Que Kojima basa sus juegos en la realidad es algo que a día de hoy, quién haya seguido un poco su trayectoria conoce. Sin embargo parece que se tenía bien callado que el pilar fundamental de su último juego (y primero de su estudio Kojima Productions) no es algo que se haya inventado, sino que se basó enteramente en una profesión japonesa que está en peligro de extinción, los mensajeros bokka.
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Este título, que fue calificado a modo de meme como un "simulador de repartir paquetes" debido a su enfocado gameplay en el cual el protagonista, Sam, se encarga de transportar mercancías a través de un paisaje postapocalíptico. La peculiaridad de Death Stranding radica en su sistema de juego que reta a los jugadores a equilibrar y cargar a Sam con un número considerable de paquetes, creando visuales impresionantes donde el personaje puede ser visto llevando torres de cajas que duplican su altura. Esta mecánica resulta estar muy inspirada en la vida real. Los bokka, mensajeros tradicionales en algunas regiones rurales de Japón, también son expertos en llevar grandes cantidades de paquetes por senderos naturales a comunidades aisladas, especialmente en el Parque Nacional Oze.
Cargas de más de 100 kg
Estos realizan una labor impresionante, apilando y asegurando cajas sobre sus espaldas, a menudo llevando cargas que pueden superar los 100 kg a través de terrenos difíciles, demostrando una resistencia y habilidad extraordinarias. Incluso cargan con sus propias escalera de madera para superar obstáculos en el terreno, tal y como hace Porter en el juego.
Tsutomu Watanabe, un mensajero con 34 años de experiencia, comparte a FNN su rutina diaria de entregar suministros a los refugios de montaña, una tarea que realiza casi todos los días durante la temporada activa. La importancia de su trabajo se magnifica por las difíciles condiciones climáticas y la necesidad vital de suministros que tienen los residentes y refugios en estas áreas remotas. Entrega verduras, carne y otros artículos a los refugios de montaña casi todos los días durante la temporada que va desde finales de abril hasta finales de octubre.
Watanabe quedó fascinado con las montañas cuando se unió al club de montañismo en la escuela secundaria. "Empecé a caminar a los 23 años mientras trabajaba en un refugio de montaña", señala al medio. "Durante el primer y segundo año las cosas no fueron tan bien, me resbalé, me caí y me rompí un hueso, así que terminé usando vendas en todo el cuerpo", añade.
"He estado haciendo esto durante más de 30 años, pero cada vez que escucho a alguien agradecerme por su arduo trabajo, es muy gratificante. Me da un sentido de propósito", dice Watanabe que carga más de 80 kilos en la espalda durante trayectos de tres horas y media.
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