Vida y obra de Robert Kirkman, el Rey Midas del comic independiente norteamericano

Cuando se tiende a definir bajo  algunos parámetros el éxito en una carrera  en el cómic, tradicionalmente, ha tenido que ver con escribir para las dos grandes editoriales. Siempre se ha visto como esa meta como si fuese la Meca por la que todo aquel escritor o dibujante que se precie que quiera ganarse el jornal, debería pasar. Pero existen caminos alternativos. Se puede conjugar aquello que, como creador, verdaderamente quieras hacer y lograr tener recorrido.

Francis Ford Coppola especulaba en el documental Corazones en las Tinieblas que la democratización tecnológica supondría que todo el mundo tendría acceso a la creación y que, de repente, una pequeña niña de Texas sería la nueva Mozart. Probablemente dijera esas palabras en 1978, año en el que nació un chaval en Lexington, Kentucky. Un niño llamado a demostrar que esas predicciones no estaban del todo desencaminadas.

Ese joven llamado Robert Kirkman pronto se trasladaría con sus padres a una pequeña población del mismo estado: Cynthiana. Se trata de un lugar tranquilo en el que lo más destacable fue que ahí se produjeron dos batallas durante la Guerra de Secesión. Durante los ochenta, la población no llegaba a los 6000 habitantes y la ciudad más cercana, Lexington, estaba a tres cuartos de hora.

Ante esa vida tan, aparentemente, pausada y esa quietud, Kirkman comenzó a aferrarse al último refugio de todo guionista que se precie: su imaginación. Los cómics pasaron a ser su principal compañía y obsesión. Hasta tal punto en el que soñaba con el momento en que sería él quien los crea.

Pero una de sus grandes revelaciones provino cuando sus padres lo llevaron a Lexington y ahí descubrió su primera tienda de cómics. Tal y como él mismo contó, fue en ese momento en el que el dependiente de la tienda le introdujo dos conceptos que le impactaron en su adolescencia. El primero de ellos es la editorial Image. El segundo es que se podían reservar cómics para hacer colecciones.

Este shock inicial no solo marcó su primera experiencia directa como consumidor de la industria. Si no que se puede ver un paralelismo muy específico respecto a lo que terminaría siendo su obra: un balance entre conservadurismo y rupturismo. La lección que se sacó de la desbandada de autores de que sus autores favoritos en 1992 (cuando él tan solo tenía 14 años) para crear Image es la de hacerlo por su cuenta. No se necesita la aprobación ni el permiso de nadie.

El movimiento llevado a cabo por los Image Boys, fue un movimiento que sorprendió a todos los que por aquel entonces se encontraban trabajando dentro del mundillo. Y un modelo totalmente inspiracional para aquellos que quisieron llegar a formar parte de él. Las majors dejaron de ser imprescindibles dentro del tablero. Y eso en la psicología de un adolescente, con la rebelión intrínseca que se le atribuye a esa fase, tiene que haber supuesto un refuerzo positivo.

Sin embargo, el trabajo de Robert Kirkman es profundamente conservador. El hecho de tener ciertos seguros de vida mientras hace cómics, supone cierta estabilidad apacible. Dejando de lado la forma en la que ha optado por publicar y difundir su trabajo, sus creaciones en sí son puramente reformistas y renovadores. Sus aportaciones tienen que ver con revivir espíritus y lanzarlos de un modo con que tomen nueva carne para el público contemporáneo, más que con llevar a cabo acciones iconoclastas.

Este creador, por tanto, lleva un camino opuesto al de la influyente invasión británica, que tiene que ver más con devolver a la cordura que los cómics de superhéroes  perdieron en los noventa. Y, para ello, fue un estudioso del tratamiento de los personajes que hizo Marvel en sus inicios.

Por ese motivo, a nadie debería extrañar que su primer acercamiento profesional al mundillo fuese con una historia de superhéroes en la que ya dejaba entrever su incapacidad de hacer historias de superhéroes que tuvieran cabida en los dos grandes: Battle Pope. Con tan solo 20 años firmó un cómic muy ácido, macarra y polémico. En él, tomó los referentes superheroicos y los parodió llevándolos a un terreno irreverente hacia la Iglesia católica. En él, hay un Papa hipermusculado, digno de los sueños húmedos de Rob Liefeld, y un sidekick, el mismísimo Jesucristo rebautizado como Jesus H. Christ, como protagonistas. Este protagonista es un condenado por Dios por disentir con Él, y que busca en San Miguel la clave para vencer a unos demonios que asolan la tierra.   

Paralelamente a ello, llevó a cabo una campaña de acoso a Eric Larsen. Obtuvo su teléfono en 1999 y le estuvo llamando todos los días para preguntarle acerca de Savage Dragon, con la que  tenía una obsesión. Y Larsen, lejos de asustarse, mantuvo una relación fructuosa para ambos. Hasta tal punto que un amigo suyo, el ilustrador Corey Walker, con el que compartía estudio (y en el que el dibujante vivía) realizó una ilustración de Superpatriot, uno de los personajes de la franquicia, la cual Kirkman se la envió. Y Larsen ni corto ni perezoso optó por incluirla en un número de la serie. 

