de desafío siempre presente.
Por desgracia, los controles no son todo lo fiables y precisos que deberían ser para un juego tan exigente como este, ya que las físicas de nuestro protagonista son un tanto extrañas y cuentan con una inercia bastante molesta que dificulta las cosas de forma artificial, consiguiendo que la sensación de control no sea todo lo buena que debería.
Superar la aventura nos llevará entre cinco y siete horas, dependiendo de lo mucho o poco que se nos atraganten las fases, aunque se le ha querido dar un extra de rejugabilidad planteando modos y desafíos opcionales como superar todo el juego con una única vida o sin puntos de control, los cuales solo estarán al alcance de los jugadores más pacientes, dedicados y habilidosos.
A nivel gráfico estamos ante un título que no destaca demasiado ni en lo técnico ni en lo artístico, con unos escenarios que cumplen su función sin grandes alardes y un diseño de personajes no especialmente atractivo. Finalmente, el sonido hace gala de una extensa banda sonora muy animada que encaja perfectamente con el estilo del juego, aunque le falta algo de variedad.
Conclusiones
Super Rude Bear Resurrection es un juego de plataformas muy genérico en su concepción y diseño que busca ponernos al límite de forma constante con su gran dificultad. Aunque el hecho de poder usar nuestros cadáveres es una buena idea y sus mecánicas funcionan, la imprecisión de sus controles y el constante ensayo y error al que nos someten, sumado a lo poco variado que resulta su desarrollo, acaban por ensombrecer un juego que podría haber llegado a mucho más.
Hemos realizado este análisis gracias a una código de descarga para PS4 que nos ha facilitado Alex Rose Games.