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Científicos descubren una estrella cercana capaz de destruir planetas: 'Sus tormentas solares viajan a 2.400 km por segundo'

Saber qué estrellas son relativamente tranquilas y cuáles se comportan como lanzallamas cósmicos ayudará a priorizar qué sistemas merece la pena estudiar con telescopios tan preciados como el James Webb o sus sucesores.

Una estrella que a primera vista pasaría desapercibida en el vecindario cósmico acaba de demostrar que puede comportarse como un auténtico lanzallamas estelar. La enana roja StKM 1-1262, situada a unos 40 años luz de la Tierra, protagonizó en 1883 una eyección de masa coronal tan violenta que habría sido capaz de arrancar por completo la atmósfera de cualquier planeta que orbitara cerca.

La luz de ese estallido, registrado como una ráfaga de ondas de radio, llegó a nosotros en 2016 y ha sido analizada ahora por un equipo internacional que firma en Nature la primera detección inequívoca de una eyección de masa coronal en una estrella que no es el Sol.

StKM 1-1262 es una estrella modesta: tiene aproximadamente la mitad de la masa del Sol, brilla menos y es más fría. Pero compensa esa aparente discreción con un comportamiento extremo. Los nuevos datos muestran que rota unas 20 veces más rápido que nuestra estrella y que su campo magnético es unas 300 veces más intenso, una combinación explosiva para su atmósfera. La eyección detectada —una "expulsión masiva de plasma magnetizado", en palabras de los autores— lanzó material al espacio a unos 2.400 kilómetros por segundo, una velocidad que solo alcanzan las tormentas más energéticas del Sol y que, según los modelos, bastaría para dejar desnudo de aire a un planeta de tipo terrestre situado en la zona habitable de la estrella en apenas minutos.

La firma en radio que lo delata

La clave del hallazgo no es solo la violencia del fenómeno, sino la forma en que se ha podido identificar. Los investigadores aprovecharon los datos del radiotelescopio LOFAR, una red de antenas de baja frecuencia repartidas por Europa, y desarrollaron un método de análisis capaz de "pescar" en paralelo posibles estallidos en miles de estrellas a la vez. Entre más de 5.000 enanas rojas monitorizadas durante el equivalente a 100 años-estrella, solo una señal coincidía con la firma de un tipo muy concreto de estallido de radio —una ráfaga tipo II— que en el caso del Sol solo aparece cuando una eyección de masa coronal rompe el campo magnético y escapa al espacio. Con esa pista en la mano, el equipo recurrió al observatorio espacial XMM-Newton de la ESA para medir la temperatura, la rotación y el brillo en rayos X de StKM 1-1262 y confirmar que estaban viendo el equivalente exacto de una CME solar, pero en versión extrasolar.

El descubrimiento llega en un momento delicado para el gran sueño de encontrar vida en planetas que giran alrededor de enanas rojas. Este tipo de estrellas, pequeñas y tenaces, son las más abundantes de la galaxia y concentran buena parte de los exoplanetas conocidos, muchos de ellos en la llamada zona habitable, donde en teoría podría existir agua líquida. Pero StKM 1-1262 recuerda que la distancia "correcta" no lo es todo: alrededor de enanas rojas, los mundos potencialmente templados tienen que situarse mucho más cerca que la Tierra del Sol, justo en la zona donde las eyecciones de plasma son más devastadoras. Simulaciones citadas en el propio estudio indican que una ráfaga como la observada podría generar presiones de choque suficientes como para erosionar rápidamente la atmósfera de un planeta rocoso situado a unas dos décimas de unidad astronómica, el borde interior de la zona habitable para una estrella de este tipo.

¿Una amenaza común en enanas rojas?

Lejos de ser una rareza aislada, StKM 1-1262 podría ser la punta de un iceberg incómodo. Las enanas rojas jóvenes se saben muy activas: emiten fulguraciones intensas en rayos X, ultravioleta y luz visible, y desde hace años se sospechaba que también lanzan eyecciones masivas de plasma con frecuencia, aunque hasta ahora no había una prueba directa. Si futuras campañas con LOFAR y, sobre todo, con el futuro radiotelescopio SKA confirman que este tipo de tormentas son habituales, el mapa de la habitabilidad galáctica podría cambiar: muchas enanas rojas que hoy se consideran objetivos prioritarios para buscar atmósferas y biomarcadores pasarían a la lista de estrellas "tóxicas", donde el clima espacial pulveriza cualquier intento de estabilidad a largo plazo.

Al mismo tiempo, esta nueva ventana de observación abre oportunidades inesperadas. Las mismas ondas de radio que delatan una eyección de masa coronal podrían, en el futuro, permitir detectar auroras en exoplanetas, del mismo modo que estudiamos las auroras de Júpiter o Saturno para reconstruir sus campos magnéticos y sus interacciones con el viento solar.