Guionista de barrio #22 – Las polémicas cíclicas

 

Guionista de Barrio es la columna de opinión semanal de Fernando Llor (@FernandoLlor). Llor, que cuenta con el poder de la omnipresencia, es autor de obras como El espíritu del escorpión, Teluria 108, Ojos Grises o más recientemente Subnormal, entre otras muchas, así como miembro en activo de la Asociación Profesional de Guionistas de Cómic (ARGH!).

Acabamos de entrar en plena temporada otoño-invierno y siempre es un momento ideal para conjugar la vuelta al cole con el regreso de las polémicas cíclicas de nuestro querido mundito. Espera, espera, ¿qué polémicas cíclicas?, – pensará más de una– , aquí no tenemos de eso. Ay, amiga, qué más quisiera yo… Como ya he repetido cienes y cienes de veces todavía llevo en esto menos tiempo que el que dediqué anteriormente a cualquier otro de mis desempeños profesionales, especialmente el de la docencia, y la ratio de polémicas que vuelven una y otra vez cuan ave fénix es espectacular.  

Quizás es que tampoco hay mucho más sobre lo que discutir, quizás es que hay temas tan enquistados que no tienen solución y solo podemos asistir a la gangrenación y muerte o puede que solo sea porque somos unos cansinos empeñados en caer seiscientas veces en las mismas piedras.  

¿Te sientes perdido? ¿No sabes bien de qué te estoy hablando? ¿Cuándo te pasas por las redes sociales del cómic solo ves amor y buen rollo? Pues te envidio, créeme, me encantaría compartir burbuja contigo y si tienes menos de 35 años puede que consigamos un bono estupendo para ayudarnos a pagarla. En cualquier caso, toma nota, te dejo por aquí las mejores trifulcas de esta temporada para que te puedas ir preparando tu argumentario y descuida, si no sabes muy bien qué decir siempre vas a poder retuitear a unas u otros.

 La de los políticos

Cada vez que un político, sea del partido que sea, ocupe el cargo que ocupe, diga algo relacionado con el cómic VA A HABER JARANA. ¿Por qué? Pues porque no lo podemos evitar. La poca consideración sufrida durante décadas y el pobre lugar asignado a la historieta dentro de la pirámide trófica cultural, hace que cualquier mención desde fuera de nuestro hábitat nos haga reaccionar con desconfianza y mucha suspicacia.

Si durante tantísimos años, la clase política (con honrosas excepciones regionales y locales) ha desdeñado por completo todo lo relacionado con el tebeo a nivel cultural, resulta natural que no sepamos reaccionar cuando de repente se habla de nuestro arte en una comisión parlamentaria o se producen reuniones directas con el Ministro de turno.

Es lógico que se vigile cada gesto y se ponga la lupa sobre cada palabra. Lógico e incluso necesario.

Sin embargo puede que nos estemos pasando un pelín. Con cada pequeña buena noticia salen un montón de voces a gritar ELITISMO CULTURAL, CHANCHULLOS, CHIRINGUITO…

Creo que la posición más sensata sería mantener un equilibrio uniforme entre la euforia desmedida de una parte y la desconfianza más absoluta de la otra. ¿Peco de ingenuo? Como siempre, qué se le va a hacer, vengo así de serie.  

Pero en realidad cualquier cosa que a mí me parezca sensata importa nada y menos. ¿Por qué? Porque esto es una rueda de polémicas, el ciclo volverá irremediablemente, es nuestro castigo a Sísifo particular y así hemos de sentirlo.

