Beastars: cuando Transfer encontró a Patty

Beastars es un anime furry de Netflix que empieza con un trasunto de Transfer echándose encima de una coneja clavada a la Patty Rabbit, de La aldea del arce. A esto le sigue el asesinato y deglución de un alumno oveja por parte de un compañero de clase. Así que si sigues leyendo ya sabes a qué te expones.

Beastars, que se estrenó fuera de Japón justo antes de declararse el estado de alarma, nació como un manga de Paru Itagaki que comenzó su trayectoria en 2016, en la revista Shukan Shōnen Champion de la editorial Akita Shoten. Está producida por Orange y ya fue transmitida por Fuji TV a finales del año pasado. Esta semana está coqueteando fuerte con el Top 10 de la plataforma de streaming.

El espectador se puede encontrar con un romance peludote envuelto en drama que no deja de ser una reflexión sobre las compulsiones y una vuelta de tuerca a los problemas identitarios a los que nos enfrentamos hoy en día. “Siempre he vivido con el miedo y el odio de los demás”, dice un lobo tímido al que temen las ovejas. Lo que es paradójico, porque en su naturaleza está claramente la necesidad de comerse a sus presas.

La comparación con la violencia de género inunda el subtexto de la cosa. No dejo de imaginarme el Twitter de este mundo imaginario, con su hashtag del #NotAllWolves y su constatación de la cantidad de herbívoros devorados por carnívoros, con nombres y apellidos, que se producen cada año.

La serie explota a todos los niveles el paradigma furry sin límites aparentes. Los carnívoros pueden ser también jocks abusones en el patio, y los herbívoros se dividen por clases. Vale más un conejo arlequín que uno holandés convencional, con el privilegio asociado.

Todo gira también en torno a las tensiones sexuales de todo tipo. El beta que lucha por ejercer el rol de alfa, distintos ejercicios de dominación-sumisión entre especies y géneros asignados, constantes referencias al mito de la caperucita roja… Todo queda a la imaginación de un espectador que decide con cuál de las metáforas se queda de todas las que se le ofrecen.

Es una serie adulta, chocante y quizá útil para adolescentes. Con una ‘furricidad’ aún más complicada que la de Blacksad y mucho más explícita que la de BoJack Horseman, donde apenas supone un juego de conceptos para acentuar ciertas cosas.

Zootopía, ¿cuándo serás mía?

Son inevitables, y muy válidas, las comparaciones con Zootopía, aunque allí todo quedaba en el transfondo y no te daban un ápice explícito. Aunque también puede recordarte a Crepúsculo, Sex Education, El club de los poetas muertos o 13 razones.

El concepto mismo Beastars, el título de reyes de la Academia capaz de ser ejemplos contra el prejuicio o la intolerancia, le pone un rollito potterhead además a la cosa, y sitúa la obra también en el mundo del academicismo de superpoderes mezclado con el culebrón, algo que yo conocí con X-Men y que en los últimos años ha corrido como la pólvora.

Es un anime valiente para espectadores exploradores («¿expectadores?») sin complejos, aunque tira tantas cartas al aire que parece difícil que sea capaz de recogerlas todas con éxito.

Y aunque me sea difícil recomendárselo a mucha gente, tengo por curiosidad por ver con qué mano se quedan, y por leer la reseña que publicaremos el próximo lunes.

A la espera de la segunda temporada, que se estrenará en 2021, por favor, agradeceríamos completar esta reseña con algunas de vuestras opiniones sobre la cosa. Podéis compartir vuestras opiniones con nosotros a en nuestro Twitter de @saladepeligro o en Facebook.