Brendan Fraser ha regresado a la industria de Hollywood por todo lo alto. Después de un largo periodo de depresión una serie de desgracias que le ocurrieron al artista, el que será eternamente recordado como protagonista de La Momia se ha colado en los premios Óscar 2023 después de arrasar en otros certámenes gracias a su última interpretación publicada en salas (nos quedamos sin ver su trabajo como Firefly en Batgirl), metiéndose en la piel de Charlie en La ballena. Fraser se transforma en un profesor de inglés con obesidad severa (270kg) que busca conectar con su hija adolescente en una última oportunidad de redención. Además de ser un desafío interpretativo increíble, Fraser también ha destacado que este trabajo le ha llevado al límite físicamente. "La ballena es el trabajo más exigente a nivel físico que he hecho nunca", desvela para Deadline.
La ballena es el trabajo más duro al que se ha enfrentado Fraser: tanto física como psicológicamente
En esa misma entrevista, Fraser explicó cómo fue el proceso de maquillaje para poder transformarse en una persona obesa, y desde luego las jornadas de preparación que se pegaban él y el responsable de efectos especiales, Adrien Morot (habitual de Darren Aronofsky, director del filme), eran brutales: 4 horas para poner las prótesis y 4 horas para quitarlas. En total, 8 horas de trabajo centradas en solo preparar a Fraser: "Al final, el actor tiene que ser muy paciente. Nunca me oirás quejarme", explica el actor. "Porque Adrien estaba una hora antes que yo y se quedaba una hora después para limpiar y prepararlo todo para volver a hacerlo a la mañana siguiente. Fue una alianza, no hace falta decir que nos hicimos amigos".
Fraser también detalla que el proceso de creación de Charlie también pasó por CGI y efectos digitales, no solo artesanales. Compara el trabajo de ordenador que vivió aquí con Al diablo con el diablo (2000), otra de sus películas estrella: "Dios, ¿hace ya 20 años que hice esa película con Harold Ramis? Aquello fueron distintos personajes que pasaron por maquillaje protésico", añade. "Esta vez no hubo necesidad de cubrirse la cara con una sustancia pegajosa, pudimos escanear mi cara digitalmente. Ese modelo se pasó a un ordenador y el cuerpo de Charlie pudo crearse con total control hasta el nivel del posicionamiento de poros y lunares".
El trabajo para convertirse en Charlie fue muy duro, pero Fraser asegura que valió mucho la pena y que le hizo comprender mejor cómo la sociedad arremete contra la gente con obesidad y cómo estas personas se sienten presionadas por estigmas impuestos, en parte, por la industria del cine: "Fue un proceso doloroso, porque me hizo entender hasta qué punto la sociedad estigmatiza a las personas obesas, y eso es algo de lo que el cine tiene parte de culpa. También comprendí cómo la crueldad de la que son objeto por parte de los demás, y por lo general de sus propios familiares y seres queridos, puede marcarles para el resto de sus vidas". La ballena está actualmente disponible en salas de cine.
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