“Aspirina”, la rebelde vampira adolescente de Joann Sfar, llega en solitario para dejarte seco

Décadas han pasado desde que Joann Sfar, el aclamado artista, guionista y cineasta nacido en Niza en 1971, comenzase a imaginar sus mundos ficticios poblados por todo tipo de seres monstruosos, con raíces en la literatura fantástica occidental pero caracteres de lo más insospechados. Un ecléctico universo de fantasía y ciencia ficción del que saldría uno de los personajes más reconocibles del cómic francés, Fernand, icónico protagonista de Vampir, el célebre tebeo que (como afirma la cita en la portada de la obra que nos ocupa en esta reseña) “habla de la vida con las herramientas de la muerte”.

La editorial Fulgencio Pimentel no es ninguna extraña a este cosmos de agridulce oscuridad, pues ya nos han facilitado numerosas incursiones con la publicación de sendos recopilatorios de las aventuras y desventuras Fernand en Vampir (cuya edición estadounidense llegó a la lista de best sellers del New York Times), L’amour (amor sin amor), y la simpática versión infantil Pequeño Vampircuyo salto a la gran pantalla recibió grandes elogios en Sitges. Pero dejemos de lado a ese enamoradizo vampiro, vagando en las penumbras, reflexionando sobre el amor verdadero mientras flirtea por afición, mordiendo con un colmillo (por consideración hacia los cuellos de las bellas doncellas a las que muerde), con su entrañable gatete Imhotep, sus achaques y sus encuentros con seres de ultratumba… como la desvergonzada vampira de melena roja como la sangre que protagoniza, por fin, el nuevo volumen de las particulares crónicas vampíricas de Sfar.

Con el lanzamiento de la edición integral de Aspirina, que recopila en un único volumen los dos libros originales de este spin-off (Aspirine. Tomo 1 y Aspirine. Tomo 2: Un vrai bain de sang, publicados en Francia por Rue de Sèvres entre 2018 y 2019), su heroína finalmente toma el puesto central de su propia historia en lo que la editorial logroñesa describe como “una fábula de terror, humor, aventura, filosofía y angustia emo adolescente” que, aunque funcione como complemento perfecto a los volúmenes que la anteceden, no requiere en absoluto de su lectura previa (¡recomendadísima, siempre!) para su pleno disfrute. Aspirina se vale por sí misma para arrastrarnos por la miseria de un aburrimiento inmortal crónico que, aunque esté feo decirlo, para nosotros es la mar de entretenido.

Si imaginamos nuestras vidas como una sucesión de millones de caminos entre los cuales vamos escogiendo nuestra senda, o perdiéndonos por ella, inevitablemente en ocasiones algunas de esas bifurcaciones estarán plagadas de encuentros indeseables. Ahora, imaginemos que nuestra vida no fuera finita y nos viéramos obligados a caminar cada una de esas rutas posibles durante siglos. Todo a nuestro alrededor muere. Todo… menos la estupidez humana. Llegados a cierto punto dejaríamos de visualizar esos caminos de la vida, cegados por la infinidad de imbéciles con ganas de entrometerse y tocarnos el coño (figurada o literalmente). Así es como encontramos a Aspirina, la vampira protagonista que nos invita a meternos bajo su piel, la sufridísima eterna adolescente que cumple los 17 desde hace tres siglos y que, como comprenderás, está un poco hasta el mismísimo de todo y de todos.

Aspirina no puede madurar, no se le permite dejar atrás esa edad del pavo. Sfar se aprovecha de ello y, en su habitual exploración (con una sensibilidad y delicadeza que su propia heroína se pasaría por el forro) de temas tan profundos como el tiempo, intangible y escurridizo, las aspiraciones y motivaciones que nos impulsan en la vida, o cómo nuestra percepción de la muerte se va haciendo cada vez más agobiante e ineludible… cuela, con cierto aroma a teen spirit y mucho, mucho humor, crisis y problemáticas varias muy propias de la perenne edad de Aspi, como su desasosiego e incomprensión, la dinámica que mantiene con una hermana mayor a la que envidia a muerte, y sus mil dudas e inseguridades enmascaradas con esa sinvergonzonería de la que hace gala… todo ello elevado a la enésima potencia, exacerbado tras cargar tanto lastre a rastras los siglos que lleva vagando por una Tierra que no podría importarle menos. Menos mal que libera algunas de sus frustraciones con algunos de los plastas que tienen la ocurrencia de cruzarse con ella, no nos gustaría verla harta de verdad… (o quizás sí).

