Los ositos de gominola de la marca Haribo son conocidos por todos los niños (y no tan niños) del mundo. Es una de las primeras imágenes que nos vienen a la menta al pesar en gominolas, y el color se asocia al sabor. Como con los sugus: el rojo es fresa, el amarillo es limón, el azul es de piña porque patata... Pero resulta que el osito de gominola verde sabe a fresa... en ocasiones.
El osito verde sabe a manzana, lo sabe todo el mundo. Baja al kiosko de debajo de tu casa, al chino o a la tienda de golosinas más cercana, compra unos cuantos y compruébalo. El caso es que, si vives en EEUU, la cosa no es tan fácil. En el país norteamericano, el osito verde sabe a fresa.
Ahí, el rojo sabe a frambuesa. ¿Por qué? Bueno, en realidad puede tener una explicación: existe una variedad de la fresa, la Fragaria ananassa, que es verde. Si había que introducir el sabor frambuesa en el mercado americano, la variante verde de la fresa era una opción fácil.
Desconocemos si la decisión fue por motivos de que la frambuesa sea un sabor más conocido en Estados Unidos, o porque algún estudio de mercado dijera que al consumidor no le gustaba asociar fruta y gominolas, pero el resultado ha sido el que ha sido.
Haribo comenzó la comercialización de los Ositos de oro en los años 20, y han ido perfeccionando y modificando el producto hasta la chuchería que hoy se reconoce en todo el mundo. Sobreviviendo desde principios de siglo, y siendo capaz de recuperarse incluso después de la II Guerra Mundial, en la que sus dueños tomaron parte del bando del Eje, se han convertido en uno de los productos más fácilmente reconocibles entre los dulces que se pueden encontrar en montones de establecimientos.