La ya proverbial versatilidad de Mario lleva a que se disfrute en un juego de conducción, en uno de tenis o que se convierta en un personaje plano de papel. De hecho, Paper Mario tiene gran personalidad, un sentido del humor propio y consigue buenas mecánicas jugando con las posibilidades del papel. Los títulos de la serie en distintas plataformas han tenido personalidad casi siempre y han proporcionado muy buenos momentos.
Hemos probado los primeros niveles de Paper Mario: Color Splash, que no se centra tanto en la doble dimensión del papel como en otras propiedades, como el color (o la falta del mismo). La historia comienza cuando Peach y Toad llegan a casa de Mario con una carta muy peculiar enviada desde puerto Prisma.
Sospechando que algo malo sucede, el trío se encamina hacia la ciudad del color, para descubrir que los shy guys están robando el color a todo el mundo, incluidos los toads. Armado con un mazo de cartas de ataque para los combates con turnos, Mario emprende la aventura de devolver a la ciudad su fuente de color recuperando las estrellas que los shy guys se han llevado.
Ciudad Prisma como núcleo del juego
El mapa del juego es realmente grande (la duración parece estar entre 35-40 horas), y en el centro táctico está Ciudad Prisma. En la ciudad donde todo comienza está Peach, el entrenador y (algo importante), la tienda para comprar y vender cartas. Ahí también aprendes las bases del juego.
Nada más llegar encuentras un martillo que tiene la doble función de machacar objetos y enemigos cuando pulsas el botón B y de dar un golpe de color si pulsas el botón X. En la parte superior hay tres barras (roja, azul y amarilla, respectivamente) que marcan tus reservas de cada color.
Poco después conoces a un personaje nuevo que te acompañará toda la partida; se trata de Baldo, una lata de pintura que te asesora en algunos momentos. En estos primeros minutos de juego te sirve para rellenar el martillo de pintura para el primer combate, aunque lo habitual es rellenarlo recogiendo los goterones de pintura que dejan los enemigos al derrotarlos, los que hay por el mundo y los que salen de las flores que aplastas con el martillo.
En estos primeros momentos en la ciudad resuelves también los primeros puzles basados en el color y aprendes que es interesante colorear las zonas de los escenarios que aparecen en blanco porque te dan las valiosas monedas con las que compras cartas de combate en la tienda. Cuando entras en dicha tienda o incluso entre distintas zonas de la ciudad tienes unos instantes de carga, aunque no llegan a ser molestos.
En la pantalla del Gamepad eliges las cartas de tu turno y las coloreas
A la hora de combatir el juego utiliza la pantalla del GamePad; mientras en la pantalla del televisor aparece Mario y sus enemigos, en la táctil tienes todas las cartas de tu mazo (algunas tienen el dibujo sin color y otras con él), que son muy variadas, desde saltejo (un salto con pisotón) a golpe con el martillo, flor de fuego o de hielo o invocar a un shy guy para que combata a tu lado. Inicialmente puedes atacar sólo con una carta, pero en el transcurso de la partida recibimos otra carta, lo que permite en el mismo turno recuperar salud con un champiñón con la primera carta y atacar con la segunda.
Una vez que has elegido la carta, y si es de las que carecen de color, le aplicas la pintura que desees: cuántas más le pongas, más fuerza tiene el naipe, pero también debes tener cuidado de no gastar demasiada y quedarte con los depósitos vacíos. Si tienes un sólo rival, puedes usar una carta saltejo con poca pintura y confiar en pulsar el botón A el momento adecuado para realizar hasta cinco saltos sobre el enemigo y extraerle toda la pintura, porque así es como derrotas al enemigo. Si tu golpe no ha sido suficiente, el rival quedará sin color sólo en parte de su cuerpo. Cuando has terminado de pintarla debes realizar el gesto de impulsarla hacia la pantalla desde la pantalla del GamePad.
Es un proceso que realizas rápido a partir de los primeros combates aunque, una vez que has pintado una carta, si te parece que has puesto demasiada pintura, debes borrarla del todo y comenzar otra vez, lo que lleva más tiempo que si pudieras borrarla parcialmente.
Un mundo casi por completo de papel recortado y pintado
Una vez que terminas las misiones iniciales en la ciudad, sales al mundo de juego; en concreto, a Senda Escarlata, que ya tiene la estructura de un nivel normal de Mario, aunque el aspecto del mundo también es diferente a otros Mario Paper, ya que es como si fuera mucho más "artesanal", los objetos son casi todos de papel y se asientan sobre estructuras de cartón corrugado visibles muchas veces.
Color Splash es una aventura con toques roleros en la que Mario va teniendo cada vez más puntos de vida y el martillo va subiendo de capacidad en los depósitos de pintura cuando se completa el medidor con los martillos que sueltan los enemigos al morir, pero el combate depende básicamente de tu estrategia para elegir la carta más adecuada y tu habilidad a la hora de ejecutar el ataque pulsando el botón A en el momento adecuado.
Los enemigos más habituales en las primeras horas de juego son los shy guy ya que ellos son los encargados de robar los colores. Hay de varios tipos, entre ellos unos armados con una pajita que, al atacar, roban pintura del martillo. También hemos visto shy guy "mojados" que tienen un aspecto descolorido y un ataque más débil.
Unos recortes que sí son agradables de llevar a cabo
Una de las mecánicas mas interesantes y que hemos podido probar apenas un par de veces es el recorte. En algunos lugares no podrás avanzar o llegar a alguna parte del escenario, pero unas líneas rectas -o algún mensaje directamente- te indicará que es una zona de recorte. Puedes confirmarlo pulsando Y y, si es posible usar el recorte, aparecerán unas líneas de puntos y la pantalla pasará de la televisión al GamePad para que sigas la línea de puntos marcando el camino que deben seguir las tijeras. Cuando esté hecho el recorte, se caerá ese trozo y Mario podrá seguir una ruta alternativa.
El mundo de papel de Color Splash se ve genial en Wii U. En otros Paper Mario los escenarios eran parecidos a los de otros juegos de Mario, pero aquí, con el color como eje de la jugabilidad, la mayoría de los objetos parecen hechos de papel o cartón recortado y pintado, lo que le da un encanto especial.
Para resolver algunos puzles hay que pintar parte del escenario, o jugar con las texturas de los materiales que lo componen, el viento provoca que los personajes se muevan o salgan volando, levanta parte el escenario... hay muchas posibilidades y el estudio sabe jugar bien con ellas.
Tienes varias misiones secundarias y el objetivo de repintar el mundo
Además de la misión principal tienes otras secundarias que se desenvuelven en distintas zonas, como encontrar a los toad de salvamento. En el mapa del mundo aparece indicado en cada área el porcentaje que has repintado de zonas borradas y si tienes alguna misión de este tipo pendiente. No falta el humor, tanto con los diálogos como con las situaciones que se presentan, e incluso hay algún comentario que traspasa la cuarta pared.
Dos horas es poco tiempo para un juego tan amplio como Paper Mario: Color Splash, o, al menos, nos ha sabido a poco y nos hace añorar que no hayan salido más juegos para una consola que podía haber dado muchos más buenos ratos. En unas semanas podremos jugarlo completo y veremos si las buenas vibraciones que nos ha transmitido se mantienen o si se quedan en papel mojado. Se pondrá a la venta el 7 de octubre en exclusiva para Wii U.
Hemos escrito estas impresiones tras probar el juego durante dos horas en el showroom de Nintendo en Madrid
