La tercera y última temporada de El juego del calamar ha llegado a Netflix con una dosis extra de controversia, y no sólo por su final divisivo. Uno de los debates más encendidos entre los fans gira en torno al elenco de VIPs que aparece en los capítulos finales, y en especial, por una decisión creativa que ha dejado desconcertados incluso a parte del reparto: varios actores que hablaban inglés de forma nativa fueron doblados… también al inglés.
Doblan a un actor que ya hablaba inglés
Bryan Bucco, uno de los intérpretes que da vida a los nuevos VIPs, confirmó en TikTok que su voz fue sustituida en postproducción por la de otro actor. "Esos son los doblajes en inglés. Yo era el actor de verdad. Lo que se interpreta aquí no es mi voz", aclaró en los comentarios de un vídeo viral que criticaba las actuaciones de los personajes de élite. Aunque reconoció que su doblador "lo hizo bien" dadas las circunstancias, el desconcierto persiste: ¿por qué reemplazar una voz auténticamente angloparlante por otra también angloparlante en la versión original?
La elección ha provocado malestar entre los espectadores, tanto en Corea como en Occidente, que critican la desconexión emocional y tonal que genera este tipo de doblaje forzado. No es la primera vez que los VIPs de El juego del calamar son objeto de críticas: ya en la temporada 1, sus diálogos y entonaciones fueron tildados de caricaturescos y poco creíbles, lo que muchos achacaron entonces a una actuación forzada y al uso de intérpretes extranjeros sin mucha experiencia en el medio coreano.
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En esta nueva entrega, la serie surcoreana ha optado por un enfoque aún más desconcertante: no sólo han mantenido el doblaje en la versión en coreano, sino que también han sustituido las voces originales en inglés en la pista de audio inglesa, alejándose así de cualquier intento de autenticidad actoral. En el caso del doblaje al castellano, además, se ha abandonado la práctica de dejar las voces en inglés original —como se hizo en la primera temporada— para optar por una versión completamente localizada, acentuando aún más la sensación de irrealidad entre los fans.
El juego del calamar ha sido desde su estreno una feroz crítica a las desigualdades sociales y al poder desmedido de las élites. Pero esta decisión creativa, aparentemente menor, ha desatado un debate más profundo sobre hasta qué punto la posproducción puede desfigurar la intención actoral y empañar el impacto narrativo de una obra.