En plena ola de calor, cuando las temperaturas en Madrid superan los 40 °C, muchos ciudadanos buscan refugio en la sombra de sus balcones y ventanas.
Sin embargo, el arquitecto Jordi Martí lanza una advertencia que desmonta uno de los símbolos veraniegos de la capital, según recoge As: los toldos verdes no solo no alivian el calor, sino que pueden agravar la situación. "Es cuestión de física", resume el experto, que asegura que este tipo de toldos oscuros actúan como auténticos radiadores frente a las ventanas.
Según Martí, el color verde oscuro, omnipresente en las fachadas madrileñas desde los años 60 por razones estéticas y normativas, absorbe gran parte de la radiación solar, transformándola en calor. Este efecto térmico puede elevar notablemente la temperatura del entorno inmediato, sobre todo cuando el toldo está próximo a una ventana o puerta. "No es el peor de los casos, pero sí bastante ineficiente. Un toldo negro, por ejemplo, puede absorber hasta el 98 % de la radiación solar", explica Martí, citando estudios como la tesis doctoral del físico alemán Hubertus Pöppinghaus sobre gestión de sombras y radiación.
El toldo ideal es blanco, reflectante y bien orientado
La clave, según el arquitecto, está en cambiar el paradigma cromático. "Lo óptimo sería usar toldos blancos o de colores muy claros, que reflejan la radiación en lugar de absorberla", propone. Además, recomienda toldos con doble cara: una superficie exterior clara que rebote la luz solar y una cara interior más oscura orientada hacia el suelo o la fachada, para mejorar la eficiencia térmica sin comprometer el confort visual. Un recubrimiento de baja emisividad en el interior también puede mejorar el aislamiento, tanto en verano como en invierno.
Pero el diseño no es solo una cuestión de color. Martí insiste en la importancia de la orientación y la disposición del toldo. Un mal ángulo puede permitir que la radiación rebote hacia el interior del hogar, elevando la temperatura interior. Además, recuerda que el aire caliente tiende a acumularse bajo superficies mal ventiladas, por lo que aboga por toldos que permitan una buena circulación de aire y, en la medida de lo posible, el uso de soluciones adaptadas al clima continental de la ciudad.
La naturaleza como aliada: combinar sombra artificial y vegetal
Pese a los avances técnicos en materiales reflectantes y textiles térmicos, el experto destaca que "nada compite con la sombra natural". Las plantas, explica, no solo proyectan sombra, sino que enfrían el ambiente a través del proceso de transpiración y la fotosíntesis. Esta evaporación natural de agua contribuye a reducir la temperatura ambiental, creando microclimas más agradables. Por ello, Martí sugiere que la solución más inteligente es una combinación: toldos de diseño inteligente acompañados por vegetación urbana, como árboles o jardines verticales.
Este enfoque no solo es más eficiente térmicamente, sino que tiene beneficios adicionales como la mejora de la calidad del aire, la reducción del ruido urbano y un menor uso del aire acondicionado, lo que a su vez reduce las emisiones y la factura energética. "La sombra vegetal es el mejor climatizador natural que tenemos", insiste.