X
  1. Vandal Random
  2. Noticias
  3. Científicos descubren en China el mayor cráter 'moderno' de la Tierra: '1.000 metros de diámetro y 11.000 años de antigüedad'

Científicos descubren en China el mayor cráter 'moderno' de la Tierra: '1.000 metros de diámetro y 11.000 años de antigüedad'

Queda por resolver si el meteorito era rocoso o metálico, algo que podría aclarar futuras campañas de muestreo en el entorno del cráter.

Entre las colinas boscosas de Guangdong, en el sur de China, un gran cráter llevaba décadas escondido a la vista sin que nadie sospechara que era la huella de un impacto cósmico reciente. Ahora sabemos que ese boquete, bautizado como cráter Jinlin, no es cualquier cicatriz: con unos 820–900 metros de diámetro y unos 90 metros de profundidad, es el mayor cráter de impacto conocido formado en la era "moderna" de la Tierra, el Holoceno, es decir, en los últimos 11.700 años.

Supera con holgura al hasta ahora récord de este periodo, el Macha de Rusia, de apenas 300 metros, y se convierte en una pieza clave para reconstruir la historia de los choques de meteoritos que han sacudido el planeta en tiempos relativamente recientes.

El proyectil debió de ser un meteorito de unos 30 metros de diámetro.

Los investigadores describen Jinlin como una depresión elíptica en la ladera de una montaña cerca de Zhaoqing, en la provincia de Guangdong, formada sobre un macizo granítico muy meteorizado. Hasta ahora solo se conocían cuatro cráteres de impacto en toda China, todos en el noreste; Jinlin es el quinto y el primero confirmado en el sur del país, una región de clima monzónico donde la intensa lluvia y la humedad deberían haber borrado hace tiempo cualquier relieve tan delicado. Paradójicamente, la gruesa "costra" de granito alterado ha funcionado como armadura geológica, preservando la estructura mucho mejor de lo esperable en un entorno tan erosivo.

La prueba definitiva de que no estamos ante un hundimiento tectónico ni un legado volcánico está en los detalles microscópicos de sus rocas. En los fragmentos graníticos del borde y del interior del cráter, el equipo encontró cuarzos con rasgos muy característicos llamados "planar deformation features" (PDF), láminas paralelas de material alterado que solo se forman cuando el mineral sufre presiones extremas, del orden de 10 a 35 gigapascales. Esas firmas aparecen en lugares como el cráter de Meteor Crater en Arizona o en Chicxulub, el impacto que acabó con los dinosaurios, y son el sello inconfundible de una onda de choque por impacto: ningún proceso geológico terrestre conocido puede concentrar tanta presión en tan poco tiempo.

Dataciones indirectas, basadas en la velocidad a la que se ha erosionado el terreno alrededor del cráter, sitúan el impacto en el Holoceno temprano o medio, hace unos 10.000 años, cuando las glaciaciones acababan de retirarse y las primeras sociedades agrícolas empezaban a aparecer en distintas regiones del planeta. A partir del tamaño del agujero, los científicos estiman que el proyectil debió de ser un meteorito de unos 30 metros de diámetro, capaz de liberar una energía equivalente a unas 40 bombas de Hiroshima —en torno a 0,5–0,6 megatones de TNT— al chocar contra la corteza terrestre. Es muchísimo menos que los ~3–50 megatones calculados para el estallido aéreo de Tunguska en 1908 o los más de 70.000 millones de toneladas de TNT del impacto de Chicxulub, pero más que suficiente como para arrasar todo lo que hubiera en decenas de kilómetros a la redonda.

Que este cráter exista y haya sido identificado sugiere que el registro de impactos "moderados" del Holoceno está incompleto y que hemos subestimado cuántos meteoritos de unas decenas de metros han llegado a la superficie en los últimos milenios. El siguiente paso será afinar la edad exacta del impacto y reconstruir mejor sus consecuencias: qué volumen de material expulsó, cómo se redistribuyeron los escombros, si dejó alguna señal climática o ecológica reconocible en registros como sedimentos lacustres o anillos de árboles.