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Jim Lee, dibujante y presidente de DC: 'Me gusta, pero odio dibujar a Spider-Man, con todas esas estúpidas telarañas'

Jim Lee, leyenda del cómic y presidente de DC, emociona en la Comic-Con Málaga regalando dibujos de Batman y Wonder Woman, hablando de X-Men, Spider-Man y su rechazo a la inteligencia artificial.

Jim Lee no necesitó grandes presentaciones en el Auditorio 1 de San Diego Comic-Con Málaga (SDCCM). Bastó con su entrada, rápida y sin anuncio previo, para que el público lo recibiera como a una auténtica estrella, no de Hollywood, sino del noveno arte. El actual presidente de DC Comics, dibujante legendario de Marvel en los noventa y uno de los nombres clave en la fundación de Image Comics, se comportó con la naturalidad de quien lleva toda una vida transformando el papel en iconos de la cultura popular. De hecho, chivó que estaba allí como gran invitado porque su mujer y él estaban de crucero, pararon en Cartagena y, al ver que cuadraba con sus vacaciones, afirmó que cogió un coche durante cuatro horas y se vino a Málaga.

"Yo he venido a pasármelo bien", dijo de inicio, dejando claro que su visita no era un ejercicio institucional, sino un regalo para los fans. Y lo demostró con gestos: sacó sus lápices, abrió su estuche y prometió arte en directo. Confirmó una vez más que está hecho de otra pasta. Y cumplió. Dibujo dos perfiles, de Batman y Wonder Woman, insignias absolutas de la Trinidad que vertebra DC junto a Superman. Ambos, el murciélago y la mujer maravilla, fueron los héroes escogidos para regalar en un último día de convención que, gracias a él, adquirió un aire de despedida inolvidable.

"Si no pudiera dibujar superhéroes haría Conan": Jim Lee desvela sus pasiones ocultas en la SDCCM

Lejos de monólogos o discursos enlatados, Jim Lee prefirió el contacto directo. "Estoy ansioso por escucharos", repetía mientras pedía que se repartieran micrófonos. El público preguntaba; él dibujaba. Una dinámica que trasladó a Málaga la esencia de sus directos en redes sociales, pero con una diferencia fundamental: el calor del cara a cara. "Si estoy delante de un ordenador me siento menos creativo", admitió, reivindicando la experiencia física del lápiz y el papel en tiempos donde la inmediatez digital y las tabletas gráficas, amenazan con diluir la magia del proceso artístico.

No tardó en surgir uno de los temas inevitables: la inteligencia artificial. Lee, sin rodeos, la calificó como "una verdadera amenaza para el arte". Con la misma honestidad recordó sus propios inicios: "Yo estudié psicología, estaba rodeado de raros y locos. No tuve compañeros dibujantes en la universidad, pero si sabes lo que quieres, no hay mejor entorno para aprender y compartir". Su mensaje fue claro: el arte sigue siendo humano y se alimenta de la convivencia, no de algoritmos.

Eso no significa que reniegue por completo de lo digital. Reconoció sus ventajas para la corrección o el color -"es genial para editar"-, pero lo comparó con "dibujar sobre vidrio", carente de la resistencia, el olor y la fricción que hacen del papel un territorio íntimo. "Me gusta tener el lápiz en la mano", sentenció, reafirmando un credo que explica por qué su trazo sigue siendo reconocible décadas después.

"Chris Claremont era como el chef y yo le pedía los ingredientes para cocinar algo increíble"

Entre confesiones, dejó que aflorara el fan que nunca ha dejado de ser. Cuando le preguntaron por su trabajo favorito, citó sin dudar X-Men #268, su colaboración con Chris Claremont: "Él era como el chef y yo le pedía los ingredientes para cocinar algo increíble". Una historia que marcó su carrera y que aún hoy sigue siendo referencia en la era dorada de los mutantes.

También hubo espacio para soñar en futuros imposibles. "Si no pudiera dibujar superhéroes, me encantaría hacer Conan. La ciencia ficción también sería muy divertida", aseguró. Y aunque confesó que le fascina dibujar a Spider-Man, no pudo evitar bromear: "Lo odio por todas las estúpidas telarañas". La carcajada del auditorio fue la prueba de que, más allá del cargo institucional y de su leyenda, Jim Lee sigue siendo lo mismo que cuando empezó: un apasionado del cómic que disfruta compartiendo su arte, lápiz en mano, frente a los que aman las viñetas.