Aunque no lo pueda parecer en esta incursión temprana en el medio del de Kentucky, ya estarían muchas de las claves de lo que se esperaba que fuera a realizar este autor. En primer lugar, hay un acercamiento al género propio del cómic, pero pasándolo por un filtro posmoderno. También tiene la idea de un futuro especulativo, muy común en la gran parte de su obra.

También supuso la primera colaboración con Tony Moore que, por aquel entonces, no sabía que estarían llamados a reformular el terror. El cómic fue autopublicado en una pequeña editorial autogestionada llamada Funk O-Tron, con lo que ya se aprecia la necesidad creativa de estar en su parcelita haciendo sus cosas. Poe último, este primer trabajo suyo sería su primera franquicia que sería adaptada. Y es que, en 2008, Spike TV lanzó una webserie que duró unos pocos episodios.

Pero, si se obvia todos los aspectos más superficiales, queda una demostración del potencial de este novato para contar historias. Y una capacidad y ambición para llegar lejos. Y, aun así, su carrera hubiese sido muy diferente si no se hubiese topado con un autor exitoso y amargado en una convención.

La actitud de este autor le hizo replantearse su futuro y el tipo de contenido que querría contar y cómo lo gestionaría. Y es que no quería hacer cosas que le dieran el éxito y estar amargado por ello. En primer lugar, priorizaría el contenido con el que se sintiera más satisfecho.

No tardaría en dar el salto a Image. El joven veinteañero, tras cerrar su paso con la historia de ese peculiar Papa, aprovechó ese contacto ya establecido para abrirse una puerta. Sin olvidarse de su compañero, el mencionado Corey Walker. Ambos hicieron el pitch para un proyecto que no llegó a ver la luz: Science Dog, un concepto que mezclaba aventuras ciencia ficción con los animales parlantes y que terminarían publicándolo dentro de Invencible en un futuro. Sin embargo, la editorial descubrió una oportunidad de colaboración que no iba a dejar pasar. Y el paso lógico, viendo el precedente, fue el de concederles la tercera miniserie de Suerpatrior, de cuatro números. Esta propuesta debe ser leída como una prueba de la que salió indemne y fortalecido al demostrar que sabe manejar perfectamente las historias superheroicas.

Tech Jacket Kirkman
Encuentra las siete diferencias con Invencible.

De ahí dio el salto a lograr publicar su primera franquicia creada por él: Tech Jacket, que toma un concepto similar al de Linterna Verde y lo traslada al ambiente adolescente. Con esta miniserie, contada junto con el dibujante E.J. Su, se buscó hacer un ensayo de lo que terminaría siendo su siguiente proyecto. Y aunque Tech Jacket duró poco, siempre ha sido algo especial para Kirkman y ha recuperado al personaje en sus series o en otras miniseries y números especiales posteriormente.

El siguiente paso sería el que marcaría el gran punto de inflexión que marcaría el resto de su carrera. Bulletproof era un cómic que se estuvo gestando desde los tiempos de Battle Pope. El dúo Kirkman/Walker propusieron a Image publicar un cómic de un superhéroe adolescente de línea clásica, que actualizase lo que hicieron Stan Lee y Steve Ditko en la primera etapa de Spider-Man. Tuvieron luz verde, puesto que es una franquicia muy distinta y a la vez, continuista a lo que Image estaba publicando. Pero se tendría que cambiar de nombre para evitar posibles conflictos con DC. Y se llamaría Invencible.

Por aquel entonces, la Marvel de Joe Quesada ya había lanzado el Ultimate Spider-Man de Brian Michael Bendis y Mark Bagley. En el año 2000 ya fue un éxito casi instantáneo y, probablemente, influyese en que se abriera un nuevo mercado en el que Invencible tenía cabida. El planteamiento era hacer cómic sin continuidad que atrajesen nuevos públicos. Sin embargo, los métodos fueron totalmente distintos. Marvel buscaba revolucionar. Mientras que, paradójicamente, fue Image la que no dejaba de presentar respetos y de intentar mantener vivas aquellas cosas que en el pasado funcionaron.

Al respecto, Kirkman dio las siguientes palabras:

“Cuando yo estaba creciendo leí una serie de Robin protagonizada por el personaje de Tim y realmente disfruté leyéndola. Al igual que lo hice con algunos de los primeros cómics de Spider-Man, cuando aún estaba en la adolescencia. Fue por ello que decidí que quería hacer un superhéroe adolescente. Justo había salido Ultimate Spider-Man, pero mirando a nuestro alrededor no había muchos cómics de superhéroes adolescentes más. Estoy seguro de que habrá gente que me diga: “Te olvidaste de este chico, de esta chica, o de este otro”. Pero en ese momento no vi una gran cantidad de personajes de ese tipo por ahí. Así que decidí seguir ese camino. Tratamos de diseñar un superhéroe adolescente guay y ver por dónde iban las cosas, cómo podrían funcionar, y surgió la idea de su padre, también superhéroe, y que quisiera ser como él. Introdujimos, entonces la idea de legado”.

Robert Kirkman
Invencible Bendis Kirkman
Las admiraciones mutuas.

