Guionista de barrio #10 – Herramientas para construir un guión (III) – La escaleta

Guionista de Barrio es la columna de opinión semanal de Fernando Llor (@FernandoLlor). Llor, que cuenta con el poder de la omnipresencia, es autor de obras como El espíritu del escorpión, Teluria 108, Ojos Grises o más recientemente Subnormal, entre otras muchas, así como miembro en activo de la Asociación Profesional de Guionistas de Cómic (ARGH!).

Amenazaba la semana pasada con retomar la programación habitual en este pequeño espacio cibernético que dedico a hablar de mis cosas. ¿Y qué tocaba dentro de ese plan previsto? Pues toca hablar de la escaleta, la que para mí es sin duda el destornillador de estrella de toda buena caja de herramientas, ya sabes, esa que siempre está, la que no puede faltar y la que te asegura que llegado el momento de necesitarla va a estar ahí, siempre dispuesta a ayudarte.

Eso sí, antes de ponernos un poco serios para hablar sobre la escaleta es importante que tengamos claros un par de elementos que tienen más que ver sobre cómo se escribe que con la escritura misma.

Venga al lío que luego me alargo sin remedio.

Las brújulas, los mapas y todo lo que necesitas para trazar un camino

Se dice, se cuenta, se rumorea que hay dos tipos de patrones al escribir.

Nota 1: yo no soy muy amigo de ninguna clasificación que empiece por «hay dos tipos de personas», soy de dudar hasta de mi propia sombra y las categorizaciones como estas pues me provocan más interrogantes que respuestas, sin embargo para el punto que estamos tratando puede que hasta nos venga bien.

Retomo: … que hay dos tipos de personas al escribir: las de brújula y las de mapa.

¿Quieto parao? ¿Qué brújula ni qué mapa ni qué demonios del averno? ¿Eso qué quiere decir?

Los escritores de brújula tienen más o menos claro dónde quieren llegar pero prefieren dejarse llevar por el camino con la única ayuda de su intuición y una aguja a la que mirar de vez en cuando. Explicado con menos metáforas sería algo así como que un escritor de brújula conoce el principio de la historia, tiene una ligera idea (a veces muy difusa) del final y por el camino prefiere ir dejándose llevar y que la historia se vaya completando a medida que avanza.

La gente del mapa escribe con un plan previo, saben qué ruta van a seguir antes de echarse a andar. Temen perderse o dejarse llevar por una bonita cueva a mitad del camino que podría estar bien pero también podría ser un pozo sin fondo. Los escritores de mapa necesitan esquemas, notas, pizarras, libretas, tarjetas o cualquier cosa que sirva para organizar la historia antes de escribirla y dejar lo menos posible a las musas y a la improvisación.

¿Existe un método mejor que otro? ¿Se puede ser solo de uno de ellos? Pues… como de costumbre no lo tengo claro. En mi caso siempre me he considerado un guionista de mapa. Tan es así que he llegado a invertir más horas efectivas de escritura en escaletas que en los guiones surgidos de esas escaletas. Sin embargo, en determinados proyectos me dejé llevar, prescindí de mapa alguno y llegué al final igualmente. ¿Fue mejor el resultado? Pues no lo sé, fue diferente sin duda.

Tal y como yo lo veo ambos métodos tienen sus pros y su contras. Hacerlo con brújula se puede considerar una escritura más libre, menos encorsetada por las estructuras prediseñadas y más abierta a golpes de improvisación. Sin embargo tiene un gran problema: en la gran mayoría de los casos va a requerir de un mayor trabajo de reescritura. Dejarse llevar está genial, pero eso puede generar más incoherencias argumentales, agujeros de guion y otro tipo de problemas.

Hacerlo con mapa es una escritura más racional y ordenada y podría restar frescura al texto o incluso sentir que la historia funciona pero no fluye porque todo parece volverse un punto más predecible. Sin embargo, este método puede ahorrarnos muchas horas de reescritura ya que los pasos previos a la escritura misma del guion pueden ayudarnos mucho a evitar errores en la trama o a solucionarla de mala manera.

Nota 2: existe una tercera vía (puede incluso que haya muchas más) que dice que ni mapas ni brújulas ni pepinillos en vinagre que lo único que sirve de verdad es sentir la historia, dejar que brote desde el interior más hondo de tu ser y plasmarla en un papel como un mono embriagado de coñac haría aporreando una vieja olivetti a la luz de una vela. Mi opinión en esto es muy simple: la gente se flipa y por culpa de esa gente se siguen arrastrando estereotipos espantosos sobre la escritura y sobre el arte en general.

