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Ni Mercadona ni Lidl: el supermercado portugués que llena carros por 40 euros con productos 'rechazados' por otras cadenas

En un momento en el que Eurostat calcula que la UE genera unos 132 kilos de residuos alimentarios por persona al año, y en el que los gobiernos lanzan campañas para “organizar la nevera” y aprovechar sobras, la narrativa de “salvar” alimentos del vertedero añade un componente ético al acto de comprar barato.

En plena escalada de precios de la cesta de la compra, Portugal se ha convertido en laboratorio de un modelo de supermercado que lleva la lógica del outlet al pasillo de los yogures. Sempre Bom, inaugurado el 17 de octubre en Viseu, funciona casi como un "refugio" para productos que otras cadenas apartan: excedentes de stock, partidas con envases dañados, etiquetas mal impresas, líneas descatalogadas o restos logísticos que no encajan en el lineal perfecto de los grandes retailers.

La promesa es tan simple como potente: con poco más de 40 euros, hay clientes que aseguran salir con el carro lleno, gracias a descuentos agresivos en marcas reconocidas que, en cualquier otro contexto, acabarían en un almacén polvoriento o directamente en la basura.

El gancho del precio llega acompañado de un discurso muy claro: combatir el desperdicio alimentario. No es un lema vacío. Según los últimos datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística portugués, en 2023 se tiraron 1,93 millones de toneladas de alimentos en el país, el equivalente a unos 183 kilos por habitante, con los hogares a la cabeza del problema pero con el comercio minorista aportando alrededor del 12 % del total. En ese contexto, una tienda que se define como "stock off a precios increíbles" y que se presenta en redes con el lema "menos desperdicio, más ahorro" encaja con la agenda europea que exige reducir drásticamente la comida que termina en el cubo de la basura antes de 2030.

Portugal, laboratorio del supermercado outlet

La apuesta de Sempre Bom no nace en el vacío: se suma a una ola low cost que está reconfigurando el mapa del retail en Portugal. En los últimos tres años el país ha visto desembarcar cadenas como Normal, Pepco, Action, KiK o TEDi, y en 2025 se ha sumado con fuerza la española Primaprix, que se presenta abiertamente como un "outlet de grandes marcas internacionales", con aperturas en Guimarães, Oporto y Lisboa y descuentos que pueden llegar al 70 % sobre el precio de mercado. La diferencia es que, mientras estas enseñas juegan con excedentes paneuropeos y productos en envase antiguo, Sempre Bom vende casi en exclusiva mercancía "rechazada" por otras cadenas portuguesas, colocándose a medio camino entre el supermercado de barrio y la planta de outlet logístico.
El resultado es un espacio que desafía la estética clásica del lineal perfecto: referencias que cambian constantemente, lotes limitados y esa sensación de "caza del tesoro" que tantas cadenas discount han convertido en modelo de negocio.

Para las familias que miran cada euro, la ecuación es evidente: marcas conocidas a precio de derribo, a cambio de tolerar una etiqueta arrugada o una caja abollada. Para la industria alimentaria y la distribución, el movimiento abre una ventana incómoda: reconoce públicamente que toneladas de productos en buen estado se quedaban fuera del circuito comercial por razones puramente cosméticas o de planificación, justo cuando Bruselas endurece las obligaciones legales contra el despilfarro de alimentos.

¿Puede este modelo cruzar la frontera?

La pregunta obvia, vista desde España, es si un modelo así podría cruzar la frontera. El terreno, en teoría, está abonado: la inflación ha disparado el interés por supermercados discount y segundas marcas, y la nueva Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario empuja a las empresas a buscar salidas comerciales o sociales para sus excedentes antes de destruirlos. De hecho, el propio éxito de Primaprix en el mercado español, con su fórmula de "sobrantes de promociones, pedidos cancelados y envases antiguos", demuestra que hay un cliente dispuesto a aceptar cierta incertidumbre en la compra a cambio de un ticket sensiblemente más bajo sin renunciar a Danone, Nivea o Coca-Cola.