Kirkman a la hora de lanzar Invencible, ya lo concibió como una serie que se iba a prolongar y que, tal y como hicieron los fundadores de Image, serviría para construir un universo superheroico propio. Eso supuso un ejercicio de escritura ininterrumpida que se prolongó la friolera de quince años.

Después de unos primeros números, Walker decidió que no podría mantener el ritmo mensual. Y fue ahí cuando Kirkman se fijó en un dibujante parado a quien encontró en un foro. Arriesgó con este artista sin experiencia llamado Ryan Ottley, quien permaneció hasta el final de la serie.

La serie introdujo a Marc Grayson, un chaval que es hijo de Omni-Man (una versión de Superman) y que obtiene superpoderes. Y el cómic pasa entonces a ser un coming an age que combina vida de instituto, con la vida familiar y con vida de superhéroe, creando variaciones muy frescas de los tropos que todo el lector conoce.  

Invencible Kirkman
El protagonista y sus amiguetes.

Kirkman usó esa serie como vehículo para hacer cotidiano lo extraordinario. Ejemplo de ello la tenemos en una de las escenas más recordadas de la serie: la conversación en la que el protagonista tiene superpoderes durante una comida. Y el que su padre reaccione pidiendo que les pase el condimento. Ahí ya está desde el principio el tono cómico de la serie que buscaba hacer mundano y cotidiano los elementos más extremos.

La serie cerró en 2018 dejando tras de sí un legado incomparable por el resto de los dos grandes. Y es que esta fue la respuesta por parte de Image y de Kirkman a todas las carencias que han tenido enquistadas las series de superhéroes. El mero hecho de que decidieran poner el punto final ya es un gesto que atenta frontalmente contra una de las ideas principales de este medio: la continuidad eterna de estos personajes.

Invencible tal vez no vaya a ser recordado como este trabajo que introdujo una nueva forma de concebir a los superhéroes. Pero son los pocos los ejemplos de un proceso de filtro emocional, un intento de remendar errores y, en último término, de homenajear el género que hayan sido tan efectivos como este. Tal y como dijo su creador:

“Invencible es mi carta de amor a los cómics de superhéroes. Es todo lo que desearía hacer reunido en un solo cómic.”

Robert Kirkman

El escritor se lo pasó bien y se nota que es un cómic que fue realmente personal para él. Y de ahí que el personaje evolucionase junto a él. Y es que si algo aportó Invencible al mercado es algo muy básico pero que, este género ignora en favor de esa ininterrumpida publicación mensual: los cambios son permanentes. Los actos tienen consecuencias que no se pueden revocar. Y quien muere, no vuelve. Es una historia pensada con un arco de transformación de madurez para la historia que termina desembocando en un espectacular final con un alma y un impacto al que solo los mejores cómics pueden aspirar.  

Invencible Kirkman 2
Una de las espectaculares dobles páginas que tiene el título.

También cabe destacar que hace un tratamiento bastante descarnado y excesivo de la violencia en determinados episodios. Pero logra manejarlo de un modo en el que no rompe el tono y siempre sirve en favor de la historia.

La serie contó con algunos spin of como Guarding the Globe, dibujado por Benito Cereno, otro artista al que Kirkman descubrió y el personaje llegó a participar crossovers como Image United o Marvel Team-Up.

Como viene siendo habitual, las productoras no tardaron en sentir interés en adaptar el proyecto. La primera de ellas fue Paramount quien, en 2005 intentó hacer una adaptación cinematográfica. Y, aunque las intentonas han sido constantes (la que estuvo más cerca de materializarse fue cuando en 2017 Seth Rogen y Evan Goldberg tomaron el control del proyecto de la major), ha sido Amazon Prime Video quien ha lograrlo hacerlo. En 2021 se estrenará esta ambiciosa serie de animación con un reparto plagado de estrellas como Sandra Oh, Steven Yeun, J.K. Simmons, Seth Rogen, Zazie Beetz, Gillian Jacobs, Mark Hammill o Walton Goggins, entre muchos otros.

Pero ese no sería el único producto que vio la luz en 2003. Este autor iba a por todas. Su segundo trabajo también tomaría un género para volver a hacerlo suyo. Ese género sería el terror. Los zombis, específicamente. Y este título fue Los Muertos Vivientes.

En el tomo introductorio de los seis primeros números, Kirkman explicó:

“No pretendo asustar a nadie. Si eso ocurre como resultado de leer este cómic, genial. Pero de verdad… No es eso de lo que se trata. Lo que tenéis entre manos es la obra más seria que he realizado en toda mi carrera. Yo soy el tío que creó Battle Pope; espero que os deis cuenta del esfuerzo que esto supone para mí. No es tan difícil de entender cuando uno comprende que me sumerjo en una materia profundamente seria y dramática…

Los zombis.

Para mí, las mejores películas de zombis no son los festivales de gore y violencia con personajes chorras y chistes cutres. Las buenas películas de zombis nos demuestran lo fastidiados que estamos. Nos hacen reflexionar sobre nuestra posición en la sociedad… Y sobre la posición de nuestra sociedad en el mundo. Nos muestran el gore y la violencia y todas esas cosas guays, también… Pero siempre hay una corriente subterránea de comentario social y reflexión.

