El litigio estrella entre autores y tecnológicas ha dado un giro en Nueva York: el juez federal Sidney Stein permitió que la demanda colectiva contra OpenAI y Microsoft siga adelante por presunta infracción de copyright. En su resolución del 28 de octubre, Stein sostuvo que un jurado "podría concluir" que ciertos outputs de ChatGPT son "sustancialmente similares" a las obras de los demandantes.
Como ejemplo, citó una respuesta del sistema que bosquejaba una secuela alternativa a A Clash of Kings de George R. R. Martin —con título inventado, A Dance with Shadows—, suficiente para no cerrar el caso en esta fase preliminar.
El caso consolida varias demandas de autores de renombre (Martin, Michael Chabon, Ta-Nehisi Coates, Jia Tolentino, Sarah Silverman, entre otros) que alegan dos cosas: que sus libros se ingirieron sin permiso para entrenar modelos; y que el sistema puede generar textos que recuerdan de forma protegible a pasajes, tramas o personajes de sus obras. El tribunal no ha sentenciado todavía sobre el fondo; tan solo ha dicho que, a la vista de los materiales, no corresponde cerrar el pleito antes de prueba y peritaje. Eso implica que habrá descubrimiento y, previsiblemente, test pericial de similitud sustancial.
Qué reclama cada parte y qué ha decidido el juez
La clave es que el juez no resolvió la defensa de fair use (uso justo). La cuestión se discutirá más adelante y puede ser decisiva, como ya ocurrió en San Francisco con Anthropic, donde el juez William Alsup consideró en junio que entrenar un modelo con libros protegidos puede ser uso justo por su carácter transformador; eso sí, separó el entrenamiento de la obtención de copias: tener una biblioteca de millones de libros pirateados no quedó amparado. Ese mismo asunto terminó con un acuerdo: 1.500 millones de dólares a repartir entre titulares, aprobado de forma preliminar en septiembre.
En este contexto, el movimiento en Nueva York no contradice lo de Alsup: son fases procesales distintas. Aquí, Stein valora que los demandantes han superado el listón de plausibilidad al aportar ejemplos concretos (como la "secuela" de Canción de hielo y fuego con magia ancestral de dragones, una Lady Elara Targaryen lejana y una secta disidente de los Niños del Bosque) y, por tanto, el juicio debe continuar. Falta por ver si, con la pericial, esos parecidos pasan de lo plausible a lo probado, y si el tribunal estima que el uso justo protege —en todo o en parte— la cadena técnica que va desde el entrenamiento hasta la generación.
Lo que viene ahora en el proceso
Para OpenAI y Microsoft, el varapalo es procesal pero importante: Reuters reporta que el tribunal rechazó tumbar por completo las pretensiones de los autores, lo que abre la puerta a meses de intercambio de documentos, comparecencias y, potencialmente, nuevas mociones centradas en el alcance del fair use y en cómo se midan las similitudes (¿idea vs. expresión?, ¿tópicos de fantasía vs. secuencias de eventos?). En paralelo, el ecosistema observa si la pauta de Anthropic —victoria parcial en fair use y pago por obtención ilícita— se convierte en modelo de arreglo o si este caso llega a juicio.
Más allá del morbo de Juego de tronos, el fondo es estructural: cómo equilibrar innovación y derechos de autor en sistemas que aprenden de corpus masivos. La resolución de Stein no decide la guerra, pero sí asegura la batalla: habrá oportunidad de contraste técnico-jurídico sobre similitud sustancial, daños y defensas.