Se terminó la era en la que la película más vista de Netflix era una superproducción millonaria con tres estrellas de Hollywood que, en la práctica, nadie conocía (probablemente ni sus supuestos 230 millones de espectadores). Pregunta rápida: ¿cuánta gente podría identificar hoy Alerta roja (2022)? La respuesta habla por sí sola. Todo eso ha cambiado con Las guerreras K-pop.
Netflix se lleva su mayor éxito de la historia por una ganga histórica mientras Sony sigue llorando por la oportunidad perdida
La película de animación dirigida por Chris Appelhans y Maggie Kang superó la semana pasada las cifras de aquel filme protagonizado por Dwayne Johnson, Gal Gadot y Ryan Reynolds. Con 236 millones de reproducciones, Las guerreras K-pop se ha convertido en la película más vista en toda la historia de Netflix (o al menos desde que la plataforma emplea su actual método de medición de visualizaciones).
Un logro histórico que se acompaña de otros hitos: tres canciones de la película entraron en el Billboard Hot 100, algo que no ocurría con un filme desde los tiempos de Fiebre del sábado noche (1977). El fenómeno de Las guerreras K-pop no solo arrasa en streaming, también ha dado un golpe en cines y ha puesto patas arriba la estrategia de Netflix, que hasta ahora reservaba sus estrenos teatrales para sus producciones más "prestigiosas" y con aspiraciones a premios. La película llegó a unas 1700 salas en EE. UU. el fin de semana del 22 de agosto (dos meses después de su estreno en la plataforma), con proyecciones sing-along que hicieron vibrar al público.
El resultado: primer puesto en la taquilla estadounidense y 18 millones de dólares recaudados. Puede parecer una cifra modesta, pero es la mayor taquilla que ha logrado Netflix en cine, superando los 13,1 millones que consiguió en 2022 Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion, hasta entonces su apuesta más fuerte en la pantalla grande. Detrás de esta avalancha de buenas noticias hay, sin embargo, unos claros perdedores: los responsables de que Las guerreras K-pop llegara a Netflix. La película es un original de Sony Pictures Animation, el estudio detrás de Hotel Transilvania y el Spider-Verse, que invirtió 100 millones de dólares en su producción y luego decidió venderla a Netflix por 120 millones.
La estrategia de Sony era clara: asegurar una ganancia rápida de unos 20 millones y dejar que la película navegara en el océano del catálogo de animación de Netflix, donde podría haber quedado diluida junto a tantos otros títulos del estudio en streaming. El resultado de la maniobra comercial podría ser indiscutible, pero teniendo en cuenta el pelotazo que ha metido Netflix, no deben estar del todo contentos.
Como ejemplo, lo último de Genndy Tartakovsky, también estrenado este verano, que pasó sin hacer ruido a pesar de su calidad. Sea como sea, Netflix tiene el fenómeno que buscaba.