La tecnología militar no deja de sorprendernos en los últimos meses. Las grandes potencias parecen enfrascadas en una auténtica vorágine de armas imposibles, dignas de la ciencia ficción, entre las que destacan cazas de sexta generación y los cada vez más habituales misiles hipersónicos.
El AGM-183A ARRW (Air-Launched Rapid Response Weapon) representa un salto cualitativo en la capacidad hipersónica de Estados Unidos, diseñado por Lockheed Martin para contrarrestar amenazas avanzadas de potencias como la citada China y Rusia. Lanzado desde bombarderos como el B-52 Stratofortress, este misil boost-glide acelera a más de Mach 5 (unos 6100 km/h) mediante un propulsor de cohete sólido, liberando un vehículo de planeo maniobrable que evade defensas convencionales. Es el gran as bajo la manga de Norteamérica.
No es ciencia ficción: EE.UU. responde al desafío de China con el AGM-183A, un arma hipersónica que sacude el equilibrio militar
Este ambicioso programa, revivido en 2025 tras pruebas exitosas en 2022, transita de prototipo a producción con un presupuesto de 387,1 millones de dólares para 2026, sumando 1400 millones invertidos en desarrollo. Hay que decir que ha tenido un camino muy complicado. Iniciado en 2018 con un contrato inicial de 480 millones de dólares, el ARRW ha ido superando hitos como la separación exitosa del B-52 en mayo de 2022, alcanzando Mach 5 y completando rutas planeadas en diciembre del mismo año. En el Departamento de Defensa estaban contentos con sus resultados pero el proyecto casi acaba cancelado.
Aunque pausado temporalmente en 2024 por priorizar otros sistemas como el HACM, el jefe de la Fuerza Aérea, Gen. David Allvin, anunció su reactivación en junio de 2025 para competir con armas como el Avangard ruso. Su rango estimado supera los 1600 km, ideal para strikes precisos contra objetivos de alto valor estratégico en entornos defendidos.
El diseño boost-glide permite maniobras impredecibles durante el vuelo, superando las limitaciones de los misiles balísticos tradicionales y desafiando sistemas antimisiles como el Patriot, uno de los más habituales en todo el mundo. Integrable enl os B-1B y potencialmente en modelos de caza como F-15EX, este misil es bastante más versátil de lo que se había dicho en un principio.
Por ejemplo, se estima que un B-1 podría llevar hasta 3 unidades, multiplicando la letalidad estratégica de esta arma, y que en cazas, puede tener un valor extra de penetración en territorio enemigo. En un contexto de carrera hipersónica, el ARRW fortalece la disuasión no nuclear de EE.UU., en la que admiten quedarse muy atrás en los últimos años. Esta arma redefine la guerra moderna al acortar tiempos de respuesta y elevar los llamados umbrales defensivos, presionando a aliados de la OTAN a invertir en contramedidas.