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Una nueva forma de vida sin ADN desconcierta a los científicos: 'Es una nueva categoría de existencia'

El descubrimiento de esta criatura, que habita entre lo vivo y lo no vivo, supone un hito que marcará la biología del siglo XXI.

Un grupo internacional de científicos ha logrado en laboratorio una forma de organización biológica que desafía la clásica dicotomía entre lo vivo y lo inerte.

Se trata de un conjunto de células organizadas artificialmente —derivadas de embriones de rana (Xenopus laevis)— que, aunque no cumplen con todos los criterios tradicionales de vida, muestran propiedades sorprendentes: se autoensamblan, absorben energía y responden a estímulos del entorno.

Este tipo de estructuras, conocidas como xenobots, no poseen órganos, no se reproducen de manera convencional ni contienen instrucciones genéticas nuevas más allá de las heredadas de las células madre de origen. Sin embargo, su comportamiento colectivo, capacidad de regeneración y de modificar su entorno ha llevado a algunos investigadores a describirlos como una posible "protoforma" artificial de vida.

Entre la biología sintética y el "tercer estado"

A diferencia de virus como Sukunaarchaeum mirabile, cuya existencia dependía completamente de un huésped, estos biorrobots celulares pueden mantener actividad durante días en condiciones controladas sin intervención externa directa. No obstante, no son completamente autónomos: no tienen metabolismo propio, no evolucionan ni sintetizan proteínas nuevas, y dependen de células animales naturales para su creación.

Paralelamente, un estudio reciente publicado en la revista Physiology propone que ciertas células del cuerpo —incluso después de la muerte del organismo al que pertenecen— pueden entrar en un "tercer estado" biológico. Este fenómeno, aún poco comprendido, sugiere que estructuras celulares complejas pueden reorganizarse y generar funciones básicas, lo que abre nuevas hipótesis sobre cómo pudo surgir la vida en la Tierra primitiva… o cómo podrían emerger formas similares en entornos como Encélado o Titán, lunas de Saturno.

Desde una perspectiva aplicada, estos avances en biología sintética podrían tener consecuencias revolucionarias: desde el desarrollo de materiales biológicos autoreparables hasta la creación de sistemas que limpien contaminantes de forma autónoma o transporten medicamentos de forma controlada. Algunos expertos los ven como una antesala de organismos diseñados para funciones específicas, sin necesidad de modificar genomas completos.

Sin embargo, también se abren dilemas regulatorios y éticos de enorme calado. ¿Cómo deben clasificarse estas entidades? ¿Son organismos, herramientas o una categoría completamente nueva? Juristas especializados en bioética advierten que podrían quedar fuera de los marcos legales actuales sobre biotecnología, ya que no son ni máquinas ni seres vivos según las definiciones actuales.

Más allá de la legislación, se plantea una cuestión filosófica de fondo: si una estructura puede actuar, interactuar y mostrar una forma de inteligencia básica sin haber pasado por un proceso biológico natural, ¿puede considerarse viva? ¿Deberíamos reconocerle algún tipo de estatus o límite?