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El primer tráiler de 'El diablo viste de Prada 2' confirma lo que querían los fans: Meryl Streep y Anne Hathaway regresan

El teaser sugiere que Andy ya no será la discípula que se deja moldear, sino alguien capaz de mirar de tú a tú a Miranda.

Casi dos décadas después de convertir la vida en una redacción de moda en un icono pop, El diablo viste de Prada vuelve a la pasarela. 20th Century Studios ha publicado el primer adelanto de la secuela, un teaser de apenas 50 segundos que basta para reunir de nuevo a Meryl Streep y Anne Hathaway en sus papeles de Miranda Priestly y Andy Sachs, y para fijar una fecha en el calendario: la película llegará a los cines a finales de abril y principios de mayo de 2026, con estreno previsto el 30 de abril en algunos territorios y el 1 de mayo en Estados Unidos.

El breve avance confirma algo que los rumores llevaban meses apuntando: el regreso no será un simple ejercicio de nostalgia, sino una revisión en clave contemporánea de un mundo —el de las revistas de papel— que ya no se parece demasiado al de 2006.

El teaser construye su golpe de efecto con la precisión de una portada bien pensada. Primero, unos stilettos rojos recorren un pasillo de oficinas hasta un ascensor; la cámara sube y revela a Miranda, impecable en negro, blanco y rojo, gafas de sol de diva y gesto inmutable. Cuando las puertas están a punto de cerrarse, una mano las detiene: entra Andy, ahora con una seguridad que nada tiene que ver con la becaria desorientada de la primera película. La saluda con un sencillo "Miranda" y recibe una respuesta seca —"ya era hora"— que funciona a la vez como comentario sobre la relación entre ambas y como guiño meta a los casi veinte años que han tardado en reencontrarse en pantalla. La sonrisa cómplice de Hathaway, mientras se coloca sus propias gafas, sugiere que esta vez el juego de poder entre jefa y protegida estará mucho más equilibrado.

Regreso con mirada contemporánea

Detrás de ese plano hay una premisa bastante más amarga que la fantasía de armarios infinitos. Según adelantó Variety y ha recogido el propio estudio, la secuela sigue a Miranda mientras intenta mantener su influencia en plena caída de la prensa escrita y en un ecosistema donde los presupuestos publicitarios de lujo se negocian en despachos de conglomerados globales, no en redacciones. Al otro lado de la mesa se encontrará con Emily Charlton, el personaje de Emily Blunt, ahora convertida en ejecutiva de alto nivel de un grupo similar a LVMH que controla exactamente esos millones que Priestly necesita para sobrevivir. El guion no adapta de forma directa la novela Revenge Wears Prada, secuela literaria publicada en 2013, pero sí recoge algunas de sus ideas de fondo: una Andy adulta que ha hecho su propio camino y una Miranda obligada a moverse en un terreno donde el papel ha dejado de ser el centro del universo.

El reparto confirma que el estudio no ha escatimado recursos para esta segunda vuelta. Además de Streep, Hathaway, Blunt y Stanley Tucci —de nuevo como Nigel—, regresan Tracie Thoms y Tibor Feldman como Lily e Irv, y se suma una larga lista de fichajes nuevos: Kenneth Branagh, Lucy Liu, Justin Theroux, Pauline Chalamet, Simone Ashley, Caleb Hearon, Helen J. Shen, Conrad Ricamora, B.J. Novak o Patrick Brammall, que toma el relevo de Adrian Grenier como nuevo interés romántico de Andy. Tras la cámara vuelve David Frankel, director de la película original, y repite Aline Brosh McKenna en el guion, lo que apunta a una continuidad clara en tono y en la forma de mezclar comedia ácida con comentario sobre las renuncias que implica abrirse paso en un sector hipercodificado como el de la moda.

Un reparto y un equipo de altura

El peso simbólico de esta secuela se entiende mejor si se recuerda lo que supuso la primera entrega. Estrenada en 2006 y basada en la novela de Lauren Weisberger, El diablo viste de Prada recaudó más de 326 millones de dólares en todo el mundo y convirtió a Miranda Priestly en uno de los personajes definitivos de la carrera de Streep, que ganó el Globo de Oro y fue nominada al Oscar por el papel. La película se convirtió en una especie de manual pop sobre los códigos de poder en los medios femeninos de alta gama, alimentó toda una iconografía de frases ("eso es todo") y GIFs, y consolidó a Hathaway y Blunt como referentes para una generación que veía en Andy y Emily dos maneras opuestas de navegar un entorno laboral depredador.

Ahora, el reto es comprobar si esa fórmula puede actualizarse sin quedarse atrapada en la pura nostalgia. La sinopsis apunta a un terreno fértil: hablar del ocaso de las revistas impresas en la era de Instagram, de cómo se negocia hoy el poder entre editoras, marcas y plataformas, y de qué pasa con las mujeres que han sostenido esa maquinaria cuando se acercan a los 60 o a los 40 y ya no encajan en el molde de "joven promesa". Hasta que llegue el 30 de abril de 2026, cada nuevo fotograma de esta secuela va a discutirse casi con la misma intensidad con la que, hace veinte años, se analizaba cada look de Runway.