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Crítica Joker 2: ¿Es un desastre el musical de Warner? Lady Gaga y Joaquin Phoenix salvan a DC de su apuesta más arriesgada

Todd Phillips regresa a cines de todo el mundo con la secuela de una de las películas con calificación R más taquilleras de la historia, pero con un gran cambio: ¿Merce la pena este musical?

Desde el mismo momento en el que se supo que 'Joker: Folie à Deux', la secuela del gran éxito de Todd Phillips en el marco del DC Elseworlds que ganó el León de Venecia y dos premios Óscar, iba a ser un musical el público revolucionó las redes sociales, hasta tal punto que el proyecto fue tachado de innecesario y locura por parte de los seguidores más acérrimos a los tebeos de DC. 'Joker', hasta el estreno de 'Deadpool y Lobezno', mantuvo durante años el título de película más taquillera con calificación R con más de 1000 millones de dólares en el bolsillo. La reinterpretación que Phillips hizo, y ha hecho, de Gotham y el mítico Príncipe del Payaso del Crimen fue tan singular en su día que logró desmarcarse del resto de productos de superhéroes, creando un proyecto que ahondaba en la cara más oscura de las enfermedades mentales y cómo la sociedad hace oídos sordos a quien las padece. 'Joker 2' recoge ese testigo y le da la vuelta en clave musical con Lady Gaga como coprotagonista. ¿Es realmente tan mala esta segunda parte?

'Joker: Folie à Deux' es más que un musical: Todd Phillips ahonda en la enfermedad mental de Arthur Fleck mediante la fantasía, el baile y lo onírico con canciones significativas y un viaje que dividirá a los fans

'Joker: Folie à Deux' arranca con Arthur Fleck (Joaquin Phoenix) encerrado en Arkham, acostumbrado a las rutinas presidiarias a las que se está sometido tras haber cometido hasta cinco asesinatos en muy poco tiempo, y uno de ellos en directo en la televisión nacional. A nivel narrativo y argumental estamos ante una secuela directa del filme de 2019, con el querido Joker habiendo instaurado su revolución en las calles de la oscura Gotham levantando un séquito de la nada y labrándose una leyenda que parece tener acongojados a los ciudadanos de la urbe en la que reside. Pero aun teniendo esa continuidad tan bien definida, Phillips demuestra con la secuencia inicial del filme que quiere romper con la forma de la obra predecesora llevando de la mano al espectador con la fracturada y atormentada mente del personaje de Phoenix, actor que vuelve a realizar un trabajo interpretativo de escándalo. Aun sabiendo que la oscarizada estrella de Hollywood hizo que el rodaje de 'Joker 2' fuera un tanto infernal, realizando cambios de guion in extremis y durante la propia filmación de determinadas secuencias, es imposible no aplaudir el ejercicio físico.

El salto al musical que Phillips propone en su secuela, aunque pueda resultar chocante en primera instancia por ser un género que no está relacionado en absoluto con el sector de los superhéroes o con relatos que se extraen de las viñetas de Marvel y DC, acaba traduciéndose en una propuesta sumamente interesante y atractiva que se erige sobre las breves secuencias de la primera entrega en las que el personaje de Phoenix usaba el baile para escapar de su realidad y transformarse en otra persona. El cineasta estira de ese hilo que a priori podría haber pasado un tanto desapercibido años atrás y con él teje en 'Joker: Folie à Deux' un viaje introspectivo por la colapsada mente del personaje principal, con canciones que sirven como leit motiv de las disparatadas escenas que protagonizan Phoenix y Lady Gaga, quien también está especialmente bien como su reinterpretación de Harley Quinn en este universo alternativo. Todo ello para hablar sin tapujos de las enfermedades mentales y cómo estas pueden fracturar y demacrar la mente hasta el punto de plantear varias realidades para una persona, algo que también se veía en la primera cinta pero que quedaba en segundo plano por el movimiento revolucionario y violento del Joker frente a la clase alta de Gotham.

La permeabilidad entre género carcelario, musical y drama queda justificada en 'Joker 2' y funciona de maravilla gracias a la mano de Phillips.

El problema de 'Joker 2' no viene tanto por la permeabilidad de géneros que ofrece, combinando el mencionado musical, con el drama y hasta lo carcelario con ese Arthur Fleck en Arkham siendo torturado día sí y día también. La controversia de la obra de Phillips se encamina más hacia las contradicciones que se pueden establecer entre la cinta de 2019 y la secuela, sobre todo en su recta final, que pueden realmente llegar a ser capaces de desarmar el relato por completo por su arbitrariedad. Se trata de un largometraje un tanto irregular y más delimitado en forma con un trasfondo intenso que invita al revisionado, acompañado como no podía ser de otro modo de una puesta en escena exquisita y un trabajo artístico y de fotografía perfectamente definidos, pero genera cierta ruptura. No es un filme perfecto, pero tampoco es el desastre que se ha vendido. Su clave de musical está más que justificada, pero puede que sus cambios en lo que atañe al libreto y la definición del personaje de Fleck no tanto y eso lastra mucho el enfoque que se ha querido dar a la secuela.

Ahora bien, sigue siendo un largometraje atrevido y valiente que rompe con las reglas y estilemas de la era más franquiciada de Hollywood desmarcándose por completo de lo que fue el triunfo de 2019 para ver al Joker desde una perspectiva diferente, con bailes y canciones que realmente funcionan y que sacan lo mejor de Joaquin Phoenix y Lady Gaga a través de una historia oscura, densa y repleta giros inesperados.