Aspirina es la protagonista absoluta de estas historias, pero en cualquier caso nunca en solitario. Su sensual y curvilínea hermana mayor, Josamicina, ha sido la encargada de acompañar a la chupasangres adolescente a lo largo de sus tres largos siglos de desidia, y el reparto principal lo completa el personaje que da inicio al volumen, un joven llamado Yidgor, cuya presentación en esas primeras páginas deja claro que es un friki de cuidado, gótico de los de antes, fan (de verdad) de la fantasía, la magia, lo oculto, el rol… un chico un pelín tonto pero, todo hay que decirlo, quizás algo menos que los demás. El efecto que este componente extraño provoque en la trayectoria de Aspirina, una vez estos se crucen, será impredecible e inesperado, para ella y para nosotros, y es que Yidgor (que peca un poquito de incel, lo sepa él o no) comete el fallo de tratar de colgar el sambenito de manic pixie dream girl a la sanguinaria vampira, y en fin… a poco que conozcas a Aspi sabrás que a ella ese rollo, mira, como que no.

Entre desencuentros y discusiones de alto voltaje, y a pesar de todos los pesares, aunque Aspirina quizás tenga razón y nadie entienda (¿cómo podrían?) la furia que mueve a la muchacha, la rabia que corre por sus secas venas… tanto la cálida Josamicina como el incauto Yidgor serán quienes traten de comprenderla y apoyarla lo mejor que puedan, de entre tantos y tan variopintos personajes en la órbita de la pelirroja, desde su verborreico profesor de filosofía a toda la troupe de criaturas tan no-muertas como ella que iremos conociendo al sumergirnos en ese “verdadero baño de sangre” que titula al segundo acto.

Porque, dado que este volumen recopila dos historias publicadas en el mercado franco-belga por separado, Aspirina nos ofrece dos aventuras claramente diferenciadas tonal y, por momentos, estéticamente. La primera de ellas es una exploración más pausada del vampirismo, según lo ha descrito Sfar en ocasiones, como el mito por antonomasia de la adolescencia, con nuestra Aspi rebelándose desatada contra un mundo que no tiene nada excitante que ofrecerle, mientras que en la segunda el autor nos embarca, sin previo aviso, en una expedición a contrarreloj en un mundo que se desata en torno a Aspirina y compañía, ciertamente superada por los acontecimientos. En un escenario reconocible y a la vez extraño, estos personajes –mortales unos, y otros mortíferos– cobran vida, inquietos, para filosofar sobre aquello que nos hace humanos, lo que pasamos la vida persiguiendo para darle un mínimo sentido a nuestro paso por este mundo.

Que Aspirina nos resulte tan vivida se debe enteramente al genio de su autor, Joann Sfar. Su arte le hace parecer por momentos endiablado, poseído por el espíritu de sus creaciones, queriendo ardoroso sacárselo de dentro sin descuidar unos diseños, y unas paletas de colores, absolutamente inspiradas. Prácticamente cada viñeta de Aspirina (como ocurre con el resto de su obra, en realidad) es enmarcable, para exhibir en nuestros muros (físicos o virtuales). Sus guiones continúan esculpiendo la mitología de un universo vampírico que parece imposible de contener entre las cubiertas de sus publicaciones, engañándonos con lo paranormal para acabar hablándonos, con una normalidad que hasta asusta, de nosotros mismos. Sfar ha afirmado haber querido siempre tratar temas como la vida, el amor y el sexo de una manera que no resultase evidente, jugando a burlar a la censura. Para cuando el lector quiera detenerse a reflexionar cómo las vicisitudes de estos espectros imaginarios reflejan aspectos de su propia existencia, es muy posible que lo haga mientras se recupera de la carcajada.

En el aspecto humorístico, por cierto, es de necesidad mencionar el trabajo de Rubén Lardín, que ya se encargó de las traducciones de las anteriores entregas de la saga Vampir, y que en Aspirina resulta chanante a más no poder. Sfar hace que la ira de tres siglos aguantando la chapa de tíos plastas fluya cada vez que Aspirina habla, piensa, narra. Lardín toma el guión, da con el adjetivo/nombre polloperas para describir dicha lacra… y qué remedio queda sino caer fulminados, muertos de risa. Las traducciones de Lardín y, también, la rotulación de Joana Carro, contribuyen a que la voz de Aspi sea como ninguna otra que hayas “escuchado” en los bocadillos de un tebeo.

La edición de este volumen integral continúa en la tradición del resto de obras de Joann Sfar en el catálogo de Fulgencio Pimentel: es una auténtica gozada. Un tomo rotundo (22 x 24 cm.) pero ligero, de cómoda lectura, a todo color e impreso en papel de buen gramaje y sin brillo, con un precioso diseño por dentro y por fuera… Aspirina es un tesoro, y su edición le hace justicia. Intenta no caer ante los encantos de esta vampira y su cabreo perpetuo, en el rojo intenso que la envuelve, en su mundo de fantasía y ciencia ficción, en su vampiresplaining de tu propia condición humana… pero te advertimos: la resistencia es inútil.

Título: Aspirina
Guión y dibujo: Joann Sfar
Edición Nacional: Fulgencio Pimentel
Edición Original: Rue de Sèvres
Formato: Cartoné, 280 páginas a color
Precio: 26,50€