X
  1. Vandal Random
  2. Noticias
  3. La miniserie de ciencia ficción distópica de HBO que predijo el Covid en 2014 y que costó poco más de 30 millones de euros

La miniserie de ciencia ficción distópica de HBO que predijo el Covid en 2014 y que costó poco más de 30 millones de euros

Crítica y público la recibieron con entusiasmo, destacando precisamente esa mezcla de dureza y esperanza, y su forma de usar el “postapocalipsis” para hablar de duelo, memoria y vínculos.

Cuando esta serie llegó a HBO Max a finales de 2021, mucha gente la vio con una sensación difícil de sacudir: no porque "adivinara" la COVID-19, sino porque partía de una idea que ya estaba escrita años antes y que, de pronto, dejó de ser ciencia ficción cómoda. La miniserie adapta la novela homónima de Emily St. John Mandel, publicada en 2014, y arranca con una gripe letal que rompe la normalidad en cuestión de días, para saltar después a lo que queda de la civilización veinte años más tarde.

La tentación de leer Estación Once como profecía es comprensible, pero el propio contexto desmonta el mito: la adaptación empezó a rodarse en enero de 2020 y, tras filmar parte del arranque, la producción se paró por la misma amenaza que la historia imaginaba; el parón se prolongó y el equipo retomó el trabajo meses después bajo protocolos estrictos. En entrevistas de la época, Mandel insistía en que no era una "adivina", y que la coincidencia tenía más que ver con cómo la ficción lleva décadas ensayando escenarios de riesgo biológico.

De la "profecía" al mecanismo real del miedo

Lo interesante es que Estación Once no se recrea en el "fin del mundo" como espectáculo, sino en la física social del contagio: cierres, aislamiento, miedo, y ese momento en que el sistema sanitario y la logística se tensan a la vez. Es un enfoque que encaja con lo que la epidemiología lleva tiempo subrayando sobre pandemias respiratorias: cuando faltan tratamientos inmediatos, las intervenciones no farmacológicas (reducir contactos, limitar reuniones, etc.) pueden cambiar la curva de transmisión, algo que se estudió a fondo con la gripe de 1918. Y, en el caso real de la COVID-19, la OMS la caracterizó como pandemia el 11 de marzo de 2020, un hito que marcó la respuesta global.

A partir de ahí, la serie se abre en abanico: alterna líneas temporales para seguir a Kirsten (Mackenzie Davis) desde su infancia la noche en que todo se derrumba, a Jeevan (Himesh Patel) intentando cuidarla cuando ya no hay red, y a la Traveling Symphony, una troupe que recorre asentamientos representando Shakespeare como si el arte fuera un servicio básico. En paralelo, aparece un aeropuerto convertido en refugio, un cómic que funciona como brújula emocional y un liderazgo tóxico que crece allí donde la gente necesita explicaciones simples.

Una distopía de primer plano

En lo formal, su mayor "truco" es hacer que lo distópico parezca íntimo: planos que privilegian rostros, silencios y espacios cotidianos reconvertidos, más que pirotecnia digital. De ahí que se hable de un coste relativamente contenido (circula la cifra de "poco más de 30 millones", aunque no hay un presupuesto oficial público fácilmente verificable): incluso aceptando ese orden de magnitud, la ambición está menos en levantar un mundo por CGI y más en construir atmósferas —la sensación de invierno permanente, la fragilidad de las comunidades, la belleza rara de seguir reuniéndose para contar historias.