El proyecto que durante años fue sinónimo de óxido y silencio vuelve a moverse. El Valencia CF ha reactivado las obras del Nou Mestalla tras un largo letargo y con una cifra que sintetiza la factura del tiempo: el presupuesto global sube hasta los 360 millones, 20 millones más de lo previsto en el último marco económico presentado por el club, según recoge El País. El aumento no es anecdótico: recoge el impacto de rehacer un estadio que ha envejecido sin estrenarse y de adaptar el plan a una realidad de precios, normativa e instalaciones distinta a la que existía cuando se echó el freno.
Ese freno duró tanto que convirtió al esqueleto del estadio en un marcador de la crisis deportiva y financiera de la entidad. Las máquinas han vuelto después de un parón de 16 años: la obra quedó detenida en 2009 y se ha retomado en 2025, con la promesa de completar un recinto de gran capacidad y con cubierta integral, pensado para maximizar uso y explotación comercial más allá de los días de partido. El propio recuento de ese "parón de 16 años" ha sido confirmado por El País al informar de la reanudación efectiva de los trabajos.
Vuelta a obra tras 16 años
La actualización del presupuesto —esos 20 millones extra que elevan el total a 360 millones— no se explica solo por el tiempo, pero el tiempo lo agrava todo: materiales más caros, partidas técnicas que hay que redimensionar y la necesidad de revisar capítulos clave como arquitectura, instalaciones y seguridad para alinearlos con estándares actuales. El País ya detalló ese encarecimiento adicional cuando el club presentó su último proyecto ante el Ayuntamiento, explicitando que el salto presupuestario se cimentaba en adaptar un diseño largamente detenido a la realidad de 2024.
La reactivación no es únicamente una cuestión de hormigón: es gobernanza y credibilidad. Un estadio moderno necesita una explotación 365 días al año —museo, restauración, eventos— y, para que los números cierren, exige que la obra avance con hitos verificables y licencias alineadas. La crónica de la reanudación publicada por El País subraya, además, que el calendario de finalización apunta al verano de 2027 y que la constructora adjudicada es FCC, piezas que encajan en un puzle financiero más amplio que incluye obligaciones con la ciudad.
Calendario, licencias y explotación
En el plano urbano, completar el Nou Mestalla es también desbloquear un vacío en una de las principales arterias de Valencia y cerrar un relato de promesas incumplidas que pesaba sobre el paisaje y la memoria colectiva. El sobrecoste asumido ahora funciona, en la práctica, como la penalización por haber detenido una inversión estratégica: cada año de inacción se tradujo en deterioro físico, obsolescencia de soluciones y encarecimiento de líneas de suministro. Esa es, al final, la factura invisible del tiempo que ahora se vuelve contable.
Lo que se abre con la vuelta de las grúas es una ventana de control público y de transparencia: cronograma, certificaciones, hitos de obra y compromisos con dotaciones anexas. Si el club quiere que el nuevo estadio sea un activo y no un símbolo de parálisis, tendrá que demostrar que ha aprendido la lección más cara de todas: en construcción, el reloj siempre cobra intereses. Los 20 millones extra y los 16 años de pausa son ya, por sí solos, una advertencia suficiente.