Siempre preferiré Amanecer de Muertos a El Regreso de los Muertos Vivientes. Para mí, las películas de zombis son ficción dramática que mueve a la reflexión y están a la altura de cualquier basura merecedora del Óscar de las que se producen año tras año. Me gustan las películas que me hacen cuestionarme el tejo de la sociedad. Y en las BUENAS películas de zombis… De eso hay a montones.

En Los Muertos Vivientes quiero explorar cómo la gente se enfrenta a situaciones extremas y cómo esos acontecimientos los CAMBIAN. Y va a durar. Vais a ver a Rick cambiar y madurar hasta el punto en que miraréis atrás y al ver este libro no podréis reconocerle. Espero que os gusten las grandes sagas épicas, porque eso es lo que pretendo hacer aquí.

Todo en este libro es un intento de mostrar la progresión natural de acontecimientos que creo que se produciría en estas situaciones. Es un trabajo basado en los personajes. Cómo llegan allí estos personajes es mucho más importante que el hecho de que lleguen. Espero mostraros a vuestros amigos, vuestras familias o a vosotros mismos y sus reacciones ante las situaciones extremas de este libro.

Así que, si algo os asusta, genial. Pero esto no es una historia de terror. Y con eso no quiero decir que estemos por encima de ese género. Ni mucho menos. Sólo estamos marcando un camino diferente. Este libro trata más de ver a Rick sobrevivir que de ver a zombis asomando por la esquina a para asustarnos. Espero que sea lo que os mole.

(…) Para mí, lo peor de las películas de zombis es el final. Siempre quiero saber qué pasa después. Incluso cuando los personajes mueren al final… Quiero que sigan. Frecuentemente las películas de zombis parecen un pedazo de la vida de alguien que nos muestran hasta que quienquiera que esté al mando de la película se aburre. Conocemos al personaje, vive una aventura y, entonces, BUM. Tan pronto como la cosa empieza a ponerse bien… Aparecen esos pesados títulos finales.

La idea que hay tras Los Muertos Vivientes es la de seguir con el personaje, en este caso, Rick Grimes, durante todo el tiempo que sea humanamente posible. Quiero que Los Muertos Vivientes sea una crónica de varios años en la vida de Rick. NUNCA nos preguntaremos qué le pasaría luego a Rick, lo veremos. Los Muertos Vivientes será la película de zombis que nunca acaba.

Bueno… Al menos durante mucho tiempo”.

Robert Kirkman

Al igual que sucedió con Invencible, se produjo un cambio muy temprano del dibujante. En un principio, lo iba a ilustrar Tony Moore. A pesar de ello, tras el primer arco, la labor pasó a Charlie Adlard, quien permanecería hasta el final. Respecto a por qué se involucró en el título, él mismo comento en la introducción al libro escrito por Diego Matos y por Alberto Vicente, The Walking Dead. Caminando Entre los Muertos:

“Los Muertos Vivientes es un cómic apasionante. Cuando Robert me pidió que lo dibujara hace unos cuantos años, leí los primeros seis números y pensé que era muy bueno. Necesité muy pocos números para que me cautivara de verdad. Es un cómic que te engancha muy lentamente. No te das cuenta de que está atrapando y de repente han pasado 30… 40… 50 números y tú sigues ahí… Increíble. No me di cuenta, cuando empecé a dibujar este cómic, de que estaba ante MUCHO MÁS que un cómic sobre zombis, que los zombis son sólo la excusa, el McGuffin de toda la historia.

Es diferente.

Todo lo que ocurre en el cómic desconcierta al lector con cada giro y creo que eso es lo que consigue que ellos y yo volvamos a por más y más cada mes. Es ese elemento de ser incapaz de predecir qué es lo que va a pasar, eso es lo que hace que Los Muertos Vivientes funcione.

Se atreve a ser diferente.”

Charlie Adlard.

¿Qué es lo que tuvo que aportar esta serie faraónica que se prolongó durante 16 años y 193 números? Pues una legitimidad y aceptación de este subgénero como no había gozado hasta el momento. El título de enmarcó en ese renacimiento por el que pasó el género en la segunda mitad de la primera década del presente siglo, pero hizo que este evolucionase como ninguna de las producciones de esa época.

La cuestión están en que, a diferencia de estos, optó por respetar los elementos tradicionales de los zombis, en lugar de dinamitarlos. Por otra parte, usarlos a su favor para construir su propia mitología. Cuando se  piensa en este título, lo primero que se le pasa a la cabeza a uno son sus personajes. Los zombis pasan a ser la excusa argumental (y una manera de atraer al público) para hacer un estudio psicológico hacia las personas forzadas a sobrevivir en estas circunstancias extremas. Por si fuera poco, entra en juego una de las fases más complicadas de la experiencia humana: la paternidad. El ser padre e intentar criar un hijo en un mundo hostil tiene mucho peso dentro de la narrativa y se debió retroalimentar de su propia vida, puesto que él mismo fue padre en 2003 (llamando a su hijo Peter Parker).

