La inteligencia artificial continúa abriéndose paso en los procesos laborales, y con ello crecen tanto las expectativas como los temores. En Lituania, un reportaje de la cadena TV3 analizó cómo la IA ya es capaz de animar imágenes fijas en cuestión de minutos, un trabajo que hasta hace poco requería horas de dedicación. El caso del creador de contenido Tomas Sakro ilustra este cambio, tal y como recoge Cadena Ser: con apenas unas fotografías logró recrear escenas en movimiento, evidenciando hasta qué punto las herramientas actuales abaratan tiempo y esfuerzo.
La aplicación de esta tecnología se extiende a empresas de sectores muy distintos. La teleco Telia, por ejemplo, asegura haber ahorrado más de 10.000 horas de trabajo en lo que va de 2025 gracias a la automatización con IA en tareas de programación y atención al cliente. Según su director de transformación digital, Vygintas Domarkas, las proyecciones son claras: el impacto positivo crecerá de forma exponencial a medida que mejoren las herramientas. Un informe de Microsoft citado en el reportaje añade que profesiones como traductores, vendedores o historiadores serán especialmente permeables a la transformación.
Ahorro, empleo y automatización
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Expertos como Antanas Bernatonis, fundador de la consultora Why AI, advierten de que la adopción masiva de estas tecnologías no eliminará empleos en bloque, pero sí afectará a quienes califica como trabajadores poco especializados, los que cumplen con lo mínimo. Según él, estos perfiles se verán desplazados porque la IA puede encargarse con eficacia de tareas rutinarias o poco especializadas, dejando la creatividad y la adaptación como claves de supervivencia laboral.
"El mayor problema será para esos supuestos vagos que piensan: 'Bueno, terminaré, haré lo mínimo posible y aun así cobraré'. Será muy, muy difícil para esa gente", comentaba.
Los analistas apuntan a un desequilibrio generacional evidente. Mientras que los empleados más jóvenes, acostumbrados a convivir con la tecnología, se adaptan con relativa facilidad, los trabajadores de más edad encuentran mayores dificultades. Inga Balnanosienė, jefa del Servicio de Empleo de Lituania, lo resume con claridad: la amenaza no recae sobre los recién llegados, sino sobre quienes llevan años en el mercado y no logran reciclarse digitalmente. En este sentido, la formación en competencias tecnológicas se convierte en un salvavidas profesional.
Brecha y reciclaje digital
Pero la optimización trae consigo un dilema social. Sakro, el creador lituano, recuerda que la optimización puede traducirse en recortes de personal. "La productividad se mantiene igual, o incluso aumenta, pero con menos empleados", advierte. Este escenario plantea preguntas incómodas: ¿hasta qué punto las empresas estarán dispuestas a reinvertir el ahorro en mejorar las condiciones laborales en lugar de reducir costes mediante despidos?
A esta ecuación se suma otro reto mayúsculo: la protección de datos. "Cada empleado trae sus herramientas favoritas y empieza a usarlas. Esto se convierte en un gran problema para la empresa: ¿cómo se controla la información, a dónde va y qué sucede con ella?", señala Justas Morkūnas, director de la plataforma de IA nexos.ai.