Navalagamella, un pequeño municipio de poco más de 3000 habitantes en la Comunidad de Madrid, se ha convertido en el epicentro de una polémica que mezcla turismo, naturaleza y desarrollo urbano. En la ladera sur del embalse de Cerro Alarcón, entre pinares y encinas, avanza un proyecto que ha dividido al pueblo: un hotel de lujo con más de sesenta habitaciones, restaurantes, gimnasio, zonas deportivas y hasta un embarcadero.
Un refugio de alto standing a menos de una hora de la capital que promete relax y arrastra controversia. Aunque la historia empieza en Navalagamella, sus implicaciones van mucho más allá.
El resort de 20 millones y 66 villas de lujo que amenaza la sierra madrileña según Ecologistas en Acción
Hace años que se habla de los planes de la cadena Vivood para levantar un resort en plena sierra madrileña, pero ahora el proyecto ha pasado del papel a la acción. En septiembre, el Ayuntamiento anunció oficialmente el inicio de las obras y la demolición del antiguo club náutico. Según El Periódico de España, ya se han realizado las talas previas que allanan el terreno para el arranque de los trabajos.
La reacción no tardó. Ecologistas en Acción denunció que, pese al compromiso de "respetar el arbolado", se han talado encinas, pinos y cedros, y que las obras se apoyan en una licencia municipal concedida mientras otra, anterior, sigue pendiente de resolución judicial. Un detalle que ha encendido aún más los ánimos.
El llamado "Hotel-Paisaje" se presenta como una alternativa al modelo de hotel tradicional. En lugar de una gran estructura vertical, Vivood plantea un complejo horizontal formado por 55 bungalós y villas que se integren en el monte mediante el uso de piedra natural y morteros minerales. El diseño busca mimetizarse con el entorno, un enfoque que la propia compañía ya ha aplicado en su resort de Benimantell (Alicante). "Nuestra esencia es un lujo diferente: el silencio, la desconexión y la naturaleza", defendía su fundador, Daniel Mayo, en una entrevista con Idealista.
Para el Ayuntamiento, la iniciativa es una oportunidad: 150 empleos directos, impulso al turismo "de calidad" y nuevos ingresos para la economía local. Desde su punto de vista, todo está en regla y cuenta con los informes medioambientales pertinentes.
No todos lo ven así. Los ecologistas recuerdan que el complejo se levanta junto a una Zona de Especial Protección para las Aves y que su actividad podría provocar contaminación acústica, estrés en las especies locales y un aumento considerable del tráfico y la demanda de agua. Varios vecinos, consultados por EPE, comparten la preocupación: temen perder la tranquilidad de la zona y cuestionan quién asumirá los futuros costes en infraestructuras y mantenimiento.
Más allá de la disputa, el caso de Navalagamella ilustra un fenómeno cada vez más visible: el intento de descentralizar el turismo madrileño, saturado en la capital y con la mirada puesta en su sierra como nuevo refugio para el ocio sostenible y de lujo. Pero el dilema sigue abierto. ¿Hasta qué punto puede desarrollarse el turismo rural sin comprometer aquello mismo que lo hace atractivo?