The Walking Dead Kirkman
Escenas como esta son las que se ganan el corazón del lector.

Pero también, supone un acercamiento a un ensayo socio-político en favor de una organización sistemática para poder sobrevivir. Algunas cuestiones ideológicas se dejan entrever en este producto que pueden resultas bastante polémicas. Pero que, sin embargo, son las suyas y se atreve a exponerlas.

Bastante clarificadora es la elipsis con la que decidió cerrar este universo. A través eso, se permite realizar una una transformación radical al western. Y ese género se dedica a narrar la fundación mitológica de la nación estadounidense. Y suele hacerse a través de la mitificación o la crítica. En cualquier caso, el que decida emplearlo de la forma en la que lo hace, supone abrazar la idea de que la construcción social civilizada, de ley civil, es la única forma de supervivencia ante esas circunstancias adversas.  Un fondo profundamente conformista si se compara a la forma en la que se narra.

Pero Los Muertos Vivientes también es un relato que no está exento de contener algunos de los antagonistas más memorables que se han creado en el cómic en el presente siglo. El Gobernador y, especialmente, Negan, se han convertido en clásicos instantáneos incomparables. Las claves han pivotado entre la humanización de estos personajes y el darles unas motivaciones moralmente ambiguas y un carisma con el que palidecían los protagonistas.

The Walking Dead Negan Kirkman
¡Dales duro, Lucille!

Mantener durante casi doscientos números de un high concept sin romper la promesa inicial es algo absolutamente difícil. Pero hacerlo siempre manteniendo un ritmo muy medido en el que se equilibraba a la perfección la peripecia con los momentos de caracterización es algo que directamente es increíble.

Aquí el lector se ve imbuido en un mundo que, tal vez no sea el más imaginativo, pero sí que ha conseguido encajar y rellenar un hueco muy grande en el imaginario colectivo. En el cómic, los mundos poblados por zombis no han pasado de la parodia, o el festival gore. Pero este caso no ha querido jugar en los mismos términos en ningún momento.

El mayor problema al que ha hecho frente este cómic es la sensación de repetición constante de esquemas argumentales. Eso causó cierto hartazgo por parte de los lectores que veían a los personajes teniendo que hacer frente a los mismos conflictos. Es un peaje que ha habido de pagar por la misma concepción de narrativa sin final.  Y que quien aguante, se ve muy recompensado con un tramo final verdaderamente intenso. 

El final fue tan satisfactorio que dejó a los hambrientos lectores con ganas de más. Hasta tal punto que, tras la crisis del COVID, Kirkman y Adlard lanzaron un número especial llamado Negan Lives!, con la finalidad de que este personaje atrajese a los lectores a las librerías especializadas. Ellos prometieron que no volverían jamás, pero ante este contexto extraordinario se tomó esta medida. Y funcionó. Y actualmente está recuperando todo el material en una edición a color y cargada de extras. Es esperable que que la llegada de este material a España sea inminente.

The Walking Dead Color Kirkman
Imagen a todo color.

A día de hoy, este cómic es un producto transmedia que ha gozado de diversos éxitos en aquellos medios en los que los caminantes han entrado. La serie televisiva que contó inicialmente con Frank Darabont hasta que abandonó por diferencias creativas, se aproxima a su temporada final tras 10 temporadas de emisión y acoger una gran cantidad de fans. Al estar Kirkman involucrado desde el principio, la fidelidad estuvo asegurada. Pero, como en los mejores casos, ha generado una gran cantidad de seguidores sin necesidad de que estos tengan la más mínima relación con el cómic.

Hasta tal punto que ha generado unos cuantos spin of como Fear The Walking Dead, World Beyond o la serie de Daryl y Carol, que se encuentra en preparación actualmente. En cualquier caso, no hay ninguna otra serie no superheroica que haya alcanzado este nivel de desambiguaciones.

The Walking Dead Poster Kirkman
Imagen promocional de la serie televisiva,

Lo mismo se puede decir de la recordada saga de videojuegos creada por Telltale Games, cuya primera entrega tuvo una acogida que hizo que ganase el premio del mejor juego del año. Por no hablar de su presencia en los juegos de tablero o de otros videojuegos lanzados de esta propiedad intelectual.

La huella de Robert Kirkman dentro del listado de creadores de zombis influyentes no tiene nada que envidiar a Romero. Si este aportó el zombi moderno, el de Cynthiana ha hecho que sean respetados tanto a nivel crítico como queridos por un gran público, algo que parecía inconcebible no hace tanto.

Marvel, impresionada por el trabajo que Kirkman estuvo desarrollando en Invencible, principalmente, lo contrató en 2004 para que escribiera para ellos. Tras unos cuantos números como el de miniseries autocontenidas o los números de cruce del Capitán América con Vengadores: Desunidos, comenzarían a llegarle proyectos de mayor entidad. Durante su etapa de Ultimate X-Men, que duró dos años, en buena medida, pudo jugar con las creaciones y las ideas que realizaron los creadores de Image, como Cable.

Marvel Team Up Invencible Kirkman
Inspiración y sucesor generacional al fin reunidos.

