Batman/Catwoman, la despedida de Tom King de la gata y el murciélago de DC Comics

Hay relaciones complicadas y luego está la de Batman y Catwoman. Siempre ha habido una complicidad destructiva entre ambos que era tan explosiva como difícil de manejar. Al menos así era hasta que Tom King trató de reconducir a los personajes hasta un punto de entendimiento en el que el “y comieron perdices” pudiera ser una realidad.

La etapa en Batman del ex-agente de la CIA fue divisiva entre los seguidores de los personajes. Hasta un punto que era difícil llegar a un término medio a la hora de valorarla. A aquellos que les gustó, la adoraron y la consideraron revolucionaria. Y a los que no, la despreciaron con todo su ser. Y los dos bandos argumentaban cosas perfectamente válidas.

En cualquier caso, ese trabajo no eran los usuales que cabría esperar cuando se abrían los números del murciélago. ¿Desde cuándo una serie de superhéroes tiene que tener en el centro temas como la madurez y, sobremodo, las complejidades del amor? Muchos lectores echaban de menos ver a su antihéroe favorito metido en tramas detectivescas y repartiendo estopa sin ir más allá. También influyó que los tiempos que maneja este autor no suelen encajar muy bien en las exigencias de una serie regular. Y eso se tradujo en un descenso de las ventas que causó que esa etapa quedase incompleta respecto a los planes que tenía en mente.

La portada de Clay Mann para este número.

Sin embargo, DC Comics le dio la oportunidad de oro de cerrar sus tramas de una vez por todas en una maxiserie de doce números dentro del sello Black Label, bajo el elocuente título de Batman/Catwoman. Es una continuación de Batman, sí, pero Catwoman también está en el centro, formando un uno indivisible. Y, tras muchos meses de espera, al fin ha llegado esta esperada conclusión.

Lo primero en lo que habría que pensar es en si debería haberse cambiado de orden los nombres del título, puesto que la verdadera protagonista de este título, al menos, durante el primer número es Selina Kyle. A través de sus ojos y su experiencia, se expone de forma clara el amor que siempre le profesa a Bruce. De tal modo que todas las escenas que protagoniza ella, giran alrededor de la sombra del murciélago. Alguna escena solo para ella, podría haber encajado mejor.

La trama parte de una premisa puramente detectivesca: una figura del pasado vuelve a la vida de Bruce Wayne para pedirle que resuelva un caso de desaparición. No le resulta particularmente difícil darle carpetazo, porque lo verdaderamente importante son las implicaciones de esa investigación, que se explorarán en futuros números.

Esto es lo único clásico y convencional que se va a encontrar el lector en este cómic que se mueve más por lo que se lee entrelineas que en lo que queda explicitado. No se rige con unas normas que busquen facilitar la lectura. La historia se cuenta durante tres periodos temporales intercalados en la que se permite echar un ojo a la completa vida de ellos. ¿Quiénes fueron? ¿Quiénes son? ¿Quiénes serán?

Ahí asoma la idea del tiempo destructor y la tesis inequívoca de que la felicidad nunca es plena y de que se puede obtener pequeñas satisfacciones en cualquier momento. Aunque queden descompensadas siempre por lo negativo. Hay un aire de fatalismo que enturbia, de sucesión de acciones inevitables que conducen a un final. Queda por comprobar hacia donde se querrá conducir.

Por tanto, el tono es agridulce. Aunque haya momentos de complicidad entre ambos verdaderamente disfrutables, King no se olvida de darle al todo un aire trágico. También pivota en  el concepto de la pérdida, en todas las acepciones en las que cabe la palabra, y en el hecho de que los errores y las decisiones tomadas en el pasado pueden perseguir a cualquiera durante toda su existencia.

Al contrario que en sus últimos números de Batman, el ritmo es más acelerado. Aunque pueda parecer que no, pasan unas cuantas cosas. Se cumple con todo lo que debe tener un primer número. Se nota que, al ser una cosa más acotada, este autor se siente más cómodo.

La lúgubre splash page de apertura.

Tom King no es nuevo. Ha llegado un punto en el que el lector parece conocer ya todos sus trucos y dejes estilísticos. Y el escritor es perfectamente consciente de eso. Tal vez por ese motivo haya optado por no buscar sorprender o epatar, como ha hecho en otros cómics. No es su primer número más potente, pero sí que es uno en el que se nota que quiere centrarse en contar la historia que llevaba queriendo contar desde el principio de la mejor forma posible.

El dibujo de Clay Mann se nota a un mejor nivel del que tuvo en la serie regular. Se aprecia que cuando se tiene más tiempo de desarrollar, el resultado es más completo. Es alguien que logra dar mucha energía cinética a los dibujos que funciona bien en las escenas más espectaculares. Y también es un narrador interesante en las escenas más pequeñas, aunque deja una sensación de que podrían haber funcionado mejor si se hubiese contado con otro dibujante fetiche de este guionista, como Mitch Gerads. Luce muy bien, pero no termina de causar el impacto emocional que debería.

Batman/Catwoman viene a suponer la cúspide de una etapa rompedora y la despedida de Tom King a estos personajes. Y este primer número de doce da todo lo que cabría esperar. Como viene siendo habitual, es alguien que se toma su tiempo y que lo mejor es esperar a que esté la obra completa para juzgar con claridad. Pero este primer contactoo presenta unas tramas con el suficiente interés como para que se quiera volver al siguiente número.