Cualquiera que haya asistido, no ya a una convención de cómics, sino en general multitudinario en un lugar cerrado, se habrá dado cuenta de que existe un tipo de olor fuerte, parecido al sudor de días, que persiste e incluso puede ir intensificándose. El olor es real e incluso ha llegado a afectar a torneos competitivos. Torneos de cartas coleccionables, como Yu-Gi-Oh! y Magic: The Gathering, han tenido que enfrentarse a un problema que pocos imaginaban: la higiene personal. A lo largo de los años, se ha convertido en un meme dentro de ciertas comunidades de jugadores el hecho de que algunos participantes descuiden su aseo durante los torneos. Sin embargo, esta situación fue lo suficientemente grave como para que, en 2019, la compañía Konami, responsable del juego Yu-Gi-Oh!, tuviera que incluir normas específicas sobre higiene personal en su reglamento oficial de torneos.
La medida de Konami, implementada en Estados Unidos, exige que los asistentes a los torneos no solo lleven ropa limpia, sino que también se presenten aseados. El código de conducta del evento señala que aquellos jugadores cuya ropa esté excesivamente sucia o desprenda mal olor pueden ser penalizados o incluso expulsados. Esta regla, que parece un simple acto de sentido común, se implementó con la esperanza de mejorar el ambiente en los eventos multitudinarios, pero desafortunadamente, no ha sido suficiente para erradicar el problema.
Un problema global en el mundo de los torneos
A pesar de estas regulaciones, el problema persiste, no solo en Estados Unidos, sino también en otras partes del mundo. Este mismo año, en Japón, se hizo viral un incidente en el que una participante abandonó un torneo de Yu-Gi-Oh! debido al mal olor que impregnaba el recinto. La jugadora acudió a redes sociales para explicar su salida abrupta, señalando que el ambiente era insoportable por la falta de higiene de algunos jugadores, lo que puso nuevamente el tema en el centro del debate.
La situación ha llevado a discusiones dentro de la comunidad sobre la importancia de mantener estándares mínimos de higiene en eventos públicos. Aunque las reglas de conducta han intentado solucionar el problema, queda claro que no basta con imponer normativas; la cultura dentro de estos espacios también debe cambiar para garantizar una experiencia respetuosa y agradable para todos los participantes.