La invasión de Rusia a Ucrania ha abierto un nuevo capítulo en el conflicto. Tras los avances de las tropas ucranianas en las últimas jornadas, recuperando cientos de posiciones, regiones y localidades, y la llamada a la movilización total por parte de la población civil rusa para acudir al frente, Putin ha sacado una nueva carta: el terror nuclear. El presidente de Rusia ha movilizado el K-329 Belgorod, un submarino equipado con el misil nuclear Poseidón, un hecho que ha despertado todas las alertas y alarmas de la OTAN y que ha puesto en jaque a todo Occidente. ¿Qué significa? ¿Por qué son tan peligrosos y avanzados los misiones Poseidón?
El submarino nuclear ruso y los misiles Poseidón: precisión y gran capacidad de destrucción a kilómetros de distancia
Submarinos nucleares hay muchos, y la gran mayoría de democracias occidentales tienen desplegados ingenios similares por los océanos de todo el mundo. Sin embargo, la gran diferencia de este submarino y su tipo de munición, avanzada y distinta de la flota naval rusa, es que lleva consigo la bautizada como el arma del Apocalipsis. Puede parecer un título exagerado, pero no falto de veracidad.
Este supertorpedo es capaz de viajar hasta 10.000 kilómetros de distancia, impactando con total precisión en su objetivo y apenas otorgando opciones de ser detectado por los sistemas de alerta temprana de la gran mayoría de escudos antimisiles existentes en la actualidad. Los expertos en tecnología militar atribuyen un alto poder destructor a los misiles Poseidón, dejando caer incluso la posibilidad de generar grandes olas o tsunamis nucleares si explotan cerca de la costa.
El Poseidón se presentó como concepto en el lejano 2015, siempre acompañado de pompa y artificio, dejando claro que era uno de los avances más grandes jamás registrados en la tecnología militar. Hablamos de un supertorpedo capaz de cambiar las reglas de contravigilancia en el mar, ya que ofrece de gran versatilidad al ejército ruso de cara a lanzar misiles y armas nucleares desde cualquier punto sin temor a ser detectados. Este tipo de misil mide aproximadamente unos 20 metros de longitud y 2 de diámetro y se alimenta de un motor de propulsión nuclear. Este último punto es clave, ya que le permite alcanzar velocidades superiores a los 150 kilómetros por hora, disponiéndole de un autonomía inusitada actualmente. Básicamente hablamos de un avanzado dron submarino que puede pilotarse a distancia, así como guiarlo a un objetivo hasta una distancia de 10.000 kilómetros.
La presentación oficial de este ingenio de alto poder destructivo fue en 2018, y desde el Kremlin se le calificó al instante como "el instrumento necesario para lograr la supremacía bélica en el mar". Hasta la fecha no se había desplegado, y su efectividad real se desconoce, ya que la marina rusa no ha confirmado si ha realizado ejercicios simulados que demuestren el poderío técnico y destructivo de este tipo de armas. Hay que destacar que no es un arma exclusiva del ejército ruso, ya que Estados Unidos almacena misiles intercontinentales similares en poder y versatilidad, diseñados en principio para usarse como elementos disuasorios entre potencias. Pero el movimiento táctico de Rusia, justo cuando se encuentra sufriendo grandes reveses en su operación militar ilegal en Ucrania, ha asustado a la Alianza. ¿Por qué? Porque el submarino Belgorod y su carga nuclear son una suerte de declaración de intenciones de Putin para cambiar el rumbo de una guerra que está perdiendo.
¿Qué pasaría si impacta un misil Poseidón?
Sin ser alarmistas, podríamos decir que el Poseidón es un arma diseñada para destruir absolutamente todo. Su capacidad es tal que la carga nuclear puede explotar bajo el mar, expulsando al aire unas cantidades de agua masivas, generando tsunamis de alto poder destructivo, capaces de arrasar zonas litorales y poblaciones costeras con maremotos radioactivos. Más allá de la deflagración o del hongo nuclear generado en tierra firme en un impacto secreto, sus diseñadores pensaron en las consecuencias a largo plazo, buscando generar una lluvia radiactiva constante durante meses debido a la combinación de los componentes atómicos con el agua del mar. Si funcionase en terreno real, inutilizaría la salubridad de la tierra y la zona durante décadas, generando una situación igual o más peligrosa que la vista en Chernóbil durante 1986.
La Alianza teme que Rusia quiera probar la efectividad de los misiles Poseidón y su submarino nuclear
La OTAN cree que la intención del Kremlin es probar la efectividad del Poseidón y del propio Belgorod, un submarino realmente avanzado. El ingenio submarino fue botado en julio, y es uno de los únicos vehículos capaces de llevar a bordo la citada arma. Si los misiles son un prodigio de la tecnología bélica, el Belgorod no se queda atrás. Hablamos de un sistema independiente y con alta capacidad de autonomía, que tiene unos 184 metros de eslora y 15 de manga, y es capaz de viajar a unos 60 kilómetros por hora bajo el agua, pasando hasta 120 días sin tener que regresar a la superficie.
En estos momentos se encuentra en el Ártico, y las agencias de inteligencia occidentales insinúan que habría sido el culpable del reciente sabotaje a los dos enormes ramales del gaseoducto Nord Stream en el Báltico y que podrían agravar la crisis energética que vive Europa desde finales de diciembre del año pasado. De momento, la OTAN apunta a que Rusia experimentaría con el torpedo dentro de los límites del mar de Kara, en la zona del Ártico y siempre en regiones despobladas y sin carga atómica.