Desde el primer fotograma, Five Nights at Freddy’s 2 aspira a ser algo más ambicioso que su predecesora. Hay un esfuerzo evidente detrás: la intención de expandir la mitología del universo, rescatar personajes queridos e introducir novedades, como el misterioso nuevo animatrónico The Marionette. Técnicamente, la película sube el listón: diseño de producción, efectos visuales y recreación de los animatrónicos ofrecen, en muchos momentos, un resultado digno de una superproducción.
Una secuela que no está a la altura
El problema —y es un problema grave— es que ese empeño formal nunca converge con una narrativa sólida. El guion se siente difuso, desordenado incluso para los estándares de terror comercial, con transiciones abruptas, decisiones argumentales confusas y una lógica que a menudo obedece más a nostalgia y guiños a fans que a la coherencia dramática. El resultado es una historia que muchas veces parece un rejunte de escenas sueltas, guiños y expectativas —un “clip-show” de horror más que una narración construida.
En lo que respecta al terror, la película también falla en gran medida. Las intenciones de generar miedo, tensión o inquietud se limitan a sustos puntuales —jumpscares, apariciones súbitas, ruidos ominosos—, pero rara vez logran construir una atmósfera verdaderamente inquietante o envolvente. Para quien vaya en busca del horror psicológico, del desasosiego pausado o del horror ambiental más perturbador —lo que muchos recordábamos del videojuego original—, aquí hay poco: el miedo se diluye en la acumulación de escenas caóticas.
Los animatrónicos aúpan la película
Una de las pocas luces que sobrevive al caos es el diseño de los animatrónicos y ciertas ideas visuales. En efecto, hay momentos donde los “monstruos mecánicos” funcionan como recursos de horror —o al menos estéticos— plausibles, y la película consigue algunos instantes audiovisuales que recuerdan su raíz en los videojuegos. No obstante, incluso esos hallazgos se ven desperdiciados por la estructura narrativa: suelen funcionar como parches temporales y no como una base de tensión sostenida.
Para quienes ya amaban la primera película (o, sobre todo, los juegos), “FNAF 2” puede ofrecer algo de nostalgia, fan service y un puñado de sustos resultones. Si vas con la mentalidad de pasarlo bien, con las expectativas adecuadas y sin exigir demasiado, es divertida: escenas reconocibles, algún sobresalto, y la sensación de revisitar un universo conocido.
Pero para un espectador neutral o alguien que busca miedo de verdad, resulta difícil defenderlo. Incluso la estructura general —importada del lenguaje de los videojuegos— termina siendo contraproducente: pausas, amenazas poco creíbles y numerosos clímax mal gestionados.
Al final, se siente como una película con buenas intenciones pero pésima ejecución: todo lo que podría haber sido un paso adelante —ambición visual, expansión de la mitología, nuevos animatrónicos— queda sofocado por un guion indeciso y un terror superficial. Se queda en un punto medio: ni un desastre absoluto, ni un éxito del horror. La comparación con su predecesora no le hace ningún favor ya está además, contó con el factor sorpresa.
Five Nights at Freddy’s 2 es una carta de amor a los fans, un experimento visual y nostálgico, pero también un recordatorio de lo que sucede cuando el fan service reemplaza la narración. Vale alguna noche de sustos sueltos, quizás un rato entretenido, pero no como pieza cinematográfica.