 Ahora sí, la escaleta

 Si has llegado hasta aquí ya te imaginarás que la escaleta es una herramienta mucho más apropiada para los escritores de mapa que para los de brújula, pero ¿qué es exactamente una escaleta? Y aún más importante ¿cómo diantres se escribe?

Veamos, una escaleta es un resumen de la historia contada de principio a fin en párrafos resumidos y numerados. Este resumen incluye tramas, subtramas, todos los personajes, los acontecimientos y demás, pero en versión sintetizada.

En principio se suele decir que la escaleta no incluye diálogos, pero ¿sabes qué? Si quieres meterlos, hazlo, es tu escaleta y haces con ella lo que te dé la gana, eso sí, ten en cuenta que debería cumplir al menos dos objetivos claros:

El primero es que la escaleta establezca una cadena causa efecto de toda la historia, es decir, en ella vamos a poder ver los acontecimientos que ocurren, la respuesta que originan y las nuevas acciones frente a esa respuesta, así hasta el final y dejando siempre al margen las casualidades (o más bien el exceso de las mismas).

El segundo es reunir en un solo documento de mucha menor extensión que un guion completo el grueso de la historia con todas sus tramas. De este modo podremos detectar mucho más rápido qué nos funciona y qué no y podríamos corregirlo mucho antes de darnos cuenta de que la página 94 no funciona y eso nos obliga a modificar todo lo que va entre la 37 y la 65.

De hecho, la gran ventaja de trabajar con una escaleta es precisamente poder gastar mucha energía de reescritura en ella y eso nos va a permitir tener que elaborar menos versiones de guion posteriormente.

Para tratar de explicar de la mejor forma posible cómo construir una escaleta voy a recuperar el ejemplo de las dos primeras partes dedicadas a las herramientas de guion (parte 1 y parte 2) y volver con Marisa, nuestra querida opositora que descubre un chanchullo y quiere sacarlo a la luz.

Para llegar hasta la escaleta hay veces que partimos directamente del logline, otras puede qe desde el pitch y algunas veces incluso arrancamos con ella del tirón, todo eso, como siempre, va a gusto del consumidor.

Recuperemos el pitch:

 Marisa lleva casi cinco años preparando las oposiciones para ser profesora de Historia en secundaria. Su rutina consiste en estudiar, comer, estudiar, cenar y dormir. Todo ello acompañado de varios litros de café por las mañanas y varias infusiones tranquilizantes por las noches.  

Nada más empezar 2020, la consejería de educación lanza una convocatoria de 25 nuevas plazas distribuidas en diferentes institutos de toda la región. Marisa lo tiene claro: son 24 plazas y la suya, no hay nada que le pueda impedir conseguirlo, se sabe el temario de memoria, está más preparada que nunca y encima tiene un par de meses para repasar todo.

 Marisa hace un examen casi perfecto, está segura y hablando con otros opositores cada vez está más convencida: hay una plaza para ella. Sin embargo, días más tarde se lleva una gran sorpresa, tiene un 8, solo un 8 y ha quedado bastante mal posicionada en las listas, así que decide reclamar.

 Durante la reclamación, Marisa, sin pretenderlo, escucha una conversación que la pone alerta. Uno de los profesores del tribunal afirma en una conversación telefónica haber amañado el proceso. Marisa se queda pálida. Sabe que su reclamación caerá en caso roto porque ha habido tongo. Tiene que hacer algo más, pero ¿qué puede hacer?

 A partir de este pitch, los primeros puntos de escaleta podrían ser algo parecido a:

1.- La biblioteca está llena. El reloj marca las 11:30 y eso supone hora punta para estudiantes. Hay varios grupos que se diferencian entre gente de bachillerato, universitarios y opositores. La puerta se abre, Marisa entra algo apresurada. Va despeinada, con ropa cómoda y esta visiblemente nerviosa. Desde la puerta intenta localizar algún asiento vacío. Solo ve uno pero está al ludo de un grupo de chavales jóvenes que no paran de cuchichear. Se queja entre dientes. Bastante gente empieza a mirarla. Finalmente se decide y avanza hacia el asiento vacío.