 La de los kioscos

 Ay… es que solo pensarlo ya me da una pereza que ni setecientos osos en enero… En ciclos cortos que oscilan entre las dos semanas y los dos meses alguien vuelve a preguntar (generalmente en Facebook) cómo se podría hacer para reconducir la situación actual en la industrilla del cómic. Siempre, sin excepción, aparece alguien que dice muy convencido aquello de «hay que volver a los kioscos» muchas veces acompañado de «hay que hacer series en grapa». Me sofoco solo de pensar en ello… ¿Pero qué kioscos? ¿Dónde están? ¿Cuántos quedan? Han cerrado una barbaridad de kioscos hasta en las estaciones de tren de medio país, ¿cómo se puede proponer que un modelo en fase de desaparición podría ser nuestra esperanza? ¿Qué será lo próximo, decir que hay que vender en videoclubs, en tiendas de música? Tampoco se puede exigir rigor absoluto a discusiones que ocurren en soportes que nada tienen que ver con la seriedad, pero yo qué sé, quizás estaría bien darse un par de vueltas por la realidad antes de lanzar propuestas sin pies ni cabeza.

 Crónica de oro y hielo

Cada cierto tiempo alguien nos recordará que vivimos en el mejor momento de todos los tiempos del cómic español si nos fijamos en la calidad y variedad de las obras. Y vaya, creo que eso es innegable. También se resaltará que esa gran bonanza creativa viene acompañada de una precariedad que obliga a movernos en un ámbito que está muy lejos de la profesionalización.

Es más, tómense como muestra los autores y autoras ganadores del Premio Nacional de Cómic y pregúntense cuántos de ellos tienen la creación de cómics ya no como única actividad sino como su actividad principal.

El resultado no les sorprenderá.

Estos análisis, casi siempre certeros y necesarios, siempre sirven para traer de nuevo varias polémicas cíclicas. Sale lo de la novela gráfica, lo de las licencias extranjeras, lo de los kioscos (por supuesto), lo de la maldad intrínseca de los editores que son prácticamente demonios y lo de que no se gasta en promoción.

Y mientras damos vueltas una y otra vez en la misma noria nos olvidamos casi siempre del juego triangular de la deuda que genera un sistema de distribución copiado del circuito comercial del libro.

Un sistema que obliga a los editores a sacar y sacar novedades sin parar para conseguir unas condiciones que no sean del todo asfixiantes.

Un sistema que obliga a los libreros a estar constantemente devolviendo y devolviendo material porque no tienen un espacio infinito.

Y en definitiva, un sistema donde los autores pintamos menos que nada porque todo el mundo tiene que correr mucho y no hay tiempo para tonterías como dedicarle lo necesario a cada obra.

La celebración de la diáspora

En medio de todo ese ambiente en el que la calidad impera y a la vez nos resignamos ante la precariedad del sector, se riza el rizo cuando por un lado se dice aquello de «los autores se ven obligados a trabajar en el extranjero para ganarse la vida» pero a la vez chillamos con entusiasmo cada vez que alguien anuncia que empieza a trabajar para Marvel, DC o similares.

La sensación que me queda cada vez que veo algo así es totalmente agridulce. ¿Cómo veríamos, por ejemplo, que Almudena Grandes, Laura Gallego, Ledicia Costas, Fernando Aramburu o Javier Cercas dijesen que tienen que irse a currar con editoriales americanas porque con lo que ganan aquí apenas pueden pagar unos meses de alquiler? ¿Lo celebraríamos? ¿Nos mantendríamos en una especie de inmovilismo perpetuo asumiendo que «esto es lo que hay»? Pues ni idea, pero me temo que no…

Y sin embargo, aquí ya llevamos un par de generaciones con la premisa del «vente a Massachusetts, Pepe, que aquí se vive mucho mejor» y sacando pecho en el que dar golpes con eso de «tenemos autores españoles en los mejores mercados del mundo»

Exacto, por eso no están en el nuestro…

En fin, que lo voy a ir dejando por aquí que solo de pensarlo necesito seis o siete infusiones relajantes. Eso sí, de marca blanca del Eroski, que tampoco está la industrilla para lanzar cohetes.

Dentro de poco más Guionista de Barrio aquí, en tu Danger Room amiga.