Competir contra un gigante como Coca-Cola puede parecer algo sumamente improbable, pero Fritz-kola lo está logrando pasito a pasito. Este refresco originario de Hamburgo fue creado por dos estudiantes alemanes en una residencia universitaria en el año 2003 y a día de hoy es una empresa con 300 empleados que reparte por casi toda Europa. La marca ostenta hasta cinco plantas embotelladoras y es muy conocida en Alemania, así como Europa central. ¿Cómo lo han logrado?
Fritz-kola planta cara a Coca-Cola como el refresco de cafeína ideal
Mirco Wolf Wiegert y Lorenz Hampl eran dos estudiantes de Hamburgo veinteañeros que tuvieron una idea loca: emprender en el mundo de los negocios creando un nuevo refresco de cola que fuese distinto a Coca-Cola o Pepsi. Su idea era hacer un refresco con menos azúcar, pero con mucha más cafeína y un sabor característico que te diese un subidón. El refresco iba a estar destinado a otros estudiantes como ellos y además sería "un bien cultural, no otro de esos productos aburridos y producidos en masa".
Wiegert y Hampl reunieron 7000 euros y registraron la empresa, tal y como apunta el propio Wiegert para una entrevista con El País. Tras crear la fórmula ideal, con el máximo permitido por ley de cafeína, un toque de limón y menos azúcar que la competencia, comenzaron a repartir ellos mismos la bebida en una furgoneta Volkswagen. Las primeras 240 cajas con 24 botellas cada una de Fritz-kola se llevaron así a bares y restaurantes y los dos estudiantes trataron de comercializarlas con botellas de cristal reutilizables.
El nombre del refresco, Fritz-kola, deriva directamente de Hamburgo y el norte de Alemania y la 'k' simboliza el deseo de hacer las cosas de manera diferente. El logo también es una muestra del sello humilde de la empresa, pues en él se ve a dos chicos en blanco y negro. La imagen es directamente una foto de Wiegert y Hampl. Agobiados por la falta de presupuesto y, para ahorrarse pagar a un diseñador, decidieron hacerse una fotografía sobre un fondo blanco en la sala de ping pong del sótano de su residencia (el blanco y negro final era también para ahorrar más dinero, pues la impresión de las etiquetas salía más barata que en color).
Hoy, 20 años después del inicio de la andadura de Fritz-kola, la empresa tiene 300 empleados y reparte por casi toda Europa. En Alemania está en prácticamente todos los supermercados y en muchos locales de Berlín es el único refresco de cola disponible, mientras que en países como Austria o Suiza tienen una gran presencia.
En Hamburgo trabajan los creativos, el personal de marketing y comunicación y por toda Alemania están las cinco plantas embotelladoras de la marca, cada una situada de punta a punta del país para repartir hacia los territorios del norte (Escandinavia), el este (República Checa y Polonia), el oeste (Bélgica, Países Bajos, Reino Unido) y el sur.
"Nos estamos expandiendo hacia el sur, a Francia y España, donde queremos empezar a producir localmente", asegura Wiegert. De hecho, en estos territorios Fritz-kola se está abriendo hueco en más de un millar de bares y restaurantes (en España nos llega importada por
Sibbaris Craft Import). La empresa también ha ido ampliando la variedad de refrescos con el paso de los años, ofreciendo sabores de limón, naranja, manzana o ruibarbo. Parte de su éxito se debe a su identidad y sus valores de marca artesanal aparentemente alejada de lo industrial.
Aunque Hampl decidió abandonar la empresa en el año 2016 para emprender otros proyectos, Wiegert todavía no se ha cansado de los retos. "Nuestro objetivo a largo plazo es convertirnos en la primera bebida de cola en Europa en el segmento de la restauración, en bares y cafés", afirma con confianza. Actualmente su cuota de mercado ronda el 4 %, según datos de la compañía. La competencia con las latas y las botellas de plástico de Coca-Cola o Pepsi es muy dura, pero Fritz-kola tratará de mantenerse como una marca sostenible, vendiéndose únicamente en botellas de vidrio. "No verás nuestros envases flotando en el mar o en las playas".