También tuvo la oportunidad de relanzar un título emblemático Marvel: Team Up. Al tratarse de un cómic fuera de continuidad y en el que debían jugar varios iconos de la editorial, Kirkman sintió tal libertad creativa que se atrevió a hacer un cruce con Invencible, siendo esta la primera y última aparición del personaje en Marvel. Se nota que se sintió muy cómodo colaborando con Sean Phillips en Marvel Zombies, en la que desarrollaría el concepto creado por Mark Millar en el que el Universo Marvel estaba poblado por una versión zombi de todos los superhéroes. En estas páginas exhibió un humor negro que complementa lo visto en Los Muertos Vivientes. Pero esa etapa le permitió volver a trabajar con Corey Walker (más allá del mencionado número de Marvel Team-Up), puesto que ahí fue donde ambos crearon la polémica El Irremediable Hombre Hormiga, en el que exhibía una iteración oportunista y canalla del personaje con un tono del que, en parte, se aprovechó para la adaptación de Marvel Studios del personaje y el divertido reboot de Destroyer para la línea MAX.

A pesar de que hiciera algunas buenas obras, Kirkman no se sintió a gusto en un sistema industrial como el que propone La Casa de las Ideas y no fueron pocas las ocasiones en las que ha terminado criticando la falta de entendimiento entre ambas partes. Y eso llevó a una más que evidente ruptura entre ambas partes.

Fue por esa época de transición en la que Kirkman lanzó su sentido, reflexivo y potente manifiesto exponiendo todo aquello de lo que el mainstream adolecía y aquello que debía cambiar. Fue algo muy notorio que despertó unas cuantas reacciones.

Mientras trabajaba en Marvel, en Invencible y en The Walking Dead, el autor consiguió tiempo para lanzar un trio de proyectos de menor duración y trascendencia. Brit recogía una creación que hicieron Kirkman y Tony Moore en un número único en 2003. Se trata una versión cafre del Capitán América que se niega jubilarse. La serie no vendió demasiado bien y se quedó en doce números. Por otra parte, en 2007 trajo al mundo The Astounding Wolf-Man, en la que un empresario se convertiría en hombre lobo. Un divertimento que le permitió aproximarse al terror con una perspectiva autoconsciente, ligera y cómica. Por otra parte, llegaría Haunt, que se prolongaría 28 números (con el abandono de Kirkman en el número 19, siendo sustituido por Joe Casey). Supondría la primera colaboración entre él y Todd McFarlane, quien llevaba claramente un control creativo más importante, a pesar de que fuera el primero en desentenderse del proyecto. Una fallida iteración de los personajes oscuros en la linea de Spawn que tanto le interesan a McFarlane. 

En 2009 llegó otro paso adelante importante a su vida: sería el primer partner de Image, fuera de los fundadores. Eso supondría una mayor responsabilidad y peso dentro de la editorial, y la demostración más palpable de cómo esta aprecia todo el trabajo y los éxitos que les ha traído.

Y eso cuajó en Image United, un errático e inconcluso proyecto que iba a juntar a todos los autores fundadores de la editorial y a sus respectivas franquicias. Y también se contó con Invencible para formar parte del grupo. Y, por si fuera poco, el propio Kirkman sería el único encargado del guion. Que un proyecto de esta envergadura contara con él de esta manera es la materialización de su consolidación definitiva de cara al público.

Sería un año después cuando este autor lograría lanzar la serie televisiva de The Walking Dead y cuando, al fin, lograría crear y establecer su propio sello dentro de la editorial: Skybound Entertainment. Desde su fundación, contó con David Alpert, un amigo suyo que, a partir de ese momento, su carrera como productor audiovisual arrancó, estando ligado a los proyectos audiovisuales de Kirkman, a demás productos relacionados con el cómic como los de la serie Powers y de Locke and Key  y a los trabajos escritos por Max Landis.

Skybound Entertainment Kirkman
El logo de la compañía.

Aparte de gestionar él mismo los derechos de sus proyectos televisivos, cinematorgráficos, de juegos de mesa y de videojuegos, también es una manera de aunar todos y cada uno de sus proyectos. Pero, no menos importante es su labor de editorial para autores ajenos. Su línea editorial es el de apoyo a los creadores y proporcionarles un trato justo. Él mismo entiende Skybound como la editorial que le hubiese gustado que existiese en sus inicios para publicar Battle Pope.

Los títulos que han sido publicados o son pertenecientes al sello Skybound son los siguientes:

