Uno de los modelos más cotizados y venerados dentro del mundo de las sneakers son las Air Jordan. Hablamos de unos modelos que, conforme más antiguos y mejor conservados estén, más alto es su valor en el mercado de segunda mano y los coleccionistas. Tal y como se hacen eco en Gizmodo, tener una copia de estas zapatillas es todo un lujo, pero como casi cualquier calzado, está sujeto al uso y al desgaste. Este equipo de restauradores devuelve la vida a un modelo original del 1985 en un vídeo que es tan curioso como absorbente.
El artesano que restaura zapatillas
The Cobblers es un taller de reparación de calzado afincado en Miami que nació como respuesta a una necesidad. Según confirma Warren Barthes, fundador de la empresa, todo arrancó en noviembre de 2019 cuando descubrió que de 60.000 tiendas de reparación de calzado en todo Estados Unidos, solo quedaban unas 4000 en activo, pero que de las que permanecían abiertas, la mayoría apenas podían mantenerse al día con la creciente demanda de clientes.
Mientras vendía y compraba calzado de segunda mano, decidió comenzar a repararlo y restaurarlo, ofreciendo un servicio a sus clientes sin parangón en el país. Barthes fue inteligente, pues supo responder a una necesidad, adaptar a las nuevas generaciones y presentarlo de la mejor manera posible a sus consumidores. ¿Cómo? Contratando a los mejores, siendo didáctico y tomando los mayores retos en el mercado de las zapatillas de segunda mano y de colección.
De hecho, las zapatillas que restaura con especial mimo en este clip no son un modelo cualquiera. Son las míticas Air Jordan 1 originales de Chicago de 1985, un modelo cuyo par más reciente salido a subasta llegó a venderse en 2020 por 560.000 dólares. Su precio habitual ronda, según el estado en el que se encuentren, los 20.000 o 30.000 dólares, mucho más que un coche o el sueldo medio de un trabajador español. Es un producto codiciado, el símbolo nostálgico de una época pasada. Y como tal, no se le cede a cualquiera. El vídeo de The Cobblers es increíble, pues demuestra cómo de complicado y minucioso llega a ser este proceso, en el que intervienen herramientas artesanales, procesos químicos y mucho tiempo y paciencia.
Curiosamente, y al contrario que otros clientes, Warren Barthes afirma que en el encargo se especificó que no quería reparar el cuero, y que se mantuviera la personalidad y la originalidad de las zapatillas. De esta forma, manteniendo el desgaste del cuero y de otros elementos, el taller tuvo que despegar la suela de goma con sumo cuidado y buscar un reemplazo exacto para mantenerse a los designios del cliente. Un auténtica pasada.