Subnormal, un cómic de Fernando Llor y Miguel Porto, que hace frente a los casos de acoso escolar basándose en una historia real.

Subnormal es una de los cómics más importantes publicados en la recta final del 2020 y una de las grandes apuestas de Panini Comics para el presente año. Y, si nos permiten, de cualquier año. Para hablar de este cómic quizás es mejor empezar por dar a conocer a la persona en quien se basa. Al fin y al cabo su historia es la historia de este tebeo. Iñaki Zubizarreta es un exjugador de baloncesto de la ACB con una exitosa carrera deportiva. Por su aspecto actual (alto, fuerte, cabeza rapada, perilla) nadie diría que sufrió acoso. Sin embargo, así fue. Sufrió todo tipo de vejaciones en el colegio y el instituto hasta el punto de quedar en coma por una paliza que le dieron sus compañeros. Es una persona luchadora que, según sus propias palabras, llegó a tocar fondo y que ahora trata de luchar contra ello para ayudar a los niños de hoy en día.

Subnormal es un tebeo que cuenta todo lo que le ocurrió. La historia de Iñaki, de niño, cuando yendo al colegio sufría acoso escolar por parte de sus compañeros y de algunos profesores. Esto le llevará a tratar de cambiar su vida para mejor a raíz de un punto de inflexión clave: estar a punto de suicidarse. A partir de ahí intenta vivir su vida lo mejor posible tratando de hacerse respetar, aunque no fue nada sencillo y esto tuvo consecuencias terribles para él. Años después siguió pasándole factura hasta que, por su propio esfuerzo y voluntad, consiguió convertirse en la persona que es hoy en día.

La sinopsis es sencilla, sí, pero el tebeo no lo es. Para quien ha sufrido acoso y para quienes ahora se relacionan con niños y niñas, escolares o adolescentes, este cómic puede ser un duro golpe. Para empezar por que Fernando Llor narra con gran simplicidad, en el buen sentido, unos hechos terribles de manera que el lector, que va engullendo las páginas casi sin darse cuenta atrapado por la historia. El enfoque del guionista de La Pieza (también para el sello Evolution de Panini Comics) o La Confesión sirve para introducir al lector entre las páginas de Subnormal desde un primer momento y, enseguida, se enfrenta a un hecho impactante, el momento del acoso. Un insulto, una amenaza, una paliza. El lector se convierte en un testigo impotente. Alguien que, seguramente, querría intervenir para ayudar a ese joven Iñaki pero no puede.  Es una narración sencilla pero que encaja perfectamente con lo que está contando. No buscan composiciones de páginas enrevesadas donde nadie se pueda perder, ni splash-page para engrandecer los momentos de violencia. Es una sencillez agradable, que hace que todo sea fluido, tranquilo pero el golpe llega igual de fuerte.

Esto es debido a un gran trabajo de dibujo por parte de Miguel Porto (Dos Veces Breve, Humo o El Manglar), quien sabe qué elementos destacar en cada viñeta, sin sobrecargar los fondos y centrándose sobre todo en la expresividad de sus personajes y en las secuelas de lo que le ocurre al protagonista. Un trabajo con mucho oficio en el que Porto sobresale en las miradas, expresiones y sentimientos, claves para apelar a un lector que no va a necesitar leer los diálogos para saber qué está pensando (y sientiendo) el protagonista en todo momento. La paleta de colores donde predominan los grises y los oscuros, es tan efectiva como contundente, con especial énfasis a los espacios vacios en algunos momentos clave que tanto ayudan a transmitir.

Ambos autores parecen compenetrarse muy bien en este trabajo que funciona estupendamente y se permiten brillar en algunas páginas que marcan los momentos más destacables, para alegría o desgracia de Iñaki, en el cómic. A veces destaca no tanto la acción sino el hecho de mostrar la inacción de algunos personajes, como sus padres que lo apoyan pero no se dan cuenta de lo que ocurre hasta que es demasiado tarde o la profesora que lo acosa. Y precisamente darle la importancia a los personajes y sus sentimientos más que en destacar grandes escenas, o recrearse en los fondos, por poner un ejemplo, es una de las grandes virtudes de Subnormal.

Y es que este tema que a veces parece tabú necesita ser contado. Seguramente muchas personas puedan identificarse con lo ocurrido a Zubizarreta y para otras muchas esto siga siendo un mal trago al que enfrentarse. Pero es necesario porque es algo que sigue ocurriendo. La historia, que se basa en los hechos reales, tiene su adaptación a la actualidad. Precisamente sus autores mencionan en una nota que han incluido los teléfonos móviles en el cómic ya que actualmente una de las formas más comunes de bullying entre alumnos es a través de los servicios de mensajería como Whatsapp o el correo electrónico.  Es algo que debe conocerse, igual que destaca que haya también profesores que aprovechan la debilidad de un alumno para machacarlo aún más y ganar así el favor del resto de la clase o el peligro de no prestar mucha atención a lo que ocurre con los más jóvenes.

Quizás el punto más flojo, que distrae un poco la atención de lo que quiere contar, es cierto momento en el que el protagonista se plantea buscar venganza. No desvelaremos nada de la trama, pero esta parte, que es un giro de guion hacia el final del cómic no acaba siendo tan interesante a cambio de restar un poco del empaque que ha conseguido la historia llegado a ese punto. Esto es una pega menor ya que de ningún modo empaña la obra o rompe su ritmo pero que de algún modo desentona con el resto de sus páginas. Aunque quizás esa sea su intención desde el principio.

Hoy en día Iñaki Zubirzarreta se dedica a compartir su historia en distinto colegios e institutos, centros deportivos o ayuntamientos dando charlas y trabajando para acabar con el acoso. El bullying es un problema que no solo ocurre en los colegios, sino que llega hasta la familia u otras instituciones. Subnormal es el fruto del trabajo de grandes autores, pero también es parte del mensaje que Zubizarreta quiere compartir. Uno de esos cómics que son duros de leer, una realidad difícil a la que enfrentarse pero que es muy necesaria. Un tebeo que debería estar en todas las bibliotecas y leerse en todos los institutos. De los que se recomiendan en clase y que quizás muchos profesores, padres y alumnos deberían leer. Porque hay una salida. Porque el acoso se puede superar y porque, al igual que dice el “grito de guerra” del protagonista, las personas deben ser respetadas.