  • Battle Pope
  • Birthright, de Joshua Williamson y Andrei Bressan.
  • Brit
  • Science Dog
  • Clone, de David Schulner y Juan José Ryp.
  • Crude, de Steve Orlando y Garry Brown.
  • Dead Body Road, de Justin Jordan y Matteo Scalera.
  • Demonic, de Christopher Sebela y Niko Walter.
  • Die! Die! Die!
  • Eclipe, de Zack Kaplan y Giovanni Timpano (adquirida de Top Cow).
  • Evolution, de James Asmus, Joseph Keatinge, Christopher Sebela, Joshua Williamson, Joe Infurnari y Jordan Boyd.
  • Extremity, de Daniel Warren Johnson.
  • Gasolina, de Sean Mackiewicz y Niko Walter.
  • Green Valley, de Max Landis y Giuseppe Camuncoli.
  • Ghosted, de Joshua Williamson y Goran Duzuka.
  • Guarding the Globe
  • Horizon, de Brandon Thomas, Juan Gedeon y Mike Spicer.
  • Invencible
  • Hardcore, de Andy Diggle y Allesandro Vitti.
  • Kill the Minotaur, de Christian Cantamessa (a quien Skybound le ha producido su ópera prima Air, protagonizada por Norman Reedus), Chris Pasetto, Jean François Beaulieu y Lukar Ketner.
  • Outer Darkness, de John Layman y Afu Chan.
  • Manifest Destiny, de Chris Dingess, Matt Roberts y Own Gieni.
  • Murder Falcon, de Daniel Warren Johnson.
  • Oblivion Song
  • Outcast
  • Outpost Zero, de Sean Kelley McKeever y Alexandre Tefenkgi.
  • Redneck, de Donny Cates y Lisandro Estherren.
  • Slots, de Dan Panosian.
  • Tech Jacket
  • Ladrón de Ladrones
  • Los Muertos Vivientes
  • Witch Doctor, de Brandon Seifert y Lukas Ketner. Este es el primer proyecto apadrinado por Kirkman dentro de Skybound.
  • Reaver, de Justin Jordan y Niko Henrichon.
  • Stealth, de Mike Costa y Nate Bellegarde.
  • Heart Attack, de Shawn Kittelsen y Mike Spicer.
  • Fire Power

Analizando los títulos se pueden sustraer una serie de claves: es un descubridor de talentos, pero también ofrece oportunidades a veteranos a los que el mainstream ha olvidado. Y también se deja entrever su pasión por el pulp, las historias postapocalípticas y de terror. Pero también tiene cabida historias de índole más personal, como es la propuesta de Dan Panosian.

Thief of Thieves Kirkman
Better than Ocean’s saga.

Pero este sello le permite publicar sus títulos de un modo más seguro, con mayor control y garantías. La primera propuesta que llegaría bajo este paraguas es Ladrón de Ladrones, en 2012. En ella, se presentó a Redmond, el mejor ladrón que ha existido y que, por diversos motivos, debía volver a las andadas. Kirkman se encargó solo del primer arco, en el que estableció las reglas del juego, pero los que, verdaderamente, desarrollaron el concepto fueron Andy Diggle, Nick Spencer, Brett Lewis y James Asmus, siempre acompañados del artista Shawn Martinbrough.

La historia toma la mejor sofisticación del cine de espías y de criminales de la vieja escuela, pero lo traslada en un universo contemporáneo en el que al igual que el Bond de Daniel Craig se cuestiona la relevancia de este tipo de personajes en el mundo actual. Una propuesta siempre estimulante, llena de giros y que, de nuevo, trata de hacer que lo clásico siga siendo pertinente. Además, fue el primer proyecto que se concibió desde el inicio como una serie de televisión para la cadena AMC, cosa que todavía no ha llegado a suceder.

La que sí llego a suceder durante dos temporadas en la prestigiosa Cinemax fue Outcast. Al igual que en el caso anterior, esta serie ya venía con el contrato de adaptación audiovisual firmado desde antes de que se publicase el primer número. Pero, al contrario que en el caso anterior, esta serie sí que fue una cosa que le tocaba más de cerca.

Outcast Kirkman
Poseso.

Y es que, tras sus peculiares acercamientos al terror, ya tocaba una serie que lo estudiase en toda su pureza. Era una deuda pendiente. El protagonista es alguien marginado porque la sociedad asocia su presencia con los exorcismos, algo que él niega en todo momento. Sin embargo, los hechos le contradicen y no dejan de perseguirle. Todo ello cuajará en su relación con el reverendo Anderson, con quien tendrá que aliarse para hacer frente a la amenaza diabólica.

Kirkman sorprende con este cómic por una sobriedad un acercamiento realista, aun con las concesiones necesarias del género. Además, aquí reina la atmosfera y un ritmo más pausado del que nos tiene acostumbrados. Pronto ha quedado como un título de culto y un gran tapado dentro de su extensa carrera. Pero es uno de los pasos más intrépidos que ha dado, escribiendo algo que no parece suyo y que, sin embargo, logra dar con  un resultado que hace que uno piense que lleva toda la vida haciéndolo. Y lo hace acompañado con el orgánico dibujo de Paul Azaceta, capaz de crear imágenes espeluznantes.

Oblivion Song Kirkman
I’d love to change the world…

En sus trabajos más recientes se aprecia un acercamiento a la ligereza que tuvo en sus inicios. Salvo por la única excepción que es Oblivion Song, se deja entrever una llamada a la esperanza que parece querer dar una cara B a lo que escribió durante tantos años en Los Muertos Vivientes. Quien compre el cómic, se encontrará con un mundo postacolíptico y la misión del protagonista es encontrar a supervivientes y trasladarlos a un lugar seguro, cosa que habría venido de perlas a Rick y a los suyos. Este cómic es una hipérbole a los aires apocalípticos causados por el cambio climático en los que nos movemos. Y un recordatorio de que no todo está perdido. 

