Enola Holmes, Netflix estrena la adaptación de las novelas protagonizadas por la rebelde y libre hermana de Sherlock

Estamos asistiendo a una cultura revisionista que busca replantear los grandes mitos sobre los que, en mayor o menor medida, se ha cimentado la sociedad. Y, siendo justos, en muchos casos, los protagonistas de dichos mitos han sido varones. Eso deja a la mujer relegada a papeles secundarios o villanescos.

Sherlock Holmes es uno de esos casos. Hay que entender que se creó en una puritana mentalidad victoriana y que ahí las mujeres todavía no tenían acceso a muchos derechos. Todavía quedaban unos años hasta que los movimientos sufragistas comenzaran a hacerse oír.

Para hablar de este proyecto cabe retrotraerse al primer lustro del siglo. Michael Green, editor de Philomel Books, le encargó a la escritora Nancy Springer una novela ambientada en el Londres de Jack el Destripador. La escritora, en ese momento se planteó darle el enfoque de algo que había estado desarrollando: presentar personajes femeninos con los que hacer relecturas con grandes hitos británicos como El Rey Arturo o Robin Hood.

Por tanto, esta nueva saga solo podría estar relacionada con Sherlock Holmes. Y en lugar de darle un hijo, se le ocurrió presentar a una hermana pequeña secreta, tal y como la misma autora ha reconocido en esta entrevista. Todo ello fue posible a que el personaje creado por sir Arthur Conan Doyle está libre de derechos (aunque no todas sus historias y facetas).

Portada del libro de Spinner.

El primer libro se editó en 2006 y se prolongaría hasta 2010, tiempo en el que saldrían seis libros. Se convirtió en un éxito moderado y caló suficiente en imaginario colectivo como para que la excelente serie Sherlock de la BBC introdujese, por primera vez en el audiovisual, a su canon a una hermana de Sherlock Holmes. La serie la rebautizó como Eurus, tal vez, por problemas de derechos. Se trató de un personaje villanesco y resentido que no tenía nada que envidiar a las habilidades intelectuales de su hermano mayor. Podría ser interpretada como una versión oscura y adulta de Enola.

Las novelas de Springer tenían otro enfoque no tanto al canon de Conan Doyle, como del personaje. Se narraba desde el punto de vista de la joven de la familia que ha crecido totalmente aislada con su madre. Su madre desaparece y surgen los conflictos familiares tanto con Sherlock como Mycroft. Eso a que ambos representan la mentalidad represiva de la época, lo cual chocaba con las aspiraciones feministas y de libertad de la adolescente. Y su arco alrededor de todas las novelas es la de aprender a conciliar todos los aspectos para poder llegar a un entendimiento mutuo familiar. En un principio, la autora lo creó desde cierto aprecio y un gran conocimiento de las historias de Doyle, pero pasándolo por un filtro contemporáneo.

Enola, como buen producto transmedia, también sufrió su transformación al medio del cómic. Al contrario que en el caso de su creación, esta vez la idea de adaptarlo surgió de la propia autora. La francesa Serena Blasco estaba trabajando en una librería y quedó fascinada y  le vio potencial como para sostener el relato de manera visual. Desde 2015 ha estado adaptando todas las novelas de Springer para la editorial francesa Jungle. Se ha convertido en su proyecto de mayor reconocimiento y por el que es principalmente conocida. No en vano, se ha traducido y llevado a multitud de países, incluyendo la poderosa industria estadounidense. IDW no tardó en adquirir los derechos de publicación. En España ha sido editada por Bruguera.

Portada de la de la primera de las novelas gráficas que adapta la saga.

Con ese contexto, era cuestión de tiempo que terminaría siendo adaptado al cine. La versión cinematográfica de Enola Holmes que ha terminado llegando a través de Netflix tuvo un origen bastante mundano. Paige Brown le recomendó la novela a su hermana, la estrella juvenil Millie Bobby Brown. Y ella quedó embaucada rápidamente por el personaje. Hasta tal punto que ella se marcó el objetivo de producir e interpretarlo en una película.

Para escribir la película, que adapta la primera novela de la saga (con lo que es indicador de que se ha producido esta película teniendo en mente que esta película abra una franquicia) se ha contado con Jack Thorne. Es alguien que ya está habituado con los personajes adolescentes ya que ha colaborado en series de culto como Skins o This is England. A su vez, es el creador y showrunner de la adaptación de La Materia Oscura para HBO.

