Pocos meses antes de cerrar un año que ya ha sido extraordinario para el género de terror, Keeper se ha convertido en la nueva sensación entre los cinéfilos y los propios maestros del miedo. Dirigida por Oz Perkins —hijo del mítico Anthony Perkins y responsable de Longlegs, una de las cintas más inquietantes del año—, la película llegará a los cines el próximo 19 de diciembre, arropada por elogios que no son precisamente menores: James Wan la define como "un descenso a la locura", Fede Álvarez la califica de "puro terror" y Guillermo del Toro asegura que es "una obra tan perturbadora como hipnótica".
El tráiler, que ha desatado la euforia entre los aficionados, deja entrever un relato claustrofóbico y atmosférico que se aleja del susto fácil para construir el horror a fuego lento. La historia sigue a una pareja que se refugia en una cabaña perdida para reconectar tras una etapa difícil, pero lo que comienza como un intento de sanación emocional se transforma en una pesadilla psicológica. Ella empieza a sentir que algo o alguien los observa desde el bosque, y su creciente paranoia —o clarividencia— acaba arrastrando a ambos hacia una espiral de aislamiento, violencia y demencia.
Del tráiler al boca-oreja
Perkins, conocido por su estilo visual sobrio y su talento para el horror existencial, vuelve aquí a explorar los límites de la mente humana. Según las primeras impresiones, Keeper combina el minimalismo estético de The Witch con la densidad psicológica de Hereditary, jugando con los espacios cerrados y los sonidos del entorno para generar una tensión que nunca se libera del todo. Los analistas que ya han visto el metraje la describen como "una experiencia opresiva, íntima y emocionalmente agotadora".
Parte de su fuerza reside en el retrato de la protagonista, que algunos comparan con el tipo de terror doméstico que popularizó El resplandor. Perkins no sólo utiliza la cabaña como escenario, sino como una extensión de la mente del personaje: una estructura que se deforma y resquebraja a medida que la locura avanza. La película, rodada en localizaciones naturales de Columbia Británica, aprovecha la luz natural y los tonos fríos para potenciar el contraste entre el paisaje idílico y el horror latente.
Un renacimiento del terror de autor
El apoyo público de figuras como Del Toro, Wan o Álvarez no es casualidad. Los tres directores coinciden en que el terror contemporáneo atraviesa un renacimiento similar al del cine de autor de los setenta, donde las emociones humanas —culpa, deseo, pérdida— eran tan importantes como los monstruos. "Keeper recupera la sensación de que el miedo nace del amor y de la vulnerabilidad", habría comentado Del Toro en redes, mientras que Wan elogió la manera en que "el sonido y la puesta en escena manipulan la mente del espectador sin recurrir a lo explícito".