Pero eso no quiere decir que se olvide de ser un acercamiento brutal a la devastación. Tal vez sea de su obra de carácter más emocional y filosófica, cosa propia al tratarse de su primer cómic de ciencia ficción pura. Con un dibujo de Lorenzo de Felici que destila una sensibilidad muy peculiar en el mercado estadounidense.

El año pasado estrenó Die! Die! Die!, que es su trabajo más cercano a Battle Pope. O la respuesta a qué sucedería de Kirkman tratase de imitar a Ennis. Un cómic desenfrenado, muy ácido y desinhibido con altas dosis de sátira política. Y uno de las propuestas más hardcore, trash y punky que se está publicando ahora mismo en el mercado estadounidense. Para este proyecto contó con el artista Chris Burnham, principalmente conocido por sus colaboraciones con Grant Morrison. Es alguien que puede conseguir plasmar todos los excesos que quepan en una página. 

Die! Die! Die! Kirkman
Entra bala, sale sangre.

Además, este cómic fue publicado de una forma sorpresiva. Salió de la nada literalmente. No ha habido promoción ni previews. Simplemente, apareció entre todos los libreros que pidiesen el número de Oblivion Song de ese mes. Esta estrategia se produjo porque Kirkman quiso recuperar la magia de cuando él era joven y acudía a los quioscos para comprar cómics de los que no sabía absolutamente nada. Y es otra misión cumplida para este autor.

En 2020 ha llegado, también de forma muy inesperada, Fire Power. En este caso, Kirkman se sumerge en un territorio completamente inédito en su carrera como es el de las artes marciales. En él, hace un revival de la edad de oro llevándola a la actualidad. Y es que ha coincidido con un interés renovado que ha vuelto a ese tipo de técnicas de lucha, y que lo va a hacer más debido a los intereses industriales que el entretenimiento ha puesto en China.

 

Evitar hacer chistes del kamehame ha.

Además, supuso el retorno de un Chris Samnee que estuvo unos largos meses sin publicar ningún título. Se nota que cogió el proyecto motivado y ha diseñado un mundo estimulante y vibrante que también ha tenido una peculiar forma de comercializarse: abrió fuego una novela gráfica que servía de prólogo para el título, que tiene un formato de grapa tradicional.

Al respecto de sus intenciones con este último trabajo hasta la fecha, aquí van unas declaraciones que dio para The Hollywood Reporter:

“Mientras estaba terminando Invencible, me di cuenta de que hay muchos mecanismos de narración involucrados en los cómics de superhéroes con lo que es divertido lidiar y que hace que escribir ese tipo de historias sea algo natural para mí. Me di cuenta de cuánto lo iba a echar de menos. Esta industria está absolutamente atascada con cómics de superhéroes, pero no quiero hacer ningún cómic de superhéroes por el momento. Aun así, las historias de artes marciales tienen muchos de estos elementos.  Puedes hacer un cómic que exista en un mundo bien construido con temas de artes marciales y que tenga un mecanismo muy fácil para iniciar las peleas. Hay muchas formas diferentes de mover tus historias en direcciones interesantes y visualmente atractivas, lo cual es importante. Debido a que hay tantos cómics de superhéroes, quería hacer un creator owned que fuera para personas que solo han leído cómics de superhéroes pero han dudado en probar cómics de terror, western o de ciencia ficción, de cualquiera de la miríada de diferentes tipos de creadores de cómics propios. Esperaba que esta fuera una forma de sumergir el pie en un tipo diferente de cómic pero que aún tuviera el sabor de un cómic de superhéroes.  

Robert Kirkman

Este 2020 Robert Kirkman recibió el codiciado premio honorífico a toda su carrera (la Fauve D’Honneur) por parte del Festival Internacional de Cómics de Angoulême. Aunque nunca le ha hecho falta, supone el reconocimiento definitivo de un escritor al que, si se preguntase por los favoritos a la gente, raras veces consta. Y que, sin embargo, ha hecho más por la popularización y la normalización de este medio que aquellos que sí que suelen constar. Un autor que ha logrado hacer mainstream sus ideas más personales. Y lo ha acometido sin necesidad de contar con el apoyo de las majorsAlguien con ideas que han logrado conectar con el gran público, sin las cuales, probablemente, Image no habría sobrevivido ni sería el terreno fértil y estable que es ahora mismo. Por no hablar de su capacidad para mantener un clasicismo muy fresco y convertir en mainstream los trabajos más personales. Son motivos más que de sobras para que se le reconozca en Francia, territorio que tiene algo de experiencia en reivindicar aquello que los americanos no terminan de entender.

Robert Kirkman se ha abierto paso en una industria que no debe estar demasiado alejada de los mundos hostiles que ha imaginado. Es alguien absolutamente coherente que jamás se ha traicionado a sí mismo. Al ver una página escrita por él, el lector sabe que es indudablemente suya.  Esto es un logro solo al alcance de un superviviente que no solo no se ha adaptado a las necesidades del mercado, si no que ha adaptado al mercado a las suyas.