Por parte del director a Harry Bradbeer, quien debuta en el cine. Pero eso no quiere decir que no tenga una dilatada carrera dirigiendo proyectos de ficción televisiva donde destaca sus colaboraciones con la cotica Pheobe Waller-Bridge. Él es parte muy implicada de la construcción estética de Fleabag y de Killing Eve.  El patrón es claro y el hecho de que se haya optado por la combinación de ambos talentos es bastante elocuente.

Este no va a ser un acercamiento convencional a la figura detectivesca. Por una parte, los más amantes y puristas de los míticos personajes van a ser los primeros afectados. La caracterización antipática de Sherlock, Lestrade y Mycroft no es nada canónica. Por el contrario, son distintos elementos de la trama del filme para representar la masculinidad tóxica. Y, aun así, han hecho un tratamiento más amable al detective (cosa que ha causado una disputa legal con los herederos de Conan Doyle por el tratamiento del personaje) del que tenía en las novelas de Springer. Eso ha causado que resulte un personaje más cándido y que su parte detectivesca se vea severamente perjudicada. Y  Watson ni está ni se le espera.

Trío de Holmes.

Por el contrario, todo el protagonismo ha recaído en una jovencísima muchacha muy habilidosa que está dispuesta a luchar por vivir su vida en un sistema que tiene otros planes para ella. Es un personaje muy virtuoso que sirve como espejo al que mirarse a las jóvenes necesitadas de referentes. Eso significa que puede dejar atrás al target que buscase otra cosa diferente. Si algo es ante todo es una historia de paso hacia la madurez de una niña.

En cierto modo se puede ver como la versión de El Secreto de la Pirámide de la generación woke. Al igual que ambas es un acercamiento de la obra de Doyle a nuevas generaciones. Sin embargo, esta tiene un problema y es el de priorizar el mensaje en detrimento del carisma de los personajes de dicho escritor. Al final le deja a uno la sensación de que quiere que fracase Mycroft por encima de que Enola alcance sus objetivos y esa no es la mejor presentación ni la más respetuosa hacia las creaciones victorianas. Pero sí es una de las más rompedoras.

De hecho, lo que se quiere contar parece que redime todo lo demás. La película tiene una trama un tanto deslavazada. El personaje se desvía constantemente de sus objetivos hasta el punto que llega a cambiarlos. Puede hacerse confusa por el hecho de que le falte una focalización más concreta. Además, eso juega en contra de un ritmo totalmente errático.

La dirección de Bradbeer carece del brío que tiene en sus trabajos previos. Pero sí que se nota un estilo claro y un conocimiento respecto al manejo de las rupturas de la cuarta de la pared (a pesar de que aquí sean demasiado reiterativas y excesivamente explicativas). En cualquier caso, es un director al que se le puede atisbar un estilo y que logra crear una entidad visual muy coherente al conjunto. Además de tener unas cuantas ideas notables respecto al montaje de la película, apoyado por la destacable banda sonora de Daniel Pemberton.

Enola luego dice que por qué es alone al revés.

A su favor cabe destacar que es una película totalmente accesible para el gran público y ligera. De hecho, iba a ser una de las propuestas cinematográficas de este verano hasta que Netflix la rescató adquiriendo los derechos de emisión en abril.  En el momento en el que no dispone de mucha pretensión, quedan maquillados mejor los errores. Además, este filme tiene mimbres para poder conectar con el público al que va dirigido y tiene el sencillo logro de no tomar por estúpido a este. Eso es algo infrecuente ya que, en el cine, a pesar de que hay honrosas excepciones, los coming an age contemporáneos parecen ir dirigidos a un espectador adulto. 

Respecto al reparto Millie Bobby Brown se enfrenta por primera vez con el protagonismo absoluto de una película de gran alcance y logra estar a la altura. Logra dotar al personaje con cierto encanto y carisma. Henry Cavill da vida a un Sherlock que se aleja de versiones anteriores y que, en cierto modo, queda humanizado. Aunque eso signifique que quede poco de la esencia. Sam Claflin juega el principal papel antagónico y consigue crear a un personaje odioso. El reparto principal también ha contado con una participación casi testimonial con una correcta Helena Bonham Carter.

Enola Holmes es un producto bastante decepcionante si se analiza formalmente. Por no mencionar del evidente desprecio a la raíz de la que proviene. Pero es una pieza que puede traer una nueva saga juvenil que hable a un tipo de espectador mucho más reivindicativo. O, mejor dicho, reivindicativa. Con todo, se gana más de lo que pierde.