El espacio, que durante décadas se percibió como un territorio de cooperación científica y exploración pacífica, se ha transformado rápidamente en un escenario estratégico donde las potencias mundiales buscan imponerse.
Así lo advirtió Francisco Braco Carbó, jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire y del Espacio, al subrayar que el espacio "se ha militarizado" y que actualmente "ya existen armas" orbitando sobre nuestras cabezas, en referencia a los satélites militares que vigilan la Tierra.
EEUU lidera con 247 satélites militares mientras Europa lucha por no quedarse atrás
Según datos de la organización estadounidense UCS, en 2023 Estados Unidos lideraba la lista de países con satélites militares (247), seguido de China (157) y Rusia (110). Muy por detrás se situaban Francia (17), Israel (12), Italia (10), India (9), Alemania (8), Reino Unido (6) y España (4). Estas cifras son estimaciones, ya que no existen registros oficiales, y se han incrementado recientemente con lanzamientos como el del satélite español SpainSat NG II desde Cabo Cañaveral.
Europa, en cambio, aún va a la zaga. Para reducir esta brecha, Alemania anunció una inversión de 35.000 millones de euros hasta 2030 para reforzar su capacidad de defensa espacial. "Nuestro talón de Aquiles está en el espacio", admitió el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, señalando el rápido avance de Rusia y China en este ámbito.
La mayoría de los satélites actuales combinan funciones civiles y militares, como garantizar comunicaciones, navegación o información meteorológica, aunque algunos poseen capacidades ofensivas. Entre ellos destacan los ASAT, satélites "kamikaze" diseñados para destruir otros satélites mediante colisiones o cargas explosivas, generando también desechos peligrosos en órbita. Europa responde con proyectos como Naucrates, un satélite con funciones de vigilancia y protección orbital.
Otros satélites están diseñados para interferir o espiar: algunos afectan comunicaciones mediante jamming o spoofing, otros registran movimientos en la Tierra o incluso observan satélites enemigos. Las últimas generaciones de satélites cuentan con armas de energía dirigida, como láseres o microondas de alta potencia, capaces de inutilizar sistemas sin contacto físico, mientras que drones espaciales como el X37B estadounidense exploran nuevas capacidades de defensa y ataque.
Finalmente, los sistemas de navegación y alerta temprana garantizan comunicaciones seguras y detectan lanzamientos de misiles o pruebas nucleares, y existen indicios de que algunas potencias, como Rusia, trabajan en armas nucleares espaciales capaces de generar pulsos electromagnéticos masivos para paralizar satélites. El espacio se ha convertido así en un tablero de confrontación global, donde la tecnología y la vigilancia marcan la diferencia y Europa aún lucha por no quedarse atrás en esta carrera estratégica.