Estados Unidos ha decidido pisar el freno de uno de sus programas navales estrella y lo ha hecho con un golpe seco sobre la mesa: la Marina norteamericana ha desmantelado casi por completo la hoja de ruta prevista para las fragatas de la clase Constellation, anulando cuatro de las seis unidades encargadas al grupo italiano Fincantieri.
Es un giro brusco, inesperado y que deja al descubierto cómo el Pentágono está reordenando sus prioridades mientras la presión presupuestaria y el pulso estratégico con China se intensifican a marchas forzadas.
EE.UU. anula cuatro fragatas de última generación valoradas en 5500 millones y desata un seísmo industrial en plena pugna naval con China
El contrato, adjudicado en 2020 y tasado en unos 5500 millones de dólares, había sido celebrado como una rara victoria europea en el mercado militar estadounidense, frente a competidores como la española Navantia. Pero la revisión interna iniciada este otoño ha cambiado la narrativa: las dos primeras fragatas seguirán adelante, mientras que los cuatro cascos posteriores -ya financiados y con planificación en marcha- quedan oficialmente fuera del programa.
Un mazazo industrial que Fincantieri ha encajado con diplomacia, subrayando que el acuerdo incluye indemnizaciones por los compromisos adquiridos y mecanismos de compensación por el frenazo productivo.
La decisión llega en un momento delicado para el gigante naval italiano, que en los últimos años ha invertido más de 800 millones de dólares en reforzar su infraestructura en Estados Unidos, con cuatro astilleros operativos y unos 3750 empleados. La cancelación obliga a recalibrar una estrategia industrial diseñada para décadas, aunque Washington ha dejado entreabierta la puerta a futuros pedidos, dependiendo de cómo evolucione su planificación naval.
Las fragatas Constellation, inspiradas en diseños europeos pero adaptadas a la doctrina estadounidense, representan un salto cualitativo en escolta, guerra antisubmarina y control marítimo de alta intensidad: 151 metros de eslora, 7.500 toneladas de desplazamiento, sensores de última generación, misiles SM-2, ESSM, ASROC, lanzadores verticales Mk 41, integración bajo Aegis Baseline 10 y el radar AN/SPY-6(V)3. Todo ello impulsado por un sistema híbrido CODLAG que reduce la firma acústica y amplía autonomía. Con la cancelación, la US Navy no renuncia a la clase, pero sí la redefine.