2.- Marisa se sienta, abre uno de los libros que lleva y coloca justo debajo una libreta en la que va tomando apuntes. Todo está muy ordenado, limpio, impoluto, dividido por colores y escrito con bolis diferentes en función de cada parte. Nada más empezar, Marisa empieza a mordisquear el boli. Está machacado, ya empieza a resquebrajarse. Los chicos que tiene al lado no rebajan sus cuchicheos. Marisa aguanta un par de minutos hasta que empieza a sisear. Los chavales se ríen un poco pero se callan.

3.- 13:30. La biblioteca sigue llena de gente. Marisa ya ha destrozado un boli y ahora mordisquea uno nuevo. El murmullo se ha generalizado y Marisa está a punto de explotar. En la mesa de enfrente empieza a sonar la melodía en el móvil de una chica. Es un tema de reggaetón y varios de los que la rodean empiezan a partirse de risa. Marisa explota, se levanta y empieza a gritar fuera de sí, les llama irresponsables, insolidarios, estúpidos y varias cosas más. Toda la biblioteca se queda mirándola en silencio. Marisa se pone roja, recoge sus cosas y se marcha casi corriendo.

4.- De camino a casa, Marisa recibe una llamada de su madre. Le pregunta que cuándo tiene el examen y ella responde con agresividad que es al día siguiente y que ya se lo ha dicho mil veces, que debería saberlo. La madre trata de tranquilizarla, si se presenta al examen en ese estado es muy posible que no pueda concentrarse bien. Marisa le espeta que está muy tranquila y que tiene muy claro que va a aprobar.

5.- Esa misma noche, justo después de cenar, Marisa realiza una serie de estiramientos antes de acostarse. Intenta tranquilizarse, pero no es capaz, la inquietud la consume, necesita hacer ya el examen. Ya en la cama se revuelve, no puede pegar ojo y el único rato en el que consigue dormirse es para tener una pesadilla: no solo suspende, es la peor nota de toda la convocatoria.

Esto ya nos puede servir como muestra de cómo desarrollar una escaleta. ¿Qué cuenta cada uno de los puntos? ¿Cómo saber cuándo pasar al siguiente? Sobre eso no hay nada escrito, no se trata de dividir por escenas, de hecho un punto de escaleta puede contener solo una o varias.

Sí que podríamos dividirla por aquello que se conoce como beats o impulsos narrativos.

Un beat es un golpe, una acción o un grupo de acciones con una intencionalidad concreta y que hacen avanzar la trama o nos muestra una información necesaria para su comprensión. Por ejemplo, en el primer punto de esta escaleta entendemos que Marisa llega a la biblioteca cuando ya está llena. Sabemos que llega apresurada y eso nos puede dar a entender que llega más tarde de lo habitual. Eso la ha dejado sin un sitio confortable y solo puede ir hacia uno que sabe que le va a dar problemas.

Tras ese primer punto llegamos a un segundo el que confirmamos varias cosas: Marisa está nerviosa y por lo que parece ese es su estado natural en los últimos tiempos. Además vemos que tiene la mecha corta y no está dispuesta a tolerar que la molesten demasiado. Además de eso también averiguamos que es metódica a más no poder.

En el tercer párrafo seguimos cumpliendo expectativas, Marisa revienta y llega a insultar a los demás.

Cada uno de los párrafos nos va llevando un pasito más adelante en la trama y también nos va a servir para conocer y componer a los personajes  basándonos en aquello de «por sus acciones los conoceréis». Y ese es en realidad todo el misterio para las escaletas, como decía Pedro Loeb, mi gran maestro en esto del escribir: se trata de armar el cuentito y una vez armado ya llegará la fase de adornarlo.

Ahora bien, antes de terminar me encantaría aclarar una cosa: esta es mi forma de hacer escaletas y estoy convencido de que existen tantas como guionistas.

Habrá quien las prefiera numeradas, habrá quien las escriba en fichas separadas, quien necesite sí o sí una pizarra o un montón de cartulinas pegadas en una pared. A todo eso yo solo puedo decir que bien, que me parece genial, que al final de eso va todo esto de las herramientas, habrá quien prefiera utilizar unas y habrá quien prefiera utilizar otras o simplemente dejarse llevar, mientras sirva para escribir y hacer tebeos, todo es bueno.

La semana que viene toca el último texto de esta saga y aviso va a ser largo, puede que muy largo, pero valdrá la pena porque tocará hablar de cómo se escribe un guion.