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Ni serpientes ni mosquitos: la especie invasora más peligrosa para España viene volando y conquista la península

Si no se actúa ahora, en dos décadas su presencia será prácticamente irreversible.

Lo que comenzó como una mascota exótica se ha convertido en una amenaza ecológica en expansión. La cotorra argentina (Myiopsitta monachus), un loro de origen sudamericano, avanza por España a razón de más de 30 kilómetros al año, colonizando entornos urbanos con una facilidad que alarma a los expertos.

Un estudio del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga, publicado en Ornithological Applications, ha cartografiado las zonas del mundo con mayor riesgo de invasión. En el caso español, la advertencia es clara: si no se aplican medidas de control, esta especie podría extenderse por todo el país y provocar serios daños en la agricultura y los ecosistemas.

Son bonitas pero ya son una plaga

Aunque su aspecto colorido y su comportamiento sociable despiertan simpatía, las consecuencias de su proliferación ya se notan. En varias ciudades españolas, como Madrid, Málaga o Barcelona, la cotorra argentina se ha convertido en un ruido constante en parques y jardines, donde levanta nidos de hasta 500 kilos y desplaza a aves autóctonas. El problema va más allá del sonido: en sus países de origen, esta especie está considerada una plaga por el impacto que genera en cultivos y por su costumbre de anidar en infraestructuras eléctricas y antenas, provocando averías y gastos de mantenimiento.

Según recoge El País, el biólogo Antonio Román Muñoz, autor del estudio, explica que más de la mitad de la expansión de esta especie se debe a la acción humana: muchas fueron adquiridas como mascotas antes de la prohibición europea de importar aves silvestres en 2005 —cuando llegaron legalmente más de 190.000 ejemplares— y luego liberadas por dueños incapaces de lidiar con su ruido. Hoy en día, su capacidad para adaptarse a nuevos entornos y formar colonias hace que su erradicación sea una tarea compleja, costosa y, en ocasiones, polémica.

El modelo predictivo desarrollado por los investigadores identifica áreas aún no ocupadas pero con condiciones favorables, como regiones agrícolas del interior peninsular o zonas naturales protegidas. Países como Marruecos, Francia, Irlanda, Australia o Nueva Zelanda también figuran entre los territorios en riesgo, y en algunos de ellos ya se han detectado escapes. La dispersión natural a larga distancia es difícil, pero el comercio ilegal y los escapes puntuales siguen alimentando su expansión global. En regiones como Zaragoza, campañas de concienciación y eliminación selectiva lograron erradicar poblaciones, pero en Madrid, la reciente reducción generó protestas y solo consiguió rebajar la población de 13.000 a 10.000 ejemplares.

La cotorra argentina, organizada en colonias densas y muy visibles, plantea un dilema entre percepción pública y evidencia científica. Aunque es vista como una especie simpática, los especialistas insisten en que su presencia masiva representa un riesgo serio para la biodiversidad y el equilibrio de los ecosistemas urbanos y rurales. "Cuanto más bonita parece una especie, más cuesta justificar su control", admite Muñoz. Sin embargo, advierte: si no se actúa ahora, en dos décadas su presencia será